La de Gema Hassen-Bey es una historia de superación. «Yo siempre digo que soy la ‘chica diversity’, porque soy mujer, estoy en silla de ruedas, me apellido Hassen-Bey… y soy lesbiana. Todo lo que creáis ya lo tengo yo», cuenta entre risas la deportista paraolímpica como quitándose mérito. Sin embargo, lo cierto es que en su camino, que no ha sido precisamente de rosas, no ha parado de alcanzar metas y cumplir retos increíbles: se convirtió en la primera deportista en conseguir una medalla de esgrima para España en los Juegos de Barcelona 92, ha participado en cinco juegos consecutivos e, incluso, ha portado la antorcha en los Juegos de Atenas 2004. «Estoy orgullosa de haberme desarrollado en una sociedad a través de los valores del deporte. La vida me ha puesto entre la espada y la pared, pero me ha dado las armas para luchar por mis sueños».
Y es que la madrileña, aunque lleva años alejada del deporte de élite, sigue en activo enfrentándose a desafíos con su triciclo manual. Su asombroso palmarés en esta especialidad incluye haber sido la primera persona en silla de ruedas en escalar el Teide, la Bola del Mundo y el monte Abantos. Pero Gema no se detiene y ya está preparando un nuevo reto: ascender los 5.895 metros de altitud del Kilimanjaro. «Hasta ahora, he conseguido los sueños que he querido, y aunque los sueños sean grandes como ir al Kilimanjaro, no pienso parar». Todas estas aventuras las lleva a cabo a través de su asociación, Bey proAction, la primera escuela deportiva inclusiva de España, y con la que ya está dejando un legado tecnológico y social que mejorará la vida de mucha gente.
Compagina su proyecto deportivo con su faceta como comunicadora, coach e infatigable activista LGTBI. Desde que en 2016 se convirtió en la primera deportista paraolímpica en salir del armario, no ha cejado en la lucha por la visibilización del colectivo. «No pienso permitir que se dé ni un paso atrás con las conquistas sociales que nos ha costado tanto conseguir; sobre todo a la gente que ha venido antes que nosotros, por ejemplo con el matrimonio gay, la equiparación de derechos que son fundamentales…». Para saber más de su compromiso como deportista LGTB pasamos una tarde con Gema en el polidepotivo de la Dehesa del Navalcarbón; mientras prepara su handbike para salir a la montaña a hacer su entrenamiento habitual nos lo evidencia.
SHANGAY ⇒ ¿Qué debe mejorar el deporte para ser totalmente inclusivo?
GEMA HASSEN-BEY ⇒ Los deportistas deberíamos poder expresar de una manera natural nuestro estilo de vida, sin miedos, sin reproches, sin que esto sea un obstáculo más en nuestra carrera deportiva. Todavía falta mucho por visibilizar, y es precisamente porque las estructuras políticas tienen que cambiar, tienen que abrir más la mentalidad, tienen que rejuvenecerse… Porque son estamentos y personas que llevan mucho tiempo haciendo las cosas de una determinada manera.
Siempre he vivido y practicado el deporte de la esgrima –ahora el de la montaña– como mujer, no imitando el rol masculino. Creo que es importante que feminicemos el deporte y los organismos de poder. Hay que romper los estereotipos y empezar a feminizar el deporte para que las mujeres también podamos añadir nuestros atributos. No me refiero tanto a la competitividad, al trofeo, al liderazgo…, como si estuviéramos en una guerra. Muchas veces, el lenguaje es demasiado bélico, hay que meter otros valores: colaboración equipo, superación personal y diversidad. Dentro del deporte también tiene que existir la diversidad, porque en un equipo siempre hay diversidad. No todos cumplimos la misma función, cada uno se especializa en algo.
Es importante que encontremos la diversidad de orientación sexual, de género, de capacidades físicas… Yo siempre digo que no hay discapacidad, que hay capacidades diferentes y cuando las unimos en un proyecto común, como el que estamos haciendo ahora para subir el Kilimanjaro, es cuando hacemos algo grande.
SHANGAY ⇒ ¿No te parece que en el propio colectivo LGTBI hay unas siglas más consideradas que otras?
GEMA HASSEN-BEY ⇒ Nosotros también tenemos que abrir un poco nuestra propia diversidad, no somos un grupo homogéneo, somos muy diversos dentro de nuestra diversidad. Hay que dar visibilidad a todo, a cada una de las letras de LGTBI, y también a la diversidad de la condición física. En mi caso, con la silla de ruedas me costó bastante cruzar la acera, para empezar ya había un bordillo. Tenemos que ser conscientes de esa dimensión, y muchas veces a nosotros nos cuesta ser visibles; nos vemos los más raros de los raros, y hay que contar las cosas con normalidad. Tenemos que ser conscientes de nuestra diversidad en el mundo LGTBI y visibilizar todo con normalidad.
SHANGAY ⇒ ¿Has vivido algún episodio LGTBfóbico en tu carrera deportiva?
GEMA HASSEN-BEY ⇒ Estamos en un momento que hemos vivido unos años buenos después de una lucha grande que se ha hecho y no podemos bajar la guardia. ¡Y te lo digo yo que hago esgrima! No hay que bajar la guardia porque podemos dar dos pasos para atrás.
En mi experiencia personal, parte de mi retirada del mundo de la competición tuvo que ver con mi orientación sexual. Vivíamos un movimiento en el que todos queríamos integrarnos por tener la tercera dimensión que es la orientación sexual, aparte de mi condición física en la silla de ruedas, y eso supuso una diferenciación muy grande en el equipo… y me trajo problemas.
Ningún deportista tiene que cargar con más peso en las mochilas del que ya te supone la carrera deportiva, sobre todo los deportistas que estamos en un nivel alto, que vivimos los juegos, los campeonatos… Son niveles que te exigen y cuestan mucho. Cargar con nuestra tercera dimensión es injusto, y debería desaparecer. Por eso, cuando me lo pedisteis lo visibilicé y hice algo que es muy raro que una esgrimista haga: lancé el guante en el pregón del Orgullo contra la homofobia. Para que yo deje el guante te aseguro que debe ser por algo que creo importante. No bajemos la guardia y sigamos luchando por nuestros derechos.
SHANGAY ⇒ ¿Cambió mucho tu vida una vez que saliste del armario públicamente?
GEMA HASSEN-BEY ⇒ Se me dio una situación difícil, porque deportivamente yo sacaba muy buenos resultados y el equipo masculino no tanto. Era la única chica que se mantenía en competición, en esgrima paralímpica conseguí la primera medalla para España en unos Juegos, y éramos tres chicas, y no tres chicos, las que nos clasificamos…, pero después yo me fui quedando.
Eso, que supuso una amenaza para el equipo, junto a una historia que tuve con una compañera, me puso contra la espada y la pared, literalmente. El equipo masculino, mi seleccionador, me pusieron contra la espada y la pared para que yo confesara si era o no era lesbiana, y yo lo que dije es que iba allí a hacer deporte y que nunca había hablado de mi vida personal y no tenía por qué hacerlo ahora. Cargué con un peso muy grande que me hizo reflexionar, a la vuelta de los Juegos de Pekín, si merecía la pena seguir y por qué hacía deporte. Mi respuesta no fue que yo hiciera deporte por las medallas. Muchas veces, cuando me hacían fotos con la medalla, yo decía que lo más bonito era cómo había llegado hasta ahí; aunque no tuviera la medalla, el camino es importante, todos los caminos que vamos resolviendo. Creo que hago deporte, más que nada, por el espíritu de superación, por fijarte una meta, por el equipo, por las vivencias que adquieres, por todo lo que aprendes…
Entonces decidí dejar la espada en las pistas, pero llevármela a las montañas, y hacer deporte en un proyecto para ayudar que va a dejar un legado de tecnología como esta bici, como la primera silla de escalada, como el primer coche de montaña, ahora estamos resolviendo el problema del frío con pantalones con tecnología inteligente, y estamos abriendo la posibilidad de resolver un problema de movilidad para nosotros en la selva, en la montaña, en la nieve… Hacer deporte para ayudar está más cerca de lo que significa el deporte en mi vida, porque yo empecé a hacerlo para que me ayudara a superar todos los obstáculos que tienes que superar desde una silla de ruedas y desde mi diversidad.
Ahora es cuando estoy en mi eje realmente, y lo importante no es que yo alcance las cimas sino el legado que vamos a dejar, el camino y, sobre todo, que sepáis que si yo lo consigo con todo lo que tengo, todos y todas podéis conseguir vuestras cimas.
SHANGAY ⇒ Cuéntanos más sobre tu proyecto…
GEMA HASSEN-BEY ⇒ El proyecto está basado en un lema de vida que es ‘Si te mueves tú, el mundo se mueve contigo’, y lo organiza la asociación Bey proAction y el hashtag es #retogema. Mi apellido es muy complicado Hassen-Bey, en el equipo me llamaban Westinghouse, Häagen-Dazs… y lo tenía asumido; el segundo es González, pero si ponéis Gema Teide me encontráis porque hemos subido por primera vez el Teide en silla de ruedas. Ahora nos queda por resolver cómo subir por la nieve, va a ser la siguiente cima y va a ser una odisea porque no hay nada inventado para subir, solo para bajar. Después nos vamos al Kilimanjaro y dejaremos todo ese legado y toda esa historia de superación para motivar a más gente, para que otras personas vivan mejor.
SHANGAY ⇒ ¿La irrupción de la extrema derecha en la política española puede hacer peligrar los progresos conseguidos por el colectivo LGTBI?
GEMA HASSEN-BEY ⇒ Estamos viviendo un momento muy absurdo, en donde la lucha de los egos nubla la verdadera razón de la política, de lo que los políticos tienen que hacer, y de defender los derechos de un poder.
Yo siempre he visto la bandera como pertenencia a un equipo por mi trayectoria deportiva, no como un símbolo, que es algo que ocurre en este país donde nos atribuimos los símbolos. Al final, lo que pasa es que estamos todos juntos en este sitio, y todos formamos parte del equipo, y tenemos que velar por la diversidad de todos.
Tenemos que tener cuidado porque lo que estamos disfrutado estos últimos años, las conquistas que hemos conseguido, han costado mucho. No podemos bajar la guardia y permitir que se dé un paso atrás por estos egos que ,como deportista, también los entiendo, y es por lo que yo he huido del deporte… Creo que es mejor la labor de equipo y velar por todos desde nuestra diversidad. No bajéis la guardia que si no cojo la espada y seguimos luchando…
Cuando me preguntáis cómo me defino ,digo que soy una guerrera del siglo XIX: tengo una espada y siempre he luchado por mis sueños y por las causas que yo he creído que son justas, y es lo que voy a seguir haciendo.