Se sabe que la plataforma más famosas de citas gays es una mina de memes. Algunas de las conversaciones que se mantienen en Grindr son disparatadas, puro surrealismo. Y es que hay tantas formas de comenzar una charla como personas con ganas de pasarlo bien en el mundo. Por supuesto, las risas muchas veces vienen de la mano de las ingeniosas respuestas de los grinderos.
Sin embargo, en otras ocasiones también sacan a relucir problemas que aún subyacen en la propia comunidad LGTBI. Atentos a esta charla: “Busco masculino tío”, solicita el sujeto A (sujeto plumófobo a partir de ahora). “¿Qué es para ti masculino?”, responde con acierto el sujeto B. “Que no lea a Lorca”, replica el sujeto plumófobo (sujeto plumófobo y lorcófobo en adelante). “Venga, suerte. No te olvides de escupir tabaco como los cowboys para ser un chico masculino”, ironiza el sujeto B para cerrar la conversación con el sujeto plumófobo y lorcófobo.
No es ninguna novedad que muchos usuarios de Grindr reclaman masculinidad como requisito indispensable de sus futuras citas. En ocasiones se sabe desde el inicio, gracias al tan extendido “Masc. x Masc.” con el que tantos encabezan sus perfiles. Esta concatenación de palabras abreviadas no son más que residuos de esa masculinidad tóxica que –aunque pareciera jurásica, propia de pollasviejas– sigue tan vigente. No nos engañemos, la plumofobia está arraigada y también es patrimonio de las nuevas generaciones.
Lo que nunca habíamos visto, lo realmente inédito, es que se utilice a Federico García Lorca como arma arrojadiza, como ejemplo de antítesis de la masculinidad. De entrada, resulta ridículo que ser femenino, o tener pluma, pueda considerarse negativo o desdeñable; y por otro lado, la única pluma que le conocemos a Lorca con certeza es la de sus escritos. Pero si somos sinceros, preferimos una pluma como la de Lorca (en cualquiera de sus acepciones) que la masculinidad enfermiza de un machirulo plumófobo y lorcófobo sin demasiadas neuronas.