Aún no me lo creo. Me marcho a la capital japonesa a disfrutar de una cultura que siempre me ha atraído. Desde su estética manga hasta su gastronomía tan característica basada en su icónico sushi, estoy seguro de que Tokio me enamorará. Y si encima viajas en Business Class de Lufthansa, como voy a hacer yo, mejor que mejor.
Siempre me han atraído las culturas y costumbres diferentes a las occidentales. Así que os podéis imaginar cómo me siento antes de viajar a Tokio y descubrir un mundo totalmente ajeno al día a día al que estamos habituados en España en lo que a tradiciones y filosofía se refiere. Ese silencio y esa armonía tan características –y que a veces, tanta falta harían por aquí–, esa forma de admirar lo bello y lo hermoso desde el respeto y la tranquilidad… Así que decidí darme el gustazo de viajar en Business Class de Lufthansa y que mi experiencia empezase desde el aeropuerto. Seguro que me va a dejar sin palabras. Además, desde que tengo uso de razón, soy tan fan del universo manga, los cómics y el anime, historias protagonizadas por héroes y aventureros que van desde la épica y el erotismo hasta la comedia y la crítica, que para mí poder ir al lugar donde nació toda esta estética tan especial es un sueño hecho realidad. Podéis llamarme friki si queréis, pero así es.
Por cierto, me encanta comer, y siempre que puedo engaño a mi marido o mis amigos para ir a un restaurante japonés y ver cuánto sushi somos capaces de ingerir. Así que imaginaros lo que voy a disfrutar en Tokio, la ciudad con más restaurantes del mundo –cuenta con 160.000 aproximadamente, diez veces más de los que existen en París–, y un total de 375 estrellas Michelin, señal de que la cocina es una de las grandes protagonistas de la zona. Qué ganas de probar el auténtico Edo-mae, la comida hecha con pescado de la bahía de Tokio bañado en wasabi, y el Chanko, la comida consumida por los luchadores de sumo basada en un caldo de pollo con pescado, pollo y vegetales con soja y vinagre.
Después de empaparme con su gastronomía, no estaría mal ir hasta el estadio nacional en Ryogoku para ver un combate de sumo, visitar el impresionante Palacio Imperial o patear Shibuya y Akihabara para hacer unas compras –no olvidéis que en las tiendas de aparatos electrónicos, todo un parque de atracciones tecnológico, encontraréis todo tipo de gangas–. Y por supuesto, no me marcharé sin patear y trasnochar por el barrio de Shinjuku, el corazón del colectivo gay en Tokio y un oasis LGTB en el país, donde, por cierto, todavía se lucha por aprobar el matrimonio homosexual. Sus cientos de bares, empapelados con banderas arcoíris, son un gran reclamo, y allí pienso pasar gran parte de mi viaje.
+INFO: LUFTHANSA.COM
Mis 10 imprescindibles en mi viaje a Tokio
1. Es muy fácil llegar a Tokio con Lufthansa en sus vuelos diarios desde Frankfurt y desde Munich.
2. Volando en Business Class podremos disfrutar de cómodos asientos que se convierten en maravillosas camas de 2 metros que me aseguran llegar a Tokio descansado y listo para la aventura.
3. El servicio personalizado en Business Class durante el viaje lo convertirá en una experiencia única en este viaje tan especial.
4. Como pasajero de Business Class puedes acceder a las Lufthansa Lounges, que te garantizan tiempo de tranquilidad y estupenda gastronomía.
5. En Lufthansa Business Class podrás disfrutar de una seleccionada oferta culinaria servida en finísima vajilla de porcelana.
6. Una de las vistas más fotografiadas del Palacio Imperial son los puentes Nijubashi, que forman la entrada a los terrenos interiores. Desde 1868 es la residencia oficial de la familia imperial japonesa.
7. Yodobashi Akiba es la tienda de aparatos electrónicos más grande de Tokio. Un mundo maravilloso de luces centelleantes y pantallas monstruosas.
8. El sumo es un tipo de lucha japonesa con más de 1.300 años de antigüedad. Cuenta con seis grandes torneos anuales que se celebran en los meses impares, y tres de ellos son en Tokio.
9. El barrio gay de Shinjuku es una zona libre de prejuicios, llena de turistas LGTB de todo el mundo.
10. Teniendo en cuenta que el sushi es su estandarte, no extraña que Tokio cuente con el Tsukiji-shijo, el mayor mercado de pescado del mundo.