Celeste: "Cuando estoy en escena, mi género desaparece"

Celeste es performer, bailarina, escritora, actriz, activista y puta. En esta entrevista profundizamos en su experiencia vital, reflejada en su obra 'Regina & Celeste: una correspondencia'.

Celeste: "Cuando estoy en escena, mi género desaparece"
10 diciembre, 2019
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Podríamos empezar diciendo que Celeste es performer, bailarina, escritora, actriz, activista y puta. Y aún estaríamos lejos de poder definirla. Celeste es solo una de las identidades que conviven dentro de su cuerpo. Y aunque Celeste ha existido siempre, anteriormente se encontraba resguardada tras otra de sus identidades, Mauricio González.

Fotografía de Celeste por Miguel Balibrea.

Fotografía de Celeste por Miguel Balibrea.

De 1980 a 1992 trabajó como intérprete en el Ballet de Zaragoza, en el Ballet Royal de Wallonie (Bélgica) y en el Ballet Nacional de España, donde interpretó papeles solistas y principales. A partir de 1993 se aleja del lenguaje académico, y en 2015 recibe el Premio de la Crítica de Cataluña en la categoría de “mejor solo de danza” por su espectáculo Wakefield Poole: visiones y revisiones.

Ahora Celeste se abre en canal con su libro Regina & Celeste. Una correspondencia (La uña rota), en donde ella misma afirma: “Oficialmente soy Celeste desde mayo de 2018, cuando el Estado español me otorga un nuevo DNI con el nombre y el sexo cambiados. El Estado español no admite que una persona tenga un nombre femenino habiendo tenido uno masculino, ni una identidad femenina habiendo tenido una masculina, si antes no destruye la partida de nacimiento y crea una nueva identidad. El Estado no reconoce la disidencia de género. Por lo que ahora, según las autoridades, yo nací mujer y me bautizaron Celeste. Siendo así, ¿cómo pudo Celeste estudiar en el colegio de los jesuitas? ¿A cuento de qué la llamaron para hacer el servicio militar? ¿Cómo pudo ser que se cambiara en el vestuario de hombres?”. Y cierra su reflexión así: “¿Será Celeste una impostora?”. Hablamos con ella para descubrirlo…

SHANGAY ⇒ Recientemente, te hemos visto en la nueva creación de Matarile Teatro, Daimon y la jodida lógica, que tuvo lugar el 23 y 24 de noviembre en el Teatro la Abadía. ¿Cómo ha sido la experiencia?

CELESTE ⇒ Madrid ha sido increíble, ha tenido una recepción increíble. El público en el segundo día estaba en pie flipando porque es una obra sorprendente; ha sido el trabajo de Matarile donde mejor me he sentido, pero también ha sido el más difícil.

Fotografía de Celeste por Miguel Balibrea.

Fotografía de Celeste por Miguel Balibrea.

SHANGAY ⇒ ¿Por qué consideras que ha sido la obra más difícil que has representado hasta ahora?

CELESTE ⇒ Para mí es la más exigente de las que he hecho con Matarile. Empecé con ellos en el año 2010, y esta obra ha sido en la que más me he exigido a mí misma como interprete, la manera en la que presento las cosas. Es una pieza súper exigente para todos los interpretes en escena, que somos nueve; hay que estar concentrada al cien por cien en cada sesión y eso me encanta.

“Cuando estoy en escena es cuando más real me siento, es cuando dejo de construirme, es una sensación muy física. Soy yo… y yo soy más que mi género”

SHANGAY ⇒ Matarile Teatro lleva tiempo siendo calificada por la crítica como una compañía de “nuevas tendencias escénicas, performance, teatro visual…”. Sabemos que no te gusta mucho etiquetar las cosas, pero ¿cómo definirías tú la obra?

CELESTE ⇒ No, no me gusta. Justo estaba pensando hoy que a mí me viene algo muy automático y algo que siento ahora muy profundamente, y es que cuando estoy en escena mi género desaparece. Cuando estoy en escena no tengo género, soy yo… y yo no sé que soy. Daimon me lleva a ese lugar a donde mi propia identidad de género desaparece. Así lo vivo, cuando estoy en escena es cuando más real me siento, es cuando dejo de construirme, es una sensación muy física. Soy yo, y yo soy más que mi género.

SHANGAY ⇒ Te deconstruyes hasta que te quedas contigo, ¿no?

CELESTE ⇒ Exacto, me quedo conmigo. Es cuando más auténtica y real me siento. Esa es la palabra. Es una intuición que llevo teniendo mucho tiempo, muchas veces lo he verbalizado: estando en escena el género se diluye, pierde importancia. Con la transexualidad yo necesito estar construyéndome todos los días, en mi casa, en la calle, cómo me perciben los demás, cómo me ve el otro, qué hago para parecer lo más femenina posible…, y en escena no necesito nada de eso. En escena todo eso desaparece.

SHANGAY ⇒ Vemos por algunas de tus pasadas obras, como la pieza escénica Wakefield Poole, que relacionas baile, pornografía y sensualidad. ¿Por qué este interés en esta temática?

Todo empezó porque me invitaron a una residencia del conservatorio de La Gomera y cayó en mis manos un regalo que me hizo un amante. Me regaló la cinta de Los bailes rusos de Montecarlo,y ahí aparecía Wakefield Poole. Me sorprendió mucho cuando leí que Wakefield, después de ser un gran bailarín de ballet, empezó a dirigir cine porno. En 1971, Boys in the sand fue un exitazo en América. Me atrajo este personaje porque dije: “Joder, yo podría perfectamente haber sido Wakefield y haber hecho eso, después de hacer ballet hacer porno”. Porque yo siempre había intuido que el ballet y la pornografía tienen formas de representación muy similar. Cuando ves un paso a dos parece que estás viendo una película porno, un dúo porno. Porque tiene la misma formulación: el encuentro, el preámbulo (aunque es una palabra que no me gusta) y la excitación máxima que se representa con el orgasmo, que es cuando los dos bailarines muestran todo su virtuosismo, y esa es como la corrida. Me llevé el vídeo a la residencia, luego conseguí la peli porno Boys in the sand, y la mañana anterior a la presentación me encuentro la cinta rota por la mitad… Desesperada, llamo a mi amigo Ricky, que me dice: “Te propongo algo, empieza a ver la peli porno como si fuera un ballet…”. Y entonces todo hizo pam, y pensé: “Wow, esto se parece mucho a El lago de los cisnes…”. Me fui corriendo a la biblioteca del centro de La Gomera y busqué una filmación del Lago, y entonces empecé a ver que el segundo acto se parecía al comienzo de Boys in the sand… Empecé a encontrar una gran cantidad de analogías, y se me abrió una puerta inmensa.

Fue como un accidente, y se ha convertido en mi obra más exitosa. Para mí ha sido revelador. Una pieza que se ha visto en la universidad en Colombia, me dieron el premio al mejor solo de danza de la crítica de Barcelona. Todo por la película rota y la idea de un amigo que me dio el chispazo. Yo ya tenía en mente esta relación, ya que la pornografía siempre me había parecido muy coreografiada.

Celeste: "Cuando estoy en escena, mi género desaparece"

SHANGAY ⇒ También tratas estos temas en Regina & Celeste: una correspondencia. Un libro que recopila una serie de correos privados con la artista Regina Fiz. En él habláis de transexualidad, sexualidad, adicción, amor y toda una serie de temas afines a la condición humana. ¿Qué os llevó a publicar esta correspondencia?

CELESTE ⇒ Mira, ahora que ha pasado el tiempo… Yo escribí el libro y no lo volví a releer. Evidentemente, yo jamás escribí para que fuera publicado; de hecho, si llego a pensar que lo iba a ser no lo habría escrito como lo he escrito. Porque jamás pensé en una tercera persona, cuando piensas en una tercera persona ya empiezan a aparecer los prejuicios, empieza a aparecer el otro aunque no esté. Era una correspondencia puramente privada, pero ahora releyéndolo sí he visto que Regina, en algunas cartas, lanza cosas como “estoy archivando esto, no sé para qué”. Y ahora me he dado cuenta de que, sin ser consciente, ella ya sabía que esa conversación tenía una proyección más allá de la nuestra. Entonces fue cuando cayó en manos de Carlos Rod, el editor de La uña rota, que se quedó fascinado con las cartas y dijo: “Vamos a publicar esto”.

SHANGAY ⇒ ¿No te dio miedo publicar tanta información sobre tu vida privada?

CELESTE ⇒ No era muy consciente entonces; si es que hubo algún pudor, apareció ya con el libro publicado. Tuve una pequeñita crisis de ansiedad que me revolvió porque pensé: “Wow, me estoy abriendo aquí delante de cualquiera que lo vaya a leer”. Pero ya tengo la suficiente distancia en relación al libro, han pasado tres años como para verlo desde otro lugar; yo ya no estoy ahí y el proceso de evolución es bastante considerable. Además, atraviesa el proceso de cuando comienzo a hormonarme hace siete años, y termina entonces. Yo ya me veo en otro lugar.

SHANGAY ⇒ En el libro cuentas que oficialmente (según el Estado español) Celeste comenzó a existir en 2018… Sin embargo, Celeste ha existido siempre.

CELESTE ⇒ Celeste ha estado ahí siempre, pero estaba tan agazapada, tan escondida… que yo no era capaz ni de pensarla. Y a raíz de un acontecimiento, empecé a darme cuenta de que no me quería morir sin ser quien soy, o más bien, sin construirme como quiero.

SHANGAY ⇒ ¿Crees que la situación mejora para las personas trans?

CELESTE ⇒ Sí, absolutamente.

SHANGAY ⇒ Desde luego, existe más visibilidad que hace unos años…

CELESTE ⇒ Claro. Hace poco me invitaron a una charla aquí en Las Palmas de Chrysallis, la asociación de niños trans, y había una niña de nueve años siendo quien quería ser, algo que antes era impensable… Me emocionó ver a sus padres dando las gracias por la ayuda recibida, “porque hemos podido entender lo que le estaba pasando a nuestra hija”. Ver a una niña de nueve años con esa cara de alegría es una maravilla. Yo tuve una adolescencia horrorosa como otras muchas mujeres… Y no digo que esta visibilidad actual no sea una técnica de marketing, pero si lo es, resulta necesaria. Cualquier cosa que nos haga más visibles, cualquier cosa que nos enfrente con el machismo y con la transfobia es positiva.

SHANGAY ⇒ En la contraportada del libro se dice que es “un diario vital escrito a dos manos”. Sin embargo, en el libro hay muchas más identidades que hablan, conviven y comparten espacio en el papel… ¿Cuántas voces hablan en el libro?

CELESTE ⇒ Qué bonita reflexión acabas de hacer… Pues no sabría decirte un número, pero desde luego yo estoy en ese impasse, en ese estado de crisálida en el que empiezas a construirte como mujer pero no dejas de ser lo que eras… Todo en el comienzo del libro está ahí fluyendo entre esas dos identidades, entre Mauricio y Celeste. De hecho, en el libro Regina me llama Mauri…

SHANGAY ⇒ Pero las cartas están dirigidas a Celeste, las dos personalidades están ya conviviendo en el papel físicamente.

CELESTE ⇒ Totalmente. Y en Regina también es muy evidente porque en Regina está Regina y quien está detrás. Yo también hablo mucho en el libro de cómo me construyo a través de la mirada del otro. Como los hombres que vienen a casa, mis amantes, me construyen… Esa también es otra mirada. Por lo que tienes mucha razón, hay muchas identidades que conviven en el libro.

“Yo elegí ser puta, yo lo elegí, nadie me lo impuso. Yo lo elegí, y además me empoderó”

SHANGAY ⇒ En el libro se trata mucho el concepto de ‘puta, hasta el punto de llegar a una apropiación del término… ¿Qué significa para ti ser una ‘puta’ y qué reivindica esta palabra?

CELESTE ⇒ Bueno, ser puta es una realidad. Yo comencé a prostituirme coincidiendo también con la hormonación. Cuando empiezo a hormonarme y empiezo a construirme como cuerpo femenino pienso que puedo conseguir dinero con ello. Y luego, para mí decir ‘puta’ es una necesidad para normalizar esta palabra.

Pues sí, soy puta. Puta no tiene ningún sentido peyorativo. Puta es una realidad como cualquier otra, puta es una realidad como lo es la empleada de un gran almacén. No quiero pensarlo de otra manera porque no quiero llevar una carga peyorativa a un término que es lo que es. Otra cosa son los temas de trata y esclavitud, que no pasan solo con la prostitución, pasa, en muchísimos más ámbitos. Entonces, ¿por qué cargamos a la prostitución con ese halo de horror? Yo elegí ser puta, nadie me lo impuso. Yo lo elegí y, además, me empoderó. Yo marco las pautas, las pacto, pero también las marco. Es un tema que quiero normalizar, por eso digo que ‘puta’ fue el primer nombre de mujer que me pusieron: la primera vez que me trataron de mujer, me dijeron puta.

Fotografía de Celeste por Miguel Balibrea.

Fotografía de Celeste por Miguel Balibrea.

SHANGAY ⇒ Y a partir de ese calificativo, pudiste construir una de las tantas identidades que viven en ti…

CELESTE ⇒ Exactamente. Ahora mismo la prostitución es un tema que he apartado, porque me cuesta mucho más marcarme los límites y siento que esto empieza a superarme… Me hace estar las 24 horas pendiente del teléfono, y me doy cuenta de que esto ya no lo estoy disfrutando sino que empieza a ser más que nada una carga. Desde hace cuatro meses, tengo los clientes que tengo, que son los de confianza, pero ya no me anuncio ni tengo tanta visibilidad como puta.

SHANGAY ⇒ En tu escritura vemos cómo te alejas del lenguaje académico, y tú misma descompones las palabras para darles unos nuevos significados… ¿Cómo se te ocurren estas variaciones?

CELESTE ⇒ Es un juego que me encanta hacer. A mí me encanta jugar con la palabra, creo que es algo que es innato en mí. No me siento con esa capacidad a la hora de escribir, aunque creo que cuando Regina y Celeste estaba en un momento de mucha lucidez y empecé a jugar con las palabras, porque a mí me gusta mucho cambiarles el sentido y darles un nuevo significado. Igual tiene que ver con la idea de construir una nueva identidad con la palabra. Para mí, la palabra construye la realidad, eso es impepinable; y también construimos nuestra identidad a través de la palabra, claro, no solo con la química o las prótesis. Yo, como trans, también me construyo muchísimo con la palabra, por supuesto. Es una herramienta más.

SHANGAY ⇒ El libro termina el 27 de noviembre de 2017. ¿Cuál es tu relación actual con Regina? ¿Os seguís escribiendo? ¿Habrá una segunda parte del libro?

CELESTE ⇒ No nos escribimos. Cuando supimos que el libro iba a ser publicado yo, automáticamente dejé de escribirle porque… ¿qué le iba a contar ya, desde qué lugar iba a escribir? No por el sentido en sí mismo, sino porque si tú sabes que hay alguien más leyendo… empiezas a escribir de otra manera.

SHANGAY ⇒ ¿Perderías ese punto de vista de refirirte a Regina y empezarías a pensar más en el lector?

CELESTE ⇒ Eso es. Ya no hay intimidad, dejamos de escribirnos automáticamente.

SHANGAY ⇒ ¿Entonces no habrá segunda parte del libro?

CELESTE ⇒ No. No la habrá. Ahora lo que sí ha pasado es que he conocido a una chica trans de Tenerife una artista que me encanta y que se llama Dani Curbelo. Con ella tengo una relación epistolar, pero a través de WhatsApp, muy desenfadada. Hemos hecho un fanzine que presentamos en Barcelona y tiene un enfoque muy diferente, porque es menos intenso. Regina y Celeste fue un libro muy intenso del que me costó deshacerme, hice incluso un ritual para ello que tengo grabado en vídeo y que presento en mi nueva pieza. Y con Dani tengo una relación en la que hablamos de todo desde cocina, cosmética… Muy ligero y muy divertido.

SHANGAY ⇒ ¿Con qué nos sorprenderá Celeste en el futuro?

CELESTE ⇒ Continuamos con la gira de Matarile con el Daimon, y luego es probable que el año que viene participe en la jornada de identidad y género y violencia de Murcia que organiza Juan Nicolás. Me han propuesto producir una obra, y me gustaría poder trabajar directamente allí con gente de Murcia y presentar algo con mujeres trans de allí, creo que es la forma de llegar a más sitios.

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