Desde hace más de una década, Topacio Fresh e Israel Cotes regentan La Fresh Gallery, una de las galerías de arte más alternativas y transgresoras de Madrid, y un espacio multidisciplinar donde tiene cabida lo más kitsch y random que pueda sostenerse sobre una pared. Pero el camino hasta el éxito, y hasta formar una de las familias LGTB más visibles de nuestra sociedad, sobre todo en el caso de Topacio, no ha sido ni mucho menos fácil. “Inmigrante, latina, transexual, mujer…, tengo unos hándicaps que él no ha vivido. Me tuve que ir de mi país porque no tenía trabajo, me escapé de mi familia porque no aceptaban mi forma de vivir, aunque luego arreglamos la relación… Me tuve que acomodar a mi nueva vida. Y aquí, Israel es la familia que formé, junto a todos nuestros amigos, un vínculo que trasciende al amor; fui adoptada en cierto modo y, a base de compartir, somos uno”, recuerda con nostalgia.
Israel también dejó su ciudad, Barcelona, para instalarse en la capital, aunque ambos viajan allí juntos en fechas señaladas, y esas reuniones son el perfecto ejemplo de que España está preparada para aceptar todos los tipos de familia. “En casa de Israel son cinco hermanos, cuando nos juntamos más de treinta en Navidad, por ejemplo, hay desde una chica lesbiana con su pareja, gais y matrimonios divorciados hasta unos padres que tuvieron que aceptar a una mujer transexual como yo. Y se crea una armonía donde todo funciona”, afirma Topacio. “Y ese es el reflejo de la sociedad en la que vivimos, no entiendo por qué no debería ser así, si vives tu vida de puertas para dentro sin molestar a nadie. Y a quién le importa”, apostilla Israel.
Esa experiencia propia es la que les hace ser tan optimistas y reivindicar la diferencia, aunque el auge de la ultraderecha se haya afianzado en los últimos meses en regiones como la madrileña. Topacio no tiene dudas: “Imagínate, tanta gente que vive aquí en Madrid y que venimos de otro lugar… Más allá de que podamos tener pensamientos diferentes con respecto a los más convencionales, somos visibles. Vamos al mercado como los demás, tenemos nuestra galería de arte… No estamos escondidos”. Israel, por su parte, coincide con su mujer. “Yo estoy convencido de que avanzamos, lo que pasa es que hay unos poquitos que hacen mucho ruido. Me da pena, pero no los políticos, sino las personas que les votan y que están siendo manipuladas a su antojo. Somos un blanco populista, y me entristece que algunos se dejen llevar por cuatro consignas”, añade. “A mí nunca me tocó una vecina de Vox que me haya puesto una pegatina homófoba o me haya pintado en la pared. Y mira que trabajo en el Barrio de Salamanca… Pero jamás he tenido ningún problema por mi condición. Lo que dice Israel es verdad. ¿Tan importantes somos? Se nos utiliza como herramienta de marketing, dicen dos o tres burradas y se difunden por todos los medios. No sé qué daño hacemos a la ultraderecha para que se use nuestra imagen, quiero creer que no somos la verdadera diana”, concluye Topacio.
Uno de los grandes retos que tiene una pareja que comparte empresa es saber gestionar las situaciones del día a día, por aquello de no llevarse el trabajo a casa. Ambos se apresuran a explicarnos que trabajan juntos…, pero no revueltos. “No tenemos las mismas obligaciones. Yo soy el corazón de la galería, y él las manos. Ni él se mete en mi trabajo, ni yo en el suyo”, explica Topacio, y añade entre risas que “lo preferimos así, cada uno con su espacio. Incluso él trabaja por la mañana y yo por la tarde, para no coincidir. Es que los artistas no madrugan, tú sabes… Y así podemos turnarnos para cuidar a nuestras perritas”. Israel también lo tiene claro. “Yo creo que así es mejor, porque si te ves 24 horas al día… No lo sé, no hemos vivido eso. Compartimos las inauguraciones y las fiestas, eso sí”. Demuestran una simbiosis perfecta, incluso ante los posibles obstáculos que hayan podido tener como familia LGTBI. “No nos ha ocurrido nada que no pase por ahí”, cuenta Israel. “Los golpes que te da la vida no han tenido que ver con ser familia LGTB. Sí he vivido la peor época del sida, con amigos míos que han muerto por culpa de la enfermedad. Personas que morían solas, y a las que sus familias tenían excluidas”.
También coinciden a la hora de definir su pareja, donde no hay hueco para el poliamor. “Yo soy más tradicional en ese sentido, y no me veo dispuesta a compartir vida, cama, sexo. Tengo amigos que son parejas abiertas, que hacen tríos y tienen relaciones fenomenales. Aunque a veces no sale tan bien, porque puedes acabar enamorándote del otro, aunque eso nos puede pasar a todos”, afirma Topacio ante la atenta mirada de Israel. Que fue quien convenció hace unos años a su mujer para ser madre, aunque tienen claro el método por el que habrían optado. “Cuando tenía ganas, entre los 30 y 35 años, hubiese elegido la adopción, supongo que por haber visto de cerca la pobreza y la necesidad, aunque no tengo nada en contra de la gestación subrogada. Y no empieces a hacer cálculos sobre mi edad…”. Y prosigue: “Pero eso ya pasó, tengo familia perruna y disfruto mucho los hijos de mis amigos, los cuido cuando se van de vacaciones… Creo que habría sido una buena madre”.
AGRADECIMIENTOS: INTERIORISMO MARISA GUTIÉRREZ