A pesar de haber recibido tanto desprecio y odio por parte de la sociedad heteronormativa que ha predominado durante muchos años, lo fuerte llega cuando hay también homofobia dentro del propio colectivo LGTB. Ya no es solo la homofobia; la plumofobia también es real.
Comentarios como «madre mía, pero qué maricón» o «cómo se te nota la pluma, chico» han llegado a nuestros oídos en más de una ocasión a lo largo de nuestra vida, segurísimo. Pero, ¿por parte de otro homosexual? Hace tiempo que se empezó a visibilizar una nueva discriminación dentro del propio colectivo en contra de las personas que mostraban comportamientos diferentes a lo «socialmente aceptado» en función de su sexo. Es decir, los hombres deben mostrarse masculinos –de lo contrario «pierden mucho aceite»– y las mujeres femeninas.
La plumofobia es la degradación de la homofobia, de una se pasa a la otra. Así le ha pasado a este usuario de Twitter en una conversación con otro chico gay que parece no mostrarse de acuerdo con ser uno mismo sin preocuparse de lo que piense el resto.
Bueno, bueno, mi parte favorita es en la que compara la diferencia entre ser gay y maricón, con el gazpacho y el salmorejo: «Parecen lo mismo, pero no». Encima, lo más gracioso de todo es que se ofende al ver que no le da la razón en lo que dice, y ese es el principal problema: se pide respeto cuando no se respeta a los demás. ¿Y queremos igualdad? Todavía hace falta mucho camino para conseguirlo, y las pruebas están aquí.La homofobia existe y está también entre el propio colectivo. pic.twitter.com/i7x2O1vcl0
— Elliot Ortons (@SirElliotOrtons) April 27, 2020