'Soy hijo de dos madres lesbianas' de Roy Galán: lo más bonito que vas a leer el Día de la Madre

El escritor y activista LGTBI Roy Galán ha escrito este maravilloso texto dedicado a sus madres lesbianas. Una forma preciosa de celebrar el Día de la Madre.

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3 mayo, 2020
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El escritor y activista LGTBI Roy Galán ha escrito este maravilloso texto dedicado a sus madres lesbianas. Lo publicaba en su perfil de Instagram hace una semana, ilustrado por un fotograma de la película La Belle Saison, de 1971.

Somos grandes seguidores de las publicaciones de Roy en sus redes sociales. Muchas están dedicadas a sus madres, a las mujeres, a las lesbianas y al colectivo LGTBI en general del que, además, forma parte.

Ya os hemos dicho que este escrito no lo ha publicado en el Día de la Madre, pero compartirlo íntegramente nos parece una manera preciosa de celebrar la efeméride. Y es que Galán nos ha vuelto a tocar el corazón. Os recomendamos que, si no lo hacéis todavía, le sigáis en Instagram, lo leáis y lo disfrutéis.


Soy hijo de dos madres lesbianas
Roy Galán – 26 de abril 2020

Me criaron dos mujeres que se amaban y se deseaban.

Me gusta incidir en el aspecto del deseo porque parece que si romantizamos las cosas se «aceptan» mejor, que si hablamos de quererse y obviamos el placer, le quitamos «lo sucio», y entonces todo el mundo lo entiende.

Pero si hacemos eso le restamos la subversión implícita de los cuerpos.

Porque entonces el relato que se impone es el de las dos amigas, las dos compañeras de piso, las dos ancianas que se hacen compañía.

Yo no soy hijo de dos alumnas de quinto curso o de dos viudas que recogen a un huérfano y se dedican a cuidar de él juntas porque no tienen nada mejor que hacer.

Soy hijo de dos mujeres que follaban.

Y si alguna persona ve un problema con el hecho de que dos mujeres disfruten la una de la otra lo que tiene esa persona es un importante conflicto con la vida.

Mis dos madres no se escondieron nunca de nadie: fueron completamente visibles.

Y se lo pusieron bastante difícil a veces.

Dudas, pensar que había algo malo en ellas, algo enfermo que podía ser curado, insultos, misoginia, ser increpadas o cuestionadas: A saber cómo va a salir ese hijo.

Todo por no ser heterosexuales, como si fuera obligatorio serlo.

Soy hijo de dos mujeres valientes que defendieron lo que sentían por encima de lo que absurdamente se esperaba de ellas: que fueran otras personas.

Y cuando me preguntan qué significó para mí todo esto, siempre respondo que mis madres me enseñaron a adentrarme en la realidad con magia.

Me dieron ese amuleto que supone haber visto, vivido, escuchado y sentido qué significa la diversidad.

Y cada vez que alguien decía qué eran las lesbianas y enseñaba una imagen pornográfica o hablaban de ellas como si fueran extraterrestres.

Yo sabía lo ignorantes que eran y que la «normalidad» era una trola inmensa.

Mis madres quitaron malas hierbas de un precioso camino con sus besos.

Me abrieron el mundo con las manos desde el sillón de nuestra casa.

Esa en la que crecí sin juzgar y en la que observé lo que suponía hacer música desde la libertad.

Tan alta y tan alegre.

Que fue imposible escuchar.

El ruido de los demás.

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