Relatos gais (des)conectados: "El asiento vacío en el metro"

Temas: Erotismo, Mano Martínez, Pablo Paiz, Relato, Sexo gay

Capítulo 4

Tengo un asiento libre frente a mí. El tren entero está prácticamente vacío, huele mal, es tarde (o demasiado temprano) y no dejo de escuchar en bucle una canción. Pero ahí estás, en ese asiento de plástico, eres tú, eres yo, eres la persona que me gustaría observar o la persona que me gustaría que me observara. Si estuvieras ahí de verdad me iría contigo al final del vagón y me bajaría los pantalones sin que me importara que nos vieran. No eres el chico con el que había quedado en la discoteca, después de chatear un par de días, ni tampoco eres el que me la ha chupado en el baño hasta llenarle la boca, después de mirarnos en la pista durante un buen rato.

En el fondo no sé quién eres, pero sé que estás ahí, sentado en ese asiento, invisible. Eres una mezcla de todas las personas que me paro a observar, eres una mitad de todas en las que no me fijo. Eres un sueño, una sensación que de repente ha aparecido en mi cabeza. Y me pones triste, me haces preguntarme por qué no estás allí, me haces preguntarme dónde estás. ¿Dónde estás? ¿En qué parte del mundo? Te busco por el móvil, pero siempre te terminas transformando en una corrida rápida mientras estoy de fiesta, o en unos cuernos mal puestos en un piso de estudiantes. Te transformas en desconocidos con los que es fácil quedar sin que nadie se entere, en tíos que no son nada para mí y en los que dejo de pensar cuando vuelvo a mi piso, como hoy.

No creo que seas el chico con el que me he montado en aquel taxi al final de la noche, al que me he follado sin apenas darle un beso y que después no me ha invitado a quedarme. Ni siquiera creo que seas quien me espera en casa. Pero sé que existes y, por mucho que me esfuerce en pensar que no te necesito… ahí estás, sentado en mi cabeza. Eres un pensamiento, sin un peinado fijo, sin una chaqueta o una blusa, sin unas Vans o unos tacones, eres producto del alcohol y de lo más profundo de mí, pero sigues ahí, mirándome desde ese asiento, aunque hace ya un rato que no está vacío. Eres la excusa por la que me voy a quedar soltero en unos días, aunque aún estoy buscando las palabras.

¿Quién eres? No lo sé, pero vives en mí, en alguna profunda parte de mí. Eres tú, eres yo, eres todo lo que quiero que seas, y eres todo lo que no quiero. Eres todo lo que me espero encontrar, eres todo lo que espero que no. Eres el siguiente paso a aceptarme a mí mismo, el siguiente a saber quién soy y que puedo estar bien solo, que no me hace falta nadie que me complete. Pero aun así quiero encontrarte.

Eres el miedo a decir, a hacer, a perderme algo, a no disfrutar lo suficiente. El miedo a más. Eres mis ganas de dormir abrazado a alguien después, y sonreír de verdad, y que dejes de ser un desconocido más. Eres el miedo a reconocer un vacío que por más que la meto no sé llenar.

Eres eso que no me atrevo a pronunciar.

FOTO: MANO MARTÍNEZ