Nunca pensé que esta frase iba a estar de tanta actualidad. Que en 2020 íbamos a volver a gritar «En los balcones, también hay maricones». Allá por 1994, asistí a mi primera manifestación del Orgullo en Madrid. Hacía un año que habíamos empezado a organizar las fiestas dominicales del Shangay Tea Dance y, con un grupo de amigos, nos animamos a ir. El recorrido era de la Plaza de Tirso de Molina a Puerta del Sol.
Yo tenía en mi mente imágenes del Orgullo de Nueva York o San Francisco, y tengo que reconocer que me llevé un chasco. No habría más de 300 ó 400 personas. Nadie a quien conociéramos. Me pareció raro no ver ninguna cara conocida del ambiente nocturno de Chueca, ni ningún asiduo de los que no faltaban cada domingo al Shangay Tea Dance.
Había muchas chicas rapadas que llevaban magdalenas de pendientes, mucho antisistema. Me encontré con un compañero del instituto, que enseguida me aclaró que él no era gay pero que estaba allí para apoyarnos (palmadita en la espalda incluida). “Aaaah, qué bueno, ya puedo dormir tranquilo”, pensé. Lo que más me llamó la atención, aparte de las magdalenas (que yo solito deduje que debían ser una metáfora de ‘bollera’), fueron los gritos de guerra que allí se proclamaban. Uno de ellos no podía ser más premonitorio de lo que sucedería ahora, 26 años después: “En los balcones, también hay maricones”.
Cuando le pedimos un saludo a Itziar Castro para este Orgullo casero, este fue el vídeo que nos mandó con Mariola Fuentes. Ellas lo tienen muy claro.
Estamos en 2020 y nos disponemos a vivir nuestro primer Orgullo lejos de las calles, de las plazas que lo vieron nacer: el primer Orgullo virtual de la historia. La pandemia del COVID-19 y el miedo a los rebrotes nos obligan a que este año celebremos el Orgullo en nuestras casas, en nuestros balcones. Es todo igual de surrealista que los tres meses que acabamos de pasar.
Por un lado, hay ganas de fiesta y de manifestar nuestro ‘orgullo’; por otro, tristeza por todas las vidas que se han perdido, preocupación por cómo va a ser nuestra ‘nueva normalidad’, angustia por la certeza de que lo peor está por venir. Casi es mejor no pensar en nada e intentar vivir al día, disfrutando de cada momento, intentando ser feliz y haciendo felices a los que están a nuestro alrededor.
[Ilustración: Iván Soldo]
Esto ha tenido que suceder por algo, merece la pena pensar que es por algo mejor. Celebremos el Orgullo decorando nuestras casas y balcones, disfrutemos en la web del MADO [www.madridorgullo.com] de las actuaciones y actividades programadas, que nadie piense que esto es un paso atrás. El Orgullo es de todas, todes y todos, y ni un virus ni nada ni nadie nos van a impedir que lo vivamos… un año más.
¡Feliz Orgullo!