Cada 1 de agosto, y ya van 76, se conmemora la mayor batalla que vivió Polonia contra la Alemania nazi durante la II Guerra Mundial. El Levantamiento de Varsovia fue una rebelión armada que se extendió durante 63 días, en la que murieron unas ciento ochenta mil personas, dieciocho mil de ellas insurgentes; la ciudad quedó totalmente devastada, en la más absoluta ruina.
El pasado sábado, un grupo de nacionalistas polacos marcharon por el centro de las calles de Varsovia para conmemorar el evento. La marcha de este año estaba dedicada a los “crímenes alemanes sin resolver», para reclamar una indemnización por la destrucción que sufrió Varsovia.
Siguiendo la tradición, a las cinco de la tarde las sirenas sonaron en toda la ciudad durante dos minutos, para marcar la hora en que comenzaron los combates aquel 1 de agosto de 1944.
Sin embargo, antes de que todos se reunieran frente al Palacio Presidencial, algunos manifestantes exaltados quemaron una bandera del Orgullo LGTBI mientras proferían insultos y consignas homófobas. Lo hacían a plena luz del día y delante de los medios de comunicación.
No sabemos muy bien por qué, a uno de los manifestantes no le pareció correcto que otra marchara con un asta en donde ondeaban unidas la bandera polaca y la LGTB. Y ni corto ni perezoso, arrancó la tela arcoíris con mucha agresividad y entre varios le prendieron fuego en la plaza.
Entre otras muchas cosas las imágenes llaman la atención por la violencia gratuita y la impunidad del acto vandálico, contra el que apenas hubo protestas.