La columna semanal de Pepu Tabares: ¡Qué ofendidita!

Este domingo vuelve Pepu Tabares, que cada semana nos escribe su columna semanal contando sus divertidas y curiosas acécdotas. No te la pierdas.

La columna semanal de Pepu Tabares: ¡Qué ofendidita!
11 septiembre, 2020
Se lee en 3 minutos

Me están dando orgasmos cerebrales.

Lo juro. Voy en el autobús de camino al pueblo, a ver a mi madre. Llevo puesta en el YouTube música en 8D. Como si me tocaran dulce y furtivamente el clítoris con melodías. ¡Qué sensación!

Metidas ya en jarana, llegamos enseguida a Cuenca. Y es que la ciudad del alajú está cerca de Madrid para lo que se quiere… Al parar el autobús, la gente se levanta despavorida tratando de huir. Y yo, entre la siesta y la música, voy toda mojada.

La columna semanal de Pepu Tabares: ¡Qué ofendidita!

A mí el placer me produce una cantidad ingente de sudor. Sudo por cada poro de mi piel y además siendo consciente. Lo he mirado, tiene solución. Pero para ponerme botox en el sobaco me lo pongo en el entrecejo… Como me da vergüenza levantar los brazos y generar una cámara de gas portátil, llamo al señor conductor, que aún está sentado al volante:

–Saturnino, chato, ¿me echas una mano?

Conozco su nombre porque él se encarga de hacérnoslo saber. Aparte de desearnos un maravilloso viaje, al llegar, da la bienvenida a Cuenca como si fuera Disneyland.

Al bajarse de su sitio, veo que no es más alto que los asientos.

–¿Qué necesitas, moza?
–La maleta, guapo. Me la dejé arriba y tengo los brazos dormidos –le miento,
evitando mis aspavientos de folclórica recluida–.
–Pues lo tenemos complicado –se ríe–.

Siempre he admirado a la gente que atrinchera su humor en el físico. Una señora cargada de tuppers, mascarilla, gafas, pantalla protectora y una barrera olfativa de laca Nelly suelta:

–Anda que tú también… ¿Cómo vas a pedirle a la María Patiño de las conductoras que te baje la maleta?
–Señora, seré bajito pero no…
–Calla –lo aparta con un giro de muñeca digno de Copa Davis y baja la maleta–.

La columna semanal de Pepu Tabares: ¡Qué ofendidita!

La señora, muy efusiva pero poco clarividente, presencia cómo mi máquina UV de uñas permanentes cae sobre su arquitectura peluquística.

La deja K.O. De un golpe. Ni el tenista Andy Roddick con su mítico ace. (No sé por qué, pero hoy me he levantado creyéndome Serena Williams).

Enseguida, Saturnino se abalanza sobre ella para levantarla:

–¿Está bien…?
–Sí, creo que sí –aturdida, la señora se airea el pelo–.
–¡Milagro! ¡Dios bendiga los fijadores! –suelto ligera–.
–No quiero oír ni una palabra que salga de esa boca.
–Señora, que ha sido usted quién se ha metido en la conversación.
–Fue supervivencia.
–¿Qué insinúa?
–Que mi exceso de laca compensa tu falta de desodorante.

La columna semanal de Pepu Tabares: ¡Qué ofendidita!

¡Qué soberbia! He de matizar, que los desodorantes naturales no me camuflan como deberían. Y es que no hay nada como lo artificial… Le hago saber:

–Llevo piedra de alumbre, huela –levanto el alerón–.
–Encima de guarra, peluda.
–Feminista.
–Ahora lo llaman así.
–No os peleéis –media Saturnino–.
–Ha empezado esta señora llamándote “la María Patiño de las conductoras”.
–Una no puede ni hacer bromas…
–No sin entender una crítica –sentencio–.
–Ofendidita.

El solo término “ofendidita” me pone frenética. ¡Qué impotencia! Puede que hacerme la Playmobil para que me bajen la maleta no haya estado bien, pero criminalizar a las “ofendiditas” no es libertad de expresión, es machismo intravenoso.

Aunque ofendernos nos podemos ofender todas, pero con un poquito de causa, digo yo. Lo único bueno de todo esto es que Saturnino ahora es mi fan. Nos hemos intercambiado los números, a ver qué pasa… Y es que, como dice María Jiménez, “yo no busco la aventura, la aventura me busca a mí”.

PD: Este partido dialéctico de tenis ha quedado en empate. La señora se llama Conchi, y acabé haciéndole las uñas en la estación de autobuses. Allí me contó que en el pueblo se meten con su peinado por extravagante. Y es que nadie se libra, todas somos víctimas y verdugos de alguien. ¿De quién seré verduga yo?

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