Relatos gais (des)conectados: "Qué fácil es ser activo"

Temas: Erotismo, Mamada, Mano Martínez, Pablo Paiz, Relato, Sexo gay

Capítulo 15

Miro mi teléfono. No me ha escrito aún, después de darle mi número antes de que se fuera de la sauna y me dejara allí con mis amigos. ¿Será de esos que no escriben hasta varios días después por lo que puedan pensar los demás, por hacerse el interesante?

Dejo de preguntarme por qué no contacta conmigo y entro en la aplicación, donde me encuentro varios mensajes de un chico con el que había hablado esa misma mañana. Tiene en su perfil puesto XXL, y de descripción solo pone hombre y que mide 1’90. Pienso que tiene que ser un activazo, pero cuando sigo hablando con él me doy cuenta de que no. De repente me pasa una foto de un rabo enorme, lo compara con un bote de lubricante Durex y es casi el doble, le digo que se la quiero comer. Me dice que hoy él también está mamón, y que le pasé yo la foto de mi rabo. Lo hago, y me dice que quiere quedar conmigo, que me la mama mientras yo le sobo el suyo.

Será que llevo demasiados días sin correrme, haciendo que se corran los demás sin preocuparme por mí (igual que ellos), pero de repente la idea de que me la coman me está pareciendo tentadora. Y además estamos muy, muy cerca. Me parece cómodo y es tarde; no tengo que limpiarme tanto, puedo ir tranquilo, no me tengo que rayar por lo que tengo que llevar o dejar de llevar. También puede ser porque solo es una mamada. Además, quiero ver ese rabo de cerca.

Llego allí, es un cuarto sin ascensor, un piso interior muy oscuro, un sofá y una cama litera justo en la esquina. La situación es rara, me recibe en calzoncillos y después de ofrecerme un vaso de agua y de rechazarlo me siento en el sofá, como me había dicho que hiciera por el chat. Luego empieza a sobarme el rabo y a lamerlo por encima del pantalón. Después me deja desnudo de cintura para abajo y empieza a comérmela, mientras me fijo en el porno que ha dejado puesto en la televisión.

Le miro a él, se está tocando el rabo y se la saca, es gigante, y mientras se pajea le observo y me da morbo. Es mayor, es raro, pero lo hace bien. Le veo disfrutar mientras se esfuerza. Coge un poco de popper, lo huele y después me da a mí. Entonces empieza a hacerlo más rápido, me gusta, y pienso en decirle algo, como lo que me hubiera gustado que me dijeran a mí. Le digo que siga así, le pregunto si tiene hambre. Él está con la boca llena, y me responde entre murmullos. Es entonces cuando me doy cuenta de lo ridícula que me parece la situación. Es morbosa, me la pone dura, pero no es con lo que yo me lo paso bien. No es normal que esté al otro lado, así que me centro en mirar de nuevo la televisión. Él vuelve a coger el bote, y sin que apenas se me haya pasado el efecto de antes me vuelve a dar, esta vez cojo más. Cierro los ojos y dejo caer la cabeza mientras intento sentir todo lo que pueda, y me imagino a otra persona ahí abajo.

De repente noto cómo viene, por culpa del popper, y me siento ridículo pero sin apenas poder hacer nada, porque sé que estoy a apunto de correrme y no estoy acostumbrado a frenar aquello. Se la saco de la boca, y aunque me había dicho que se la quería comer entera yo empiezo a correrme en la mano. Cuando se da cuenta empieza a metérsela otra vez en la boca, intentando comerse toda la leche que pueda. Cree que eso me da morbo, pero la verdad es que mientras me estoy corriendo y le miro a la cara siento un poco de pena.

Se levanta, le miro aquel rabo enorme y totalmente duro, y pienso si me la está acercando porque quiere que se la coma yo ahora, pero aunque es uno de los rabos más grande que he visto nunca ni siquiera se la toco; la verdad es que ya me he corrido y se me han quitado las ganas. No me dice nada, ni tampoco lo intenta, y no me apetece seguir allí mientras le miro y veo que se le ha quedado un poco de mi lefa en la barba.

Mientras entro al baño para lavarme la mano, pienso en todas las veces que he estado en el otro lado. ¿Se me verá a mí así, igual de ridículo? Yo no estoy hecho para ser el dominante, puede que a lo mejor con una persona de confianza, después de todo algo sí que me ha gustado, y desde luego me he corrido, aunque fuera más por los gases y por mi imaginación, pero no me siento cómodo del todo con un desconocido que lo haga tan fuerte y tan a lo bestia. Tan cerdo todo.

Cuando salgo pienso en decirle algo. Decirle que no debería de tragársela así y que, aunque yo le pueda decir que conmigo puede estar tranquilo, con los demás debería tener cuidado, que no se fíe así de la gente porque creo, por lo que me había dicho por el chat, que ya se la había comido hoy a un tío antes que a mí. Pienso en qué le pasará, si tendrá algún problema o alguna necesidad de quedar con tíos como yo, que no tienen un rabo impresionante, solo por el morbo de comérsela y tragárselo, sin importarle quién soy.

Entonces me preocupo, y pienso en llegar corriendo a casa y lavarme el rabo con jabón cuanto antes. Pero mientras bajo las escaleras me digo a mí mismo; también debería de tener tanta prisa en lavarme la boca después de habérsela comido yo a un tío, y no normalmente no la tengo, ¿no? Prejuicios, después de todo.

A llegar a casa me vuelvo a conectar solo por curiosidad, pienso si me habrá escrito algo, pienso si él esperará que le diga yo algo. Me da vergüenza escribirle algo después de haberme corrido tan rápido. Además, ¿voy a darle las gracias o qué? No me ha dicho nada, tampoco me ha bloqueado. Pero justo al lado veo otro perfil: Mamón Ya: te espero de rodillas te sacas el rabo y me pones a mamar hasta lefarme y te piras. Y un poco más abajo veo otro perfil que pone más o menos lo mismo.

Qué fácil es ser activo. Pero que poco lo disfruto.

 

FOTO: MANO MARTÍNEZ