Relatos gais (des)conectados: "Nos corremos a la vez"

21. "La verdad es que a mí me daría más morbo que condujera él, y chupársela un rato mientras lleva el volante". Relato homoerótico de Pablo Paiz.

Relatos gais (des)conectados: "Nos corremos a la vez"
30 octubre, 2020
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Capítulo 21

Quedamos por fin. Me pide que le recoja en coche, le da morbo. Entrar en el centro es un puto lío, pero lo hago. Supongo que nunca lo ha hecho en un asiento de atrás. La verdad es que a mí me daría más morbo que condujera él, y chupársela un rato mientras lleva el volante. No sé muy bien que querrá que hagamos nosotros.

Me da la dirección exacta y cuando llego está esperándome apoyado en la puerta del portal, fumándose un piti. Al verme lo tira y corre hasta la plaza del copiloto, entra y me dice que ha traído cervezas frías en la mochila. Va vestido con un vaquero y una sudadera negra de chándal, como de equipación deportiva. Y sus zapatillas, que algún día fueron blancas, gastadas y poco abrochadas. Definitivamente, este tío ha sido hetero.

–¿A dónde vamos? –me pregunta X.

–No sé, tú eres el que quería el paseo en coche. ¿A dónde te llevo?

–Si te digo la verdad, ni lo he pensado –me contesta sonriéndome. No deja de mirar por las ventanillas mientras pasamos por la Gran Vía–. ¿A algún sitio que solo se pueda ir en coche?

–Hay un autocine, pero no sé si estará abierto hoy, o a estas horas. –Él sonríe y se pone a buscar la página web para ver si podemos ver una película. Después de todo, parece que no hemos quedado solo para follar, aunque no hemos dejado de hablar de hacerlo durante toda la tarde.

Aprovecho cada semáforo para mirarle, separar la mano derecha del volante y ponerla encima de su pierna. Él me sonríe mientras sigue mirando el móvil. Tiene la cara cuadrada, el pelo corto casi rapado, las orejas pequeñas, un poco de soplillo, y un lunar en la mejilla derecha justo en el límite de la barba. No puedo dejar de mirar ese lunar. Después de un rato me dice que hay una película que empieza en una hora, pero que es en versión original. Le contesto que odio las películas con subtítulos. Él sabe una barbaridad de inglés, a veces tiene reuniones en ese idioma en su trabajo. Terminamos hablamos de Juego de Tronos y de lo jodido que tuvo que ser traducir el «hold the door». Le cuento que yo suspendí el examen de inglés en selectividad, me cuenta el mes que estuvo viviendo en EE UU. Me siento cómodo. Al final aparcamos cerca del cine, sin entrar, en un descampado desde donde se ven los rascacielos iluminados. Sabemos qué queremos, sabemos qué va a pasar, pero se quita el cinturón, se gira completamente hacia mí, saca de la mochila dos latas de cerveza y me pasa una mientras él se abre la otra. Me gusta que no tenga prisa, que esté tranquilo. Empezamos a hablar de todo y nada. No es tímido, no le importa hablar, y es muy preguntón. Siempre pregunta.

–¿Alguna vez lo has hecho en un cine? –me pregunta.

–No, la verdad es que me parece más incómodo de lo que la gente se cree. Bueno, una vez se la comí un poco a un tío en una de las filas de atrás. Pero yo era un crío.

A mí nunca me la han mamado en un cine, qué morbo.

¿Quieres? –le pregunto mientras aparto la cerveza de mis manos.

–Estamos a tiempo de entrar en la peli. Total, no la vamos a ver…

–Pero eso no es hacerlo en un cine, sería más bien chupártela en un coche… Eso lo podemos hacer aquí también –le digo mientras me quedo mirándole la bragueta.

–Qué cabrón eres –me dice mordiéndose el labio y respondiéndome a la mirada mientras pega un sorbo y deja la lata en el salpicadero.

Te dije que iba a querer cumplir morbos contigo –empiezo a acercarme–. Pídeme.

–¿Lo que quiera?

–Lo que quieras. Y yo te pediré algunas cosas también. ¿Trato?

–Quiero follarte fuera del coche, apoyado en el capó.

–¿Y que no sea hoy? Porque eso no me lo pidas, hazlo y ya… –X me sonríe, ya ha pillado el juego al que quiero jugar. Se sienta un poco más cerca de mí, y le sale esa cara de cabrón que me flipa.

–Un día quiero que me la chupes en el sofá hasta que me corra, mientras fumo y juego a la play.

–Hecho. O en vez de con la play puedes estar viendo porno hetero…

–Vale. También quiero que hagamos un trío, con otro activo, y que te folle a cuatro mientras me la chupas.

–Lo que quieras –le digo mientras empiezo a bajarle la bragueta; lleva unos calzoncillos de niño pijo, de los largos con tela ligera.

–¿Y tú? –me pregunta mientras se la agarro por encima de la ropa interior, hasta que encuentro el agujero y le rozo la piel.

Quiero que te la saques cuando estés a punto de correrte, te quites el condón, me pongas de rodillas y me la eches en la cara…

–Uf. Vale –me dice emocionándose mientras nota cómo mis dedos se la rodean. Ya la tiene dura–. Yo quiero volver al chill aquel un día, y que me la mames en la terraza.

–Cuando quieras. También te voy a pedir que me hables en inglés. Y que me digas «fucking bitch» mientras me pegas una hostia y me escupes… –le digo mientras le sonrío–. Te toca.

–Quiero mearte, y follarte en la ducha después –no es mi pasión, pero lo haría por él. No sería la primera vez.

–Vale –le contesto–. Yo quiero que grabes con mi móvil cómo me la metes, y luego me lo enseñes mientras me sigues follando.

–Sin problemas –X se baja los pantalones un poco, raspando la tela vaquera con la del asiento del copiloto, dejándome más espacio para que le siga pajeando–. Me fliparía atarte las manos.

–Claro –le contesto–. Tengo unas esposas en casa… –Noto como se le pone más dura aún–. Y algún dildo también…

–Te meto uno de esos con los ojos vendados, como el primer día. Y con las manos en la espalda. Y el suspensorio puesto. Que estés en la cama inmóvil en mis manos.

–Trato –le respondo–. Yo quiero esperarte un día en bolas en casa, que entres sin decirme nada, en chándal, y me des sin quitarte del todo el pantalón.

–Quiero follarte hasta reventarte.

–Hasta que me corra sin tocarme –le contesto agarrándosela más fuerte. Se abalanza sobre mí, me empieza a besar como aquel día en la sauna. No puede más. A mí me flipa cómo besa. Termino apoyándome en el reposacabezas y salto de mi asiento sentándome encima de él. La noto dura debajo de la mía, y me empiezo a mover. Me agarro del asiento y del cinturón mientras me mete las manos por debajo del calzoncillo y me hinca la yema de los dedos en el culo. Después se me acerca a la oreja, me la muerde, y se queda respirando muy cerca.

Un día quiero follarte a pelo –me dice de repente. Paro un momento. Él me sonríe.

Ya veremos –le contesto.

Terminamos saliendo fuera del coche, cogiendo dos condones de mi cartera. Me la empieza a meter contra el capó. A mí me ha desnudado, él sigue con los vaqueros por las rodillas y aquellas zapatillas puestas. El metal del coche está frío, le siento a él caliente golpeándome por detrás. Me giro un momento para verle la cara, ese jodido lunar. Nos corremos a la vez. Hacía tanto que no me corría mientras me la meten… Puto X, puto niñato.

‘RELATOS GAIS (DES)CONECTADOS’
BREVES RELATOS homoeróticos de ficción ESCRITOS POR el periodista pablo paiz

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Relatos gais (des)conectados: "Nos corremos a la vez"

FOTO: MANO MARTÍNEZ

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