Los estudiantes españoles se ponen falda contra los estereotipos de género

Estudiantes de toda España se pusieron faldas para secundar la movilización convocada a través de las redes sociales para luchar contra el sexismo, la masculinidad tóxica y la LGTBIfobia.

Los estudiantes españoles se ponen falda contra los estereotipos de género
5 noviembre, 2020
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El pasado 4 de noviembre, estudiantes de toda España se unieron a la movilización nacional convocada a través de las redes sociales para luchar contra el sexismo, la masculinidad tóxica y la LGTBIfobia.

La intención de la iniciativa era que tanto chicos como chicas acudieran a sus centros educativos en falda para secundar la causa y, al mismo tiempo, lanzar un valioso mensaje al mundo: la ropa no tiene género.

Las redes sociales nos hicieron testigos del movimiento estudiantil, y se llenaron de una marea de fotos y vídeos de jóvenes con falda. Twitter se llenaba de mensajes de apoyo, pero también de haters que se empeñaban en restar valor al asunto.

La voz de Galicia también recogía cómo los alumnos de bachillerato del IES Eduardo Blanco Amor de Orense se habían sumado a la ciberllamada de manera voluntaria. “Es triste que en el año 2020 aún haya esos roles”; “Si yo quiero y puedo llevar una sudadera de chico, ¿por qué ellos no pueden llevar falda si lo desean?”, decían al periódico generalista dos alumnas del centro.

Un mes antes, los alumnos de la escuela secundaria de Canadá Collège Nouvelles Frontières en Gatineau, Quebec, promovieron una acción semejante.

Uno de ellos, Zachary Paulin, explicaba entonces la motivación de su protesta textil: “Hoy, probablemente viste que muchos tipos, incluyéndome a mí, llevaban una falda. Bueno, déjame explicarte la razón detrás de este movimiento. Básicamente, el hecho de que un chico lleve falda es un signo de resistencia, solidaridad y apoyo a la batalla interseccional por la igualdad de género. La doble moral sobre la forma en que la sociedad ve a nuestras mujeres y hombres es flagrante; si una mujer decide usar un traje o pantalones, ropa asociada con la masculinidad, no es gran cosa. Pero en el momento en que un hombre hace cualquier cosa remotamente femenina, ya sea ponerse esmalte de uñas, maquillaje o, en nuestro caso, una falda, los dedos son puntiagudos y se insulta. La gente dirá que no es un ‘hombre de verdad’ y automáticamente asumirán su sexualidad”.

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