JUEGOS REUNIDOS GAYPER
Habíamos estado tiempo sin vernos y sin saber el uno del otro, principalmente porque fui yo el que así te lo pidió. Te dije que no quería que me entendieras, sino que me respetaras, y tú así lo hiciste.
En esta ocasión nos volvimos a encontrar en el mismo sitio de siempre, y esa no sería la última vez. Había pasado un año ya. Sabía que era posible que aparecieras por allí de nuevo, en ese sitio, nuestro sitio. Allí fue donde nos habíamos conocido hacía dos veranos. Lo que no me podía imaginar es que fueras a aparecer tan pronto.
Apenas puse la toalla sobre la arena y comencé a embadurnarme de crema cuando escuché tu voz pronunciando esa palabra que usabas solo para referirte a mí: «¡Míster!». En ese momento quise que la tierra me tragara, pues no estaba preparado aún para aquello.
Comenzamos a hablar como si nada, y a ponernos al día como si todo. Yo hablando de menos, y tú de más. He de reconocer que hubo cosas que me contaste que no me gustó escuchar, cosas sobre gente a la que estabas conociendo, pero yo seguía como si nada, y tú como si todo. Estábamos volviendo a iniciar una partida a ese juego en el que yo siempre perdía, el juego en el que termina ganando el que menos sentimientos pone sobre el asador, que bien se podría haber llamado Juegos Reunidos Gayper.
Estuvimos más de dos horas hablando bajo un sol achicharrante. De todo lo que me contaste he de admitir que lo que más me sorprendió fue que te habías independizado, no te creía capaz de hacerlo. Y sí, sentí un poco de envidia de que no lo hubieras hecho antes, cuando nos estábamos conociendo; todo habría sido más fácil y, sobre todo, más cómodo…
Era consciente de que me estaba volviendo a meter en pantanos «terrenosos», pero he de decir que siempre me ha gustado un poco eso de enfangarme… y así terminó siéndolo. Volvimos a las idas y a las venidas, a la prosa y a la prisa, a los paseos y a las comidas, a las andadas y a las corridas…, hasta que volví a verlo claro.
Cuando te cuesta menos olvidar a alguien que continuar fingiendo, para así poder seguir jugando a un juego en el que sabes que terminarás perdiendo, ese, y solo ese, es el momento justo en el que ponerle al final de la historia el punto. Porque hay historias que siempre es mejor dejar en recuerdos.
TONTHERIDAS
«Mientras algunos hacen 2 flexiones al día para re-flexionar, yo escribo»
Poemas y relatos cortos escritos por el escritor y docente Juan Carlos Prieto Martínez
Todos los sábados en Shangay.com
ILUSTRACIÓN: David Rivas