Vanina Bruc ha vuelto a sorprendernos. Después de su primera novela, VERA, acaba de publicar Pronto seré de oro y carmín. La autora tiene tiempo para todo: escribe relatos, artículos y ensayos para VEIN Magazine, Fucking Young! y otras publicaciones de renombre, y combina estos quehaceres con su faceta de modelo, performer e ilustradora.
Pronto seré de oro y carmín, la última obra de Vanina Bruc, es un compendio de relatos que dan voz a individuos disidentes. Sus excéntricos personajes viven en sus relatos fuera de toda norma aprendida. Vanina transmite a través de estas voces fantásticas el proceso de cambio de unas vidas que no te dejarán indiferente. Muchos de los relatos se encuentran conectados entre sí, sobre todo por el gusto de la autora por las dobles perspectivas: el acosado y el acosador, el que padece y el que castiga.
En este libro encontraréis relatos en los que Vanina se mete en la mente de una diosa egipcia, en la de una bruja condenada a la hoguera por la Inquisición o una japonesa alcohólica perdida entre las calles de Nueva York. En menos de doscientas páginas, la autora consigue salir y entrar en personalidades de lo más variopinto, muchas de ellas en situaciones difíciles de imaginar.
Dos Bigotes, la editorial que publica esta obra, ha apostado por el progreso y la aceptación de nuevos roles, nuevas voces y puntos de vista en Pronto seré de oro y carmín.
Hoy hemos tenido la suerte de entrevistarla, para que podáis saberlo todo de este magnífico libro. Os dejamos con la entrevista y os animamos a que compréis un ejemplar en vuestra librería de confianza.
SHANGAY ⇒ ¿Cuáles son tus pronombres? ¿Crees que la sociedad está preparada para formular esta pregunta de una manera respetuosa?
VANINA BRUC ⇒ Mis pronombres son ‘ella’ y ‘elle’, por mi identidad femenina, y el ‘elle’ me gusta también como concepto político, ya que se sale de los márgenes de lo binario y del mundo convencional, y esos márgenes desdibujados y en blanco me resultan muy interesantes.
Sobre si la sociedad está preparada, algo no está preparado hasta que lo está. Creo que es importante que las personas trans y les aliades usemos y especifiquemos los pronombres a modo de apoyo, y toda esa fuerza sirva para que acabe resultando habitual preguntar a alguien cómo quiere que se le dirijan, sin suponer, ni leer, ni imponer. Los pronombres elegidos son una fuente de euforia y alegría para todo el espectro trans, son una muestra de identificación, y cuando no son los adecuados pueden suponer situaciones desagradables.
SHANGAY ⇒ Pronto seré de oro y carmín parece tener su propia simbología entre sus páginas. ¿Qué representa para ti el oro y el carmín en tus relatos?
VANINA BRUC ⇒ Uso muchas veces referencias de objetos iridiscentes, piedras preciosas o colores porque me sirven para expresar las emociones o energías que quiero plasmar y darles una iconografía plástica. Creo que influye el hecho de que soy sinestésica, y en mi cabeza el abanico de posibilidades de descripción en tonos, formas, gustos o texturas es muy amplio.
En el caso de Pronto seré de oro y carmín, están muy presentes por una parte la plata, como simbología de la luna y de lo femenino, de la elevación de la nocturnidad; y por otra parte el oro y carmín del título, como expresión del fuego, de renacer, de arder en unas llamas de gemas y pasar al estado siguiente, de expansión, de luminancia, de manifestación máxima de lo genuino que hay en cada una –lo positivo y lo negativo, todo–. En este libro lo veo como un estallido tras un gran periodo de contención.
SHANGAY ⇒ ¿Qué opinas de los cánones de belleza actual?
VANINA BRUC ⇒ Pienso que ahora conviven diversas estéticas y eso me parece bien, en el sentido de que no hay un único canon, o así lo percibo yo. Sí hay, obviamente, la tendencia, lo que observamos en redes, lo que sugieren los filtros que deberíamos parecer, pero pienso que es importante elegir con qué se queda una de eso y definir los propios cánones. ¿Para qué querríamos caber en uno solo? Lo fabuloso es la pluralidad.
Y por eso digo que hay que coger lo que interesa de eso, porque es posible que la tendencia te dé igual y, sin embargo, te inspiren o te veas en obras pictóricas de hace trescientos años, o en estéticas futuristas. Ante todo está siempre la amabilidad con une misme, y de allí la construcción de los propios referentes, de los propios cánones que permitan reafirmar el poder.
SHANGAY ⇒ ¿Qué opinas de la evolución del mundo de la moda? ¿Avanzamos hacia una moda sin género?
VANINA BRUC ⇒ Veo a veces ciertos conceptos de moda sin género que se basan en la neutralidad, en piezas sin forma, pero yo lo percibo de otro modo. Creo que no es cuestión de negar las formas que ya existen sino de eliminar la suposición de género de ellas; que una persona masculina lleve elementos teóricamente femeninos, o lo contrario. Así que igual no es tanto una moda homogénea sino la eliminación de la etiqueta y la asignación, que las prendas sean creadas y sean maravillosas y sean llevadas por quien guste de ellas.
Hablo claro de expresión de género, no de identidad, que no hay que confundir las cosas. A mí la verdad es que me encantan los corpiños, las faldas abombadas, las mangas de gasa, las botas altas, y la cuestión –para mí– no es que esas cosas bonitas desaparezcan, sino que no sean únicamente asignadas, percibidas, o construidas para determinadas identidades concretas.
SHANGAY ⇒ Detrás de toda mitología se suele esconder una crítica… ¿Cuál crees que es la crítica más fuerte que haces en tus relatos?
VANINA BRUC ⇒ Es algo que mientras lo hago no me doy cuenta, hay algo punk en la construcción de cada universo, de cada personaje, de cada voz, como que están estructurados desde la valentía y la apertura. Yo antes era valiente casi únicamente cuando escribía, y ahora lo soy siempre.
A veces defino lo que hago como de una elegancia punk, porque combina una voluntad innata de empujar límites y la fusión de cosas bonitas, de tragedias hermosas. Creo que la búsqueda de la belleza en lo más alto y lo más bajo es también parte de la experiencia trans. Yo quiero hablar de lo que sale del sistema, o de lo que vive en él a escondidas, de lo que se supone que encaja y en realidad no, porque las expectativas sociales son cárceles en las que nos vemos encerrades desde que somos personas pequeñas. Así que viva lo punk y vivan las outsiders, porque el mundo es nuestro por igual.
SHANGAY ⇒ En tus vídeos de promoción hablas de lo mágico queer. Explícanos más detenidamente este concepto, lo que significa para ti y su función en tus historias disidentes.
VANINA BRUC ⇒ Cuando hablo de «mágico queer» es que es lo que mejor se me ocurre para definirlas… Por un lado está lo obviamente queer de los personajes que aparecen, la performer que decía antes, la votante del Brexit que mata a los pájaros de su jardín a golpe de rifle y se larga en Navidad, el chico que vive bajo el yugo de un sugar daddy, las dos drag queens que escapan por el país en un descapotable… Todo ello es queer y todo ello me encanta, y lo mágico está presente conectado con la expansión y la luminancia que te comentaba antes.
Aun cuando hablando de cosas crudísimas, duras o tristes hay un cierto halo de esperanza o de redención cósmica en todas ellas, porque me gusta que sea así. Ese destello de esperanza, es un elemento mágico para mí. Así que la suma de esos dos estados me lleva al concepto mágico queer.
SHANGAY ⇒ Las referencias drag están muy presentes en tu obra, pero ¿cuánto hay de drag en Vanina?
VANINA BRUC ⇒ Puede haber algo ‘protodrag’ en mí, en el sentido de el drag entendido como construcción de la identidad, todo lo que eliges para representarte a ti más allá del cuerpo desprovisto de todo. Obviamente, como persona trans ese proceso adquiere una proyección más allá ya que es un estallido tras la oscuridad, y cada parte del proceso, cada decisión es un motivo de dicha y de reafirmación.
Aun así, no hay que olvidar que el drag es un arte que conlleva mucha preparación, muchas horas, mucho tiempo invertido, y eleva todo eso a una categoría distinta. Yo estoy obviamente influenciada e inspirada por mis amigas que hacen drag, por la hipérbole de ello, la exageración, y porque pocas cosas me fascinan más que los brillos, los pelos gigantes, las lentejuelas, los trajes, la pomposidad; así que por esa parte imagino que es inevitable que hable de ello y salga en lo que hago. Yo misma a veces hago pequeñas piezas que me salen, pero por ahora no lo pienso en drag como tal, sino en formas distintas de expresarme y explorar.
SHANGAY ⇒ ¿Crees que la gente comprende correctamente la diferencia entre lo trans y lo drag y la posibilidad de que estas dos realidades convivan en una persona?
VANINA BRUC ⇒ De la confusión entre lo trans y lo drag, pienso que hay quien lo entiende y hay quien no. Ser trans es una cuestión identitaria, mientras que el drag es otra cosa, una ilusión, una fantasía. Es posible ser trans y hacer drag, obviamente. Y es posible ser cis y hacer drag, obviamente. No soy una experta en la definición de esos conceptos, pero es desde luego algo muy distinto que se lleva diariamente o no, y con la mente abierta creo que es fácil comprenderlo todo, sin necesidad de saber los conceptos o nombres o diferencias estrictas.
SHANGAY ⇒ El concepto de escapar está presente en todos los relatos de Pronto seré de oro y carmín, como los personajes estancados en realidades que les disgustan… ¿Por qué esa necesidad de hablar de huida, de reventar las cadenas que les atan y cambiar de estado?
VANINA BRUC ⇒ Cuando estaba escribiendo Pronto seré de oro y carmín, me di cuenta de que sin pretenderlo, la mayor parte de las historias partían de un punto de insatisfacción, previo a estar al borde del ataque de nervios, y de que la necesidad de huida era imperante y natural en todo lo que llevaba entre manos. Una vez identifiqué eso, los escribí todos desde ese punto de no poder más, de cambiar de situación, para bien o para mal o para igual, pero de cambiarla; y me divertí mucho escenificando esas situaciones límite para hacer avanzar y evolucionar a cada uno de los personajes.
Pienso que yo misma me encontraba en una situación que me resultaba infeliz o no satisfactoria, previa a mi transición, por lo que miraba las estrellas como ellos y deseaba algo distinto: un cambio, un renacimiento que me convirtiera en oro y carmín, como les ocurría a ellos.