QUINTAS PARTES
Fue el 27 de agosto de 2017, la última vez que nos habíamos visto en persona.
Ese día yo cumplía 40 años y tú me dijiste que querías verme, que me habías comprado unos regalos que me querías dar y, además, querías que te contara de aquel viaje que había hecho ese verano.
Llevábamos ocho meses sin vernos, justo después de aquella semana de vacaciones que pasamos juntos en Navidad. Recuerdo que después de visitar el norte de Italia y de pasar Nochevieja en Barcelona juntos, tuve claro que a aquella historia había que ponerle fin de alguna manera, y sabía que era yo el que tenía que hacerlo porque tú no lo habrías hecho nunca. Sabía que me iba a costar menos olvidarte que continuar aquello de aquella manera que no me hacía ningún bien.
Ese verano quise cumplir uno de esos sueños que tenía de siempre: pasarme dos meses viajando por Asia y Australia. Pensé que sería una bonita forma de entrar en la cuarentena. Lo que no sabía entonces es que, casi tres años después, entraría de nuevo en otra cuarentena, pero de una forma diferente, cuanto menos.
Al final accedí y nos vimos. Cenamos en aquel sitio de hamburguesas y después fuimos a tu casa y me diste aquellos regalos, eso sí, después de soplar la vela de rigor. Aquella fue la última de todas.
Hay algo que pasó durante esa cena que no te he contado nunca, algo que hizo reafirmarme de que hay historias que es mejor dejar en recuerdos y que no pasa nada porque sea así, y así fue. Fue una señal de esas que te traen casi en bandeja, algo que no pasó por casualidad y que algún día compartiré en un libro que estoy escribiendo.
En estos años que no nos hemos visto han pasado muchas cosas, entre ellas la publicación de mi primer poemario. Dentro del libro hay varios poemas que tienen tu nombre, apellidos, ADN, perfume y grupo sanguíneo. Entre ellos, uno que empieza diciendo: “Cada vez te echo de menos menos…”.
Justo ayer, 26 de marzo de 2021, hice mi tercera firma de +Tontheridas en un sitio muy conocido de Alicante. Después de firmar varios ejemplares a conocidos que se habían acercado y a gente que me empezó a seguir después de aquella charla reciente con Anne Igartiburu hablando del libro, apareciste tú de entre uno de esos pasillos llenos de estanterías, como si hubieras salido de alguno de esos libros de ciencia ficción.
Tengo que reconocer que me hizo ilusión verte, tenía la sensación de que no había pasado el tiempo, aunque las mascarillas y los peinados nos hacían ver que sí. Sacaste tu libro de aquella bolsa de mano que llevabas y cuando lo abrí para firmártelo me encontré con un post it que decía “Cada vez te echo de menos más”, y tu nombre debajo. Está claro que cada uno interpreta los poemas como quiere cuando los lee, y yo no soy quien para decir lo contrario.
Dudé si escribir algo en aquella página en blanco teniendo en cuenta la de tinta dedicada que ya había dentro, pero sí, te puse esa dedicatoria que habla de las heridas tontas y no tontas que todos tenemos, y de que la lectura siempre sirve de bálsamo en el proceso de cicatrización de muchas de ellas. Al cabo de un rato nos despedimos con un abrazo, un “te quiero” por tu parte y te marchaste.
Por cierto, yo hoy comienzo lectura nueva…
TONTHERIDAS
«Mientras algunos hacen 2 flexiones al día para re-flexionar, yo escribo»
Poemas y relatos cortos escritos por el escritor y docente Juan Carlos Prieto Martínez
Todos los sábados en Shangay.com
ILUSTRACIÓN: David Rivas