Desde que el pasado 2 de julio tuviera lugar el brutal asesinato de Samuel Luiz en A Coruña, las manifestaciones contra los constantes delitos de odio han aumentado por todo el país. El caso Samuel sigue avanzando, tres de los implicados permanecen en prisión, otra está en libertad obligada a comparecer en el juzgado periódicamente y dos menores de edad han ingresado en un centro de menores. El caso sigue abierto.
Las declaraciones de la policía sostienen que no hay pruebas de que la paliza fuera propinada con tintes de homofobia, lo cual no es compartido por las miles de personas que se concentraron el pasado domingo en diversos puntos del país. Según las amigas de Samuel, las palabras que más repetían los investigados durante el asalto fueron «maricón de mierda». Dichas palabras han sido el germen del movimiento que plantea una necesaria concienciación sobre los derechos de la comunidad LGTBIQ+.
Estos días, por las redes sociales circulan miles de testimonios reales sobre experiencias de exclusión que han vivido integrantes del colectivo, todas ellas bajo el lema #YoTambiénSoyMaricón. En Twitter, el hashtag es cada vez más célebre. Las denuncias no paran de aumentar, incluso ya hay perfiles dedicados exclusivamente a ello, como el de Instagram @Yoseloquehevivido. Gracias a estos testimonios, se hace evidente que la homofobia sigue muy presente entre nosotros.
Todos estos mensajes y relatos no son sino un recordatorio de la necesidad de desarrollar políticas que defiendan los derechos de las minorías. Los delitos y mensajes de odio, sean del tipo que sean, deben erradicarse.