Álvaro Mel, protagonista de la nueva serie de Alejandro Amenábar, La Fortuna, está muy acostumbrado a posar ante las cámaras como experto influencer que es, y ahora demuestra que, tras sus primeros pinitos en televisión, está sobradamente preparado para llevar las riendas de un proyecto tan grande como este.
Alejandro Amenábar se ha vuelto a embarcar en una gran aventura, en esta ocasión su primera serie para televisión. La Fortuna consta de seis episodios y está basada en la novela gráfica El tesoro del Cisne Negro, de Guillermo Corral y Paco Roca.
En ella, Álvaro Mel, nacido en Salamanca hace 25 años, interpreta a un joven e inexperto diplomático que nada más aterrizar en el Ministerio de Cultura se ve envuelto en un caso que le obligará a ponerse las pilas para liderar un proyecto muy ambicioso: recuperar un tesoro submarino robado por el ‘pirata’ estadounidense Frank Wild (Stanley Tucci). Junto a él, la enérgica funcionaria Lucía Gil (Ana Polvorosa) y el abogado Jonas Pierce (Clarke Peters) comprobarán lo complicada que va a resultar su tarea, convertida en un asunto de estado.
Álvaro Mel reconoce que es ahora cuando por fin comienza a digerir lo que ha supuesto este proyecto para él. “Imagínate cuando me vi en el Kursaal de San Sebastián presentando la serie en el festival, menuda experiencia”. El salto de sus pequeñas participaciones en series como La otra mirada y Madres a esta ha sido enorme. Y a él no le ha asustado lo más mínimo. “Recuerdo un día que me vino Karra Elejalde [también en La Fortuna] y me dijo: “Álvaro, ¿de dónde cojones has salido? ¿No has hecho ni teatro?”. Pues no. “Lo afronto todo con naturalidad”, y afirma que ese es su secreto.
SHANGAY ⇒ ¿Ni siquiera tuviste miedo en un primer momento?
ÁLVARO MEL ⇒ Claro que sí. Hice un primer casting con Eva [Leira] y Yolanda [Serrano, directoras de casting], que siempre han confiado en mí, sin saber para qué proyecto era. A la semana me dijeron que el director me quería conocer. “¿Quién es?” Pues Alejandro Amenábar… En ese momento me quedé blanco, y fue cuando empezaron los nervios. Esto fue en octubre de 2019, y no empezamos a rodar hasta julio de 2020. Pero en cuanto comenzó el rodaje, se acabaron los nervios, porque me sentí muy cuidado por todo el equipo.
SHANGAY ⇒ ¿Te sentías cómodo rodeado de actores y actrices con mucha más experiencia?
ÁLVARO MEL ⇒ Sí, y eso que los hay muy grandes, tanto nacionales como internacionales. Con la que más trabajé fue con Ana [Polvorosa], que es de las que más he aprendido. Compartimos cincuenta días de rodaje, imagínate, y después hemos ido cogiendo mucha más confianza. También compartí mucho con Karra y con Blanca Portillo. De los internaciones, con el que más he compartido es con Clarke [Peters], que me pareció la mejor persona del mundo y un actor que me ha enseñado mucho. Una pena que, como Stanley es mi antagonista en la serie, coincidimos en muy pocas sesiones.
SHANGAY ⇒ ¿Cuánto hay de ti en el personaje?
ÁLVARO MEL ⇒ Enseguida conecté con su sensibilidad y el gusto por la música. También está el paralelismo evidente entre mi inexperiencia en el mundo actoral cuando me ofrecieron la serie y la de Álex, que nada más empezar en su puesto se ve convertido en líder de una operación para rescatar un tesoro. Con lo que menos me identifico es con sus ideas políticas; Álex es muy cerrado de mente, como de las juventudes del PP [risas].
«Amenábar es superdelicado y sensible trabajando, y a la vez perfeccionista y exigente»
SHANGAY ⇒ ¿Cómo fue evolucionando la relación con Alejandro?
ÁLVARO MEL ⇒ Le conocí tras el primer casting, me invitó a su casa para conocerme, hablar del proyecto y explicarme cómo quería enfocar el personaje. Yo estaba supernervioso, imagínate, en casa de un director al que admiro mucho. No sabía ni qué decir, básicamente me limité a escucharle. Durante el rodaje, siempre desde el respeto y la admiración, fui cogiendo más confianza con él. Es superdelicado y sensible trabajando, y a la vez perfeccionista y exigente.
SHANGAY ⇒ ¿Te metió mucha caña?
ÁLVARO MEL ⇒ No, si nunca levantaba la voz… Te deja actuar con muchísima libertad de primeras, y lo que hace es matizarte. Solo un día le escuche gritar, y porque estaba lejísimos y levantó la voz para decir “¡Corten!” [risas].
SHANGAY ⇒ La serie combina distintos géneros y dos épocas. Como espectador, ¿qué es lo que más atraía de La Fortuna?
ÁLVARO MEL ⇒ La batalla naval del siglo XIX que se recrea. Porque es algo que puedo valorar objetivamente; ni viví esa época ni viví esa parte del rodaje, y está muy bien hecha.
SHANGAY ⇒ ¿Te ha dado mucha confianza como actor protagonizar esta serie?
ÁLVARO MEL ⇒ Tampoco me lo quiero creer demasiado. Alejandro me dijo “has nacido para interpretar este papel”, y es que me iba muy bien. Tampoco significa que vaya a ser el mejor actor de España… No quiero crearme demasiadas expectativas, porque son un arma de doble filo. Ya se verá lo que pasa después, me lo quiero tomar con calma porque no tengo prisa.
«No me lo quiero creer demasiado, no tengo prisa»
SHANGAY ⇒ ¿Tienes miedo a las críticas que no sean positivas?
ÁLVARO MEL ⇒ No, porque hasta cierto punto estoy acostumbrado, y en este caso las críticas no son la resolución a un problema matemático, que solo puede estar bien o mal. El arte es totalmente subjetivo, así que estoy abierto a todo tipo de críticas, siempre que estén hechas con algún fundamento.
SHANGAY ⇒ ¿Qué tipo de críticas has recibido antes?
ÁLVARO MEL ⇒ En redes, muchas. Y también las recibí por mi papel en La otra mirada. También es cierto que, aunque sean muchos más los comentarios positivos, te quedas con el negativo.
SHANGAY ⇒ ¿Qué es lo mejor que has aprendido en los once años que llevas siendo un rostro cada vez más visible en Instagram?
ÁLVARO MEL ⇒ Que no quiero forzar nada. Porque esa vida perfecta que se comparte en redes no es real, e Instagram es cada vez más un escaparate de ventas. Por eso ahora intento compartir otras cosas alternándolas con mi careto, como obras artísticas que me gustan. Intento ser lo más real posible, porque ya llevo mucho tiempo en las redes y no tengo que mentir a nadie. Nunca lo he hecho, pero ahora es cuando más claro lo tengo.
«Instagram es un escaparate de ventas. Por eso ahora comparto cosas que me gustan, no solo mi careto»
SHANGAY ⇒ Comenzaste a estudiar Arquitectura y lo dejaste… Si volvieras a plantearte una carrera, ¿cuál eligirías?
ÁLVARO MEL ⇒ Publicidad o marketing, que me llama mucho la atención. Algo de experiencia tengo [risas].
SHANGAY ⇒ ¿Podemos decir que Instagram te salvó la vida?
ÁLVARO MEL ⇒ Claro. Estaba en Valladolid estudiando Arquitectura, acabé primero y decidí que quería depender económicamente de mí mismo, porque la carrera era carísima. Y en ese momento estaba trabajando solo como DJ, en tres discotecas. Lo que más me gusta es el house, pero pinchaba de todo. Se cruzó el hecho de que estaba subiendo de seguidores en redes sociales, y decidí irme a Madrid a probar suerte.
SHANGAY ⇒ ¿A qué crees que se debió tu boom en Instagram?
ÁLVARO MEL ⇒ A mi constancia. Subía dos fotos al día, todas con un tono de sombras azulado, porque consideraba que el azul llamaba más la atención de la gente. No sabes las broncas que me echaban los fotógrafos que me retrataban, porque todas las editaba y les ponía sombras azules [risas]. Enganché a un público al que le gustaba yo físicamente, porque obviamente lo que más veían era mi cara. Y ya entraron en juego el boca a boca y la retroalimentación con otra gente.
«No quiero dedicarme solo a redes sociales; respeto a quien lo hace, pero no es mi meta»
SHANGAY ⇒ Y te diste cuenta de que podías empezar a vivir de ello…
ÁLVARO MEL ⇒ Claro, de repente te empiezan a pagar por subir cosas. Y eso que ahora se cobra más, pero yo, cuando tenía 200.000 seguidores cobrara 150 euros por dos fotos. Ofrécele tú eso a alguien con ese número de followers… Pero entré al nicho de los primeros.
SHANGAY ⇒ Te ha abierto muchas puertas ser guapo, ¿verdad?
ÁLVARO MEL ⇒ Sí. Vivimos en una sociedad que da un poco de asco, porque el canon estético es primordial para muchas cosas. A la hora de interpretar no creo que sea tan importante, porque cada personaje exige unas cualidades. Y ojo, ¡que tampoco soy el más guapo del mundo! [risas]
SHANGAY ⇒ ¿Cómo te preparaste físicamente para el personaje?
ÁLVARO MEL ⇒ Con gimnasio y nutricionista. Acabé la cuarentena en un estado de salud lamentable. Lo pasé fatal, y como soy una persona muy activa me subía por las paredes. De repente se paralizó el proyecto, cuando ya me sabía todos los guiones, no se sabía qué iba a pasar. No sabes qué pasa en el mundo, no se sabe cuándo se retomará todo… Los disgustos me afectan al estómago, y perdí mucho peso. Por eso la nutricionista y el gimnasio, que no era para ponerme fuerte sino para volver a mi peso normal. Ahora, con todo el tema de la promo, he vuelto a perder peso. Y sí, sigo siendo una persona muy activa, pero es que los nervios me pueden, y más a mi estómago.
SHANGAY ⇒ ¿Proyectos a la vista?
ÁLVARO MEL ⇒ Acabo de grabar la segunda temporada de Paraíso, de Fernando González Molina, también para Movistar+. Y ahora quiero ir con calma, no tengo ninguna prisa.
«El canon estético es primordial para muchas cosas, es un asco. Y ojo, ¡que tampoco soy el más guapo del mundo!»
SHANGAY ⇒ ¿Te puede perjudicar tu perfil como influencer de cara a tu carrera como actor o lo piensas seguir compaginando?
ÁLVARO MEL ⇒ Voy a intentar quitarme esa mochila. Aunque no voy a renegar de lo que me ha dado de comer desde que llegué a Madrid. En la cabeza de mucha gente se va a quedar que por el hecho de subir fotos a una red social no puedo ser actor, y es una tontería. Una cosa no quita la otra, no me parece un obstáculo. Pero tampoco quiero dedicarme exclusivamente a redes sociales; respeto a la gente que lo hace, pero no es mi meta. Quiero dedicarme a la interpretación.
SHANGAY ⇒ ¿Por qué crees que mucha gente detesta a los influencers?
ÁLVARO MEL ⇒ Hay muchísima gente así, y lo entiendo. Porque quien trabaja diez veces más y gana mucho menos es lógico que no respete a quien dobla sus ingresos solo por subir unas fotos. Encima, ‘influencer’ suena ya fatal, como si fuese un insulto. Y yo mismo no me parto el lomo con esa faceta mía; me siento un escaparate, pero eso es la publicidad. Empatizo con la gente que critica al influencer porque mi madre trabaja en un hospital y gana mucho menos que yo, y es injusto. El mundo está así de mal hecho, y reconozco que yo me aprovecho un poco.
FOTOS RUBÉN VALLEJO
ESTILISMO ANTONI FOLCH
MAQUILLAJE Y PELO ÁLVARO SANPER PARA I.C.O.N. SPAIN
AYTE. ESTILISMO SILVIA VELASCO
RETOCADORA DIGITAL ANNA DÍAZ
LA SERIE LA FORTUNA DE ALEJANDRO AMENÁBAR ESTÁ DISPONIBLE EN MOVISTAR+