Capítulo 36
“Malditas ganas”
Flipo con el mensaje que me manda la chica que propuso el trío. Entiendo algunas cosas, otras no. Sobre todo después de haberme dejado follar. Pero ya he pedido perdón y no vuelvo a abrir la conversación. Que les den a los dos.
Bajo entre las demás pestañas y me encuentro un perfil sin foto. Abro la conversación sorprendido para descubrir que es “Y”. ¿Me habrá bloqueado? Aún no ha leído el último mensaje que le escribí, ese saludo una semana después de haber echado el último polvo en aquel baño. Pasa de mí. Y tampoco lo entiendo. Últimamente no entiendo nada.
Bajo un poco más y encuentro al colega que me invitó aquella vez a la sauna y a la fiesta donde todos me la querían chupar. Echo de menos esa sensación, la quiero volver a sentir mientras algún zorrón se pone de rodillas delante de mí. Le escribo, y me responde que tiene fiesta esta noche, estoy invitado. “Habrá buen material”, me responde. “Quiero correrme mucho”, le contesto yo. Vuelvo a mirar la conversación de “Y”. Le echo de menos, aunque nunca lo reconocería en voz alta. Maldito orgullo. Malditas ganas de volver a follarte. Malditas ganas de escribirte.
Un hombre con bata sale a la sala de espera, es mi turno. Al entrar me empieza a preguntar por qué quiero empezar el tratamiento, que si lo hago sin protección con chicos, que si conozco a alguien que ya tome las pastillas. Son las preguntas de siempre, como la última vez que estuve allí. Una sola respuesta: me la quiero tomar porque la gente está muy loca. Por lo que hacen los demás, no por lo que hago yo. De repente me hace una más: ¿Te han forzado a realizar prácticas sexuales? Le contesto que no, y tiene que ver mi cara porque me explica que es una pregunta estándar. “Te sorprenderían las respuestas que recibo”. Me quedo algo más callado. Me insiste en que, aunque empiece a tomar la medicación, no puedo cambiar mi estilo de vida. Que no es infalible, y que existen muchas otras enfermedades. “No hay que bajar la guardia”. Antes de irme me recomienda estar durante los seis meses que tengo que esperar lo más controlado posible para que los análisis salgan perfectos. Le digo que sí, por dentro pienso que no puedo prometerle nada.
Al salir de la clínica me encuentro un mensaje de mi colega, es la dirección del chill al que voy a ir solo unas horas después. Malditas ganas de que estés allí, de volver a encontrarnos. Malditas ganas de que vuelvas a prestarme atención, que vuelvas a necesitarme. El móvil vibra de nuevo, me pasa la foto de un tío a cuatro patas advirtiéndome que ese es para él. Malditas ganas de correrme otra vez.
‘RELATOS GAIS (DES)CONECTADOS’
BREVES RELATOS homoeróticos de ficción ESCRITOS POR el periodista pablo paiz
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FOTO: MANO MARTÍNEZ