Eli Fritchley, un chico estadounidense de 12 años, se quitó la vida en Tennessee el pasado 28 de noviembre tras meses de bullying homofóbico y todo tipo de insultos. Según sus padres, compañeros del instituto le habían llegado a decir que iba a ir al infierno por ser gay.
La madre de Eli, Debbey, le encontró muerto en su habitación. “Le dijeron muchas veces que iba a ir al infierno porque no tenía una religión y porque era gay”, ha declarado, rota. Eli era, según ha contado, «un niño pacífico que no tenía miedo de expresarse”. Le encanta el color rosa, se pintaba las uñas, y llevaba la misma camiseta de Bob Esponja a la escuela muchos días. “También se mofaban de él por llevarla tan a menudo”, añadió.
Sus padres sabían que su hijo sufría bullying, pero no eran conscientes de la gravedad de la situación. Steve, el padre de Eli Fritchley, contaba: “A Eli no le importaba que se metieran con él”. Ahora es más consciente que nunca de que el acoso verbal puede ser tan dañino como lo físico. “Las palabras duelen mucho”.
En memoria de su hijo, Steve y Debbey Fritchley van a crear una fundación para luchar contra el acoso escolar. Con el apoyo de Rob y Shondelle Lewis, propietarios de un bar que frecuentan los padres, han puesto en marcha una campaña de financiación en la plataforma GoFundMe.
“Esperemos que de este evento trágico surja algo positivo”, han declarado los padres. “Todos le hemos fallado. Es la realidad”. Ojalá esta iniciativa ayude a prevenir el suicidio de otros niñes que se encuentren en una situación similar.