Relatos gais (des)conectados: "Consejo de baño de discoteca"

44. "Las relaciones son como tomarse una pastilla por primera vez". Relato escrito por el periodista Pablo Paiz.

Relatos gais (des)conectados: "Consejo de baño de discoteca"
30 diciembre, 2021
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Capítulo 44

“Consejo de baño de discoteca”

Adopto un borracho. Estaba llorando en los baños. Diecinueve añitos, el chico con el que ha follado un par de veces se ha liado con uno de sus amigos y ahora le ha pedido que le perdone. Se me derrite el corazón. Bienvenido a la ciudad, mi niño.

Me pregunta por qué somos tan guarros, yo le respondo que nos viene de la época “troglodita”, de necesitar corrernos todas las veces que podamos, con todas las parejas que podamos, para tener la mayor descendencia posible y que la especie perdure. Aunque bueno, claro, nosotros hijos pocos. Él se ríe. Me pregunta entonces que cómo se tiene una relación en este mundo, en nuestro mundo. Y allí, sentado en un lavabo atrancado con un vaso de tubo roto, se lo cuento. Las relaciones son como tomarse una pastilla por primera vez, al principio crees que no estás sintiendo nada del otro mundo, pero empiezas a bailar hasta que no puedes dejar de abrazar a alguien. Y te crees que no vas a poder ser más feliz en tu vida. Y disfrutas cada minuto y te crees que lo controlas, y que todo lo malo a tu alrededor ha desaparecido y no va a volver. Pero luego te rayas, empiezas a ver cosas donde no las hay y crees que tienes que separarte de todo. Y claro, no quieres que se acabe y terminas tomándote otra porque quieres más, porque quieres estar como antes. Y lo fuerzas, y es lo peor que puedes hacer porque nada dura para siempre, ni la pastilla ni el amor. Y siempre acabas igual, echo una mierda al día siguiente.

Me mira con cara rara, no sé si está tan borracho que no me ha entendido o es que nunca se ha enamorado. Tiene buen culo, pero creo que necesita que le escuche y no que me lo folle. En cualquier caso le doy otro consejo de baño de discoteca: “¿Por qué quieres un novio?”, le pregunto. “¿Tú no quieres uno?”, me contesta él. Claro, claro que quiero. Pero no voy a empezar una relación con el primero que me guste y parezca que funciona un poco. No, así es como la gente acaba en uniones tóxicas en las que por no perder dos años juntos pierden dos más dándose excusas, o media vida por miedo a estar solo. Y se lo digo yo que estuve años saliendo con chicas. Claro que quiero una relación, pero por mucho que haya querido estar con algún pibe, que me haya enamorado, que eche de menos a otros y que a veces me los vuelva a follar, no voy a agarrarme a algo de lo que no estoy seguro nunca más. Si vuelvo a tener pareja que sea la mía, la de verdad. Que sea con quien no tenga dudas o al menos no tantas. Que me proponga hacer tríos y me cuide a la vez, que compre vuelos de avión sin avisarme y me lleve al aeropuerto con los ojos vendados, que me anime a ir al gimnasio y a sentarme a leer cuando él también lo haga, que escoja sin vacilar qué comer o qué peli ver cuando a mi no me apetezca pensar. O a lo mejor esto es solo lo que veo en otras parejas de Instagram y me da envidia, aunque sepa que la mitad es falso. Me conformaría con alguien que sepa que el amor extasiado del principio se acaba, y que después solo nos va a quedar lo que hayamos construido juntos hasta entonces, espalda con espalda, y las ganas de seguir adelante. Algo más que sexo y cosquillitas. Algo más que fiesta y noches de Netflix.

¿Qué es lo que quiero de verdad en una pareja? Que me mire y sepa que voy a llegar donde quiera llegar junto a él, y que yo le voy a llevar de la mano hasta donde me pida. Y si no es así, si después de follar un par de veces conmigo se lía con mi amigo, si después de pasar un verano juntos decide hacerme ghosting, si después de meses me doy cuenta de que no me gusta cómo piensa o cómo actúa, que no me trata como merezco o simplemente no es para mí… ¿me voy a emborrachar tanto como para acabar llorando en un baño? Next.

Mi acogido me abraza aún con alguna lágrima. Me dice que se arrepiente, yo le digo que arrepentirse de lo que ya has disfrutado no sirve para nada. Que le quiten lo bailao. De todo se aprende, sobre todo de lo que te hace sufrir después de haberte hecho sonreír. Ya lo verá así cuando esté cerca de los treinta como yo, aún le queda mucho por vivir aunque todavía no entienda que no está en su momento de tener novio, sino de conocer personas y conocerse a él mismo a la vez.

Nos hacemos un selfi en el espejo, acierto a decirle mi nombre de usuario pero intuyo que no va a llegar a subirlo a ninguna red social. Los dos sabemos que cuando salgamos de allí ya no seremos amigos, siempre pasa lo mismo, y si nos volvemos a cruzar sería raro que nos reconociéramos. Esta amistad, igual que mis lecciones de vida, quedará olvidada entre los azulejos pegajosos por las copas derramadas y el olor a orín. Ojalá le haya cambiado la vida este momento, ojalá se acuerde de algo mañana. Ojalá me acuerde yo, y me aplique el cuento.

Antes de despedirse, mi adoptado me mira profundamente a los ojos una vez más y me hace una última pregunta: «¿Y por qué te has emborrachado tú hoy?”, me dice con ternura. Yo le devuelvo la sonrisa y le contesto decidido: “Porque no sabes lo jodido que es esperar a que esa persona aparezca mientras aprendes a estar solo. Y yo ya me he tomado dos pastillas esta noche”.

‘RELATOS GAIS (DES)CONECTADOS’
BREVES RELATOS homoeróticos de ficción ESCRITOS POR el periodista pablo paiz

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FOTO: MANO MARTÍNEZ

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