Relatos gais (des)conectados: "El polvazo que me hacía falta" (parte 2)

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Capítulo 47

“El polvazo que me hacía falta” (parte 2)

Le obedezco, me pongo a cuatro patas. Para mi sorpresa, el anfitrión empieza a comerme el culo con mucha intensidad. Al principio creo que lo está haciendo para que disfrute yo, pero después de un rato escuchándole entiendo que se lo está pasando mejor él. Después se incorpora de forma inesperada y me la mete de golpe, hasta el fondo, haciendo que le maldiga por un momento. Pero su mano me tapa la boca para que no pueda decir nada. Los prejuicios dicen que los negros dan mucho más fuerte que los blancos, pero en este caso no es así porque este blanquito me está destrozando mientras que el mulato me mira sin saber muy bien qué hacer.

Empieza a follarme, y a golpearme con su mano abierta dándome cachetadas en las dos nalgas hasta hacerme daño, hasta que me retuerzo y casi me la saco de golpe. Me pongo una mano encima del culo, tapándome la zona para no recibir otra hostia tan seguida. Pero él me la aparta, me dice que si no quería eso que me hubiera quedado en casa. Por un momento sus palabras me ponen cachondo, pero sigue doliendo. El mulato se intenta poner detrás del anfitrión, como para metérsela a él a la vez, pero le aparta y le lanza un “quita” bastante agresivo mientras se sigue desfogando conmigo. Vuelve entonces a su posición, frente a mí, y me mira con empatía, porque intuye que no lo estoy pasando tan bien con cada golpe. Tiene razón, aunque no puedo explicar cómo estoy disfrutando a la vez, cómo las embestidas que me empieza a dar son tan rápidas y tan fuertes que me impresiona cómo me hace sentir, la manera en la que me hace cerrar los ojos. Me flipa, me lo merezco, y estoy por pedirle que me agarre con más fuerza las muñecas mientras me empuja hacia él.

De repente me da de nuevo una torta y me cuesta bastante aguantarla. Noto la piel ardiendo, latir, casi le suplico que no me dé otra, pero su mano vuelve a descargar toda su rabia contra ese mismo lado y después me agarra de la cabeza, apoya una rodilla en la cama para penetrarme aún más fuerte. Me tira del pelo con tanta violencia que puedo sentir algunos desprenderse de mí, y el cuello casi llegando a su límite, pero le siento tan dentro… Se me escapa una lágrima que llega hasta mis labios.

Por un momento me da un respiro, me empuja la cabeza contra el otro chico y sale de mí. “No voy a poder correrme” dice casi para sí mismo, y vuelve a desaparecer por el pasillo. Respiro un momento descansando pero sigo demasiado cachondo como para parar ahora. Me quedo mirando de nuevo al mulato, me sonríe y voy a ponerme a mamar de nuevo cuando me frena. Lame algunos de sus dedos y los pasa por la zona donde antes su amigo me ha estado azotando tan fuerte. Al sentir su tacto me estremezco, duele y me calma a la vez. “¿Quieres correrte conmigo?”, me pregunta. “Quiero hacer que te corras tú”, le contesto. Me sonríe negando con la cabeza y me agarra las dos piernas para ponérselas en sus hombros. Se pone otro condón, empieza a meterla con calma pero yo ya estoy abierto. Cuando está dentro del todo se queda quieto y se acerca para darme un beso. Mientras empieza a coger ritmo puedo ver de nuevo a nuestro anfitrión en el marco de la puerta, pajeándose mientras nos mira, y al ver que me doy cuenta de su presencia vuelve a desaparecer.

FOTO: CUÉNTASELOANTO