CAFÉ CON AROMA DE PACO
Ahí estaba yo, al lado de los contenedores de la basura esperando a Paco. Era la primera vez que lo hacía, no lo de quedar con un chico pero sí lo de hacerlo en un sitio así. Para Paco sin embargo era la primera vez tanto en lo primero como en lo segundo, como me explicaría más tarde.
En ese momento avisé a mi cita de que ya había llegado y este me contestó diciendo que «tardaba un minuto”. Durante esos sesenta segundos yo no dejaba de repetirme una y otra vez: “que sea tan guapo como en la foto”. Digo esto porque ya me ha pasado alguna vez eso de quedar con gente a la que solo conoces por fotos que luego no resultan ser ellos o si lo son, lo son de cuando Jordi Hurtado hizo la primera comunión.
Nos habíamos visto solo en fotos y habíamos intercambiado algún que otro audio y he de reconocer que me encantaba su voz y ese acento sevillano…
Yo estaba de vacaciones en aquella isla, llevaba ya unos días y era el primer chico con el que quedaba… En esas apareció Paco con dos bolsas de basura que echó en el contenedor amarillo y en el verde, por separado, para seguidamente saludarme dándome un buen apretón de manos. Noté que estaba algo cortado tanto en su media sonrisa como en el color sonrojado de sus mejillas. Yo sin embargo estaba bastante contento porque efectivamente, el señor de los mantras me había hecho caso y sí, era igual de guapo que en la foto.
En un principio habíamos quedado para ir a tomar un café a un bar que estaba cerca de allí, pero él me preguntó si prefería tomármelo en su casa, a lo que contesté que me daba igual. De camino, le pregunté que si solía quedar con todas sus citas en ese lugar tan romántico lleno de olores putrefactos. Me respondió que era la primera vez que lo hacía y que lo había hecho a propósito para no desaprovechar el viaje en caso de que el match con el que había quedado, o sea yo, no fuera de su agrado. Yo sonreí de nuevo, me gustó esa sinceridad y también me gustó que al no haberme hecho un dumping, me quedaba claro que había sido de su agrado.
Al llegar a la casa, pues sí, efectivamente ocurrió eso que estás pensando, nos tomamos el café… Seguimos tomando cafés durante varios días y no solo durante ese viaje, pues luego vinieron un viaje más a la isla y otro a la península, donde seguimos tomando cafés. Y así hasta que se cruzó un té por mi camino y lo nuestro volvió al punto de partida, pero en este caso al contenedor de color gris porque, de lo que había, no se pudo salvar nada.
Poemas y relatos cortos escritos por el escritor y docente Juan Carlos Prieto Martínez
Todos los sábados en Shangay.com
ILUSTRACIÓN: David Rivas