“La verdad que el mundo de la música y los videoclips siempre me ha llamado mucho la atención, y haciendo el featuring de Suggar Daddy me quedé con ganas de más; por eso decidí empezar mi carrera musical, esta vez en solitario«, admite Pol, al que hasta ese momento solo le conocíamos por su faceta como actor porno gay.
Aunque en Pal tóxico no ha querido compartir protagonismo, Pol Prince ya tiene pensadas nuevas colaboraciones para un futuro próximo. «Y van a ser muy potentes», advierte.
Para este debut, en un primer momento quiso componer una canción dedicada «a los típicos chicos que dicen que son heteros pero en realidad son gais»; sin embargo, el título de la canción ya nos da una pista de que al final cambió de idea. «Lo dejé con mi novio Allen (King) y decidí cambiar el plan».
Podría decirse que Pal tóxico nació como una terapia contra el mal de amores. «En una de nuestras idas y venidas por la noche no podía dormir y me inspiré. Pensé “¿qué hago llorando por un cabrón si soy un pibón?”, nos explica el catalán de 23 años. «Como nuestra relación era un poco tóxica, quise hacer una canción para que todo el mundo que tenga una relación de este tipo, y necesite venirse arriba, saque su poderío a relucir y se la dedique a su tóxico personal… Seguro que les ayudará a separarse de él o, al menos, a que sus tóxicos reflexionen y les valoren más».
A él le funcionó de maravilla, porque ha retomado su noviazgo con Allen. «Estamos mejor que nunca», nos confiesa entre risas. «Como digo en la intro de la canción: ‘Amiga porque yo me puedo equivocar seis veces, pero siete… ¡jamás!‘ (o sí)».
Pol está convencido de que todo el mundo es un poco tóxico y de que tener una relación completamente sana y nutritiva en la actualidad está complicado, por eso no le faltó material para inspirarse al componer. «Tenía muchísimas frases que se me iban ocurriendo y me iba apuntando en el móvil. Cuando el productor de la canción, Looprince, me enviaba una letra, yo la cambiaba y la adaptaba a la versión que yo quería hacer; tenía las ideas superclaras del mensaje que quería transmitir«, explica.
Igual de cristalino tenía el concepto visual. «Quería hacer el videoclip por todo lo alto, así que contacté con mi mánager de México, Joel Echeverría, para que me ayudara. Y nos fuimos a La Habana para grabarlo con el director José Rojas, que es buenísimo en su trabajo; tuvimos unas veinte horas de rodaje», recuerda. «En el vídeo quería verme guapo, empoderado…, y meterle una coreografía ya que, aunque en España los chicos cantantes casi nunca bailan, para mí enriquece mucho el vídeo».
El joven no duda del potencial que tiene este electroreguetón tan pegadizo. «La canción es un temazo, tiene mucho ritmo y, aunque sea un rapapolvo sin piedad, al escucharla te dan ganas de moverte, bailar y cantarla a todo pulmón en medio de la discoteca, sintiéndote el más guapo del club y del mundo entero», concluye.