LO SÉ TODO DE TI
Heraclión fue la primera parada de mis vacaciones de Semana Santa. Había volado el día anterior desde Alicante haciendo parada en Milán…, se podría decir que allí hice la “escala” de Milán. Viajaba solo, aunque unos días más tarde me reuniría con amigos en Atenas.
Después de desayunar y de adelantar mi reloj una hora, me dirigí al centro de la ciudad. La capital de Creta no es que sea muy grande, pero tampoco es tan pequeña como para ir a todos los sitios que quería visitar caminando, por lo que tras intentar alquilar una moto sin suerte, decidí sacarme el billete del autobús rojo de dos plantas que te lleva por toda la ciudad haciendo paradas en los lugares más importantes. Tras visitar el Museo Arqueológico, el palacio Minoico y la Fortaleza, busqué algún sitio para comer. Tenía ganas de probar el gyros de pollo y la ensalada griega, y había un sitio en el centro que me habían recomendado. Cuando llegué al lugar de los restaurantes, justo al pasar por el primero, me dijo el camarero: lo sé todo de ti. Yo siguiéndole la broma le pregunté que qué era lo que sabía. Me dijo que todo, lo primero, que iba a comer allí. Primer acierto, pensé yo. Me hizo gracia la manera de captar clientes por lo que tras comprobar que en la carta tenían lo que me apetecía comer, decidí quedarme allí. Fue después de lavarme las manos y tomar asiento en la terraza cuando el mismo camarero me sugirió el gyros de pollo y la ensalada griega que iba a pedir… Ahí fue cuando empecé a dudar si realmente me conocía. Le dije que eso era lo que me apetecía, a lo que me replicó con un: “Si es que lo sé todo”. Cuando me trajo la comida, adivinó que era español, a lo cual no le di mucha importancia porque por el acento era muy fácil saberlo, pero ya me mosqueó cuando mirándome a los ojos concluyó diciendo que además sabía que era profesor y que escribía libros. En ese momento casi me atraganto con el pollo y un trozo de tomate que me acababa de meter en la boca. Pensé que quizá era alguien que me seguía en redes o que realmente me conocía. Sentí una mezcla entre sorpresa y miedo, porque no es que crea mucho en este tipo de cosas, pero ya me pasó otra vez algo parecido años atrás, de lo que algún día escribiré…, pero esa es otra historia. Yo no quise darle más cancha al señor porque prefería no saber qué más sabía y, tras terminar de de comer, le pedí la cuenta. Cuando le pagué me preguntó que dónde estaba la propina, y fue en ese momento que respiré tranquilo. Me despedí de él con un: “Vaya, parece ser que realmente no lo sabes todo de mí…”.
Poemas y relatos cortos escritos por el escritor y docente Juan Carlos Prieto Martínez
Todos los sábados en Shangay.com
ILUSTRACIÓN: David Rivas