Capítulo 58
“Me lo meto todo”
(Y)
Jueves, puente. Llevo toda la semana deseando salir, ya lo había planeado con mis amigos, pero me quedo en casa porque él me ha dicho que nos veamos. Quiere venir a follarme otra vez contra la pared, lo sé.
Limpio el piso como cuando esperas una visita importante, acabo y no son ni las seis. Pongo música, me abro un vino. Me escribe mi colega diciendo que no puede pasar a recoger la droga que habíamos pillado para la discoteca, que me la quede yo. Cojo el gramo, juego a picarlo dentro de la bolsa con mi tarjeta sanitaria mientras X me escribe que viene directo del curro y no tengo que recogerle, que le deje ducharse al llegar. Yo encantado, pienso mirar desde fuera cómo se enjabona mientras me la toco por encima del calzoncillo.
Vuelvo a mirar la bolsa. Me apetece, voy a pasar la noche gimiendo con él, sin salir de casa. Y si me coloco un poco lo voy a pasar mejor. Hace mucho tiempo que no me drogo para follar con alguien, como él no suele tomar nada… Pienso si le molestará que me meta unas puntas, pienso en ocultárselo si lo hago, me imagino lo maravilloso que sería que él también tomara y que los dos nos pasáramos las horas divirtiéndonos así, sexo y drogas, drogas y sexo. Quiero meterme una raya en su rabo y chupársela después, bien larga. Quiero sentir ese éxtasis aumentado cuando me la clave, que se ponga frenético conmigo. Si ya me da fuerte de normal no me lo quiero imaginar colocado. Quiero pasarme horas y horas follando con él en este chill privado, sin que nadie nos moleste, sin que nada nos detenga.
No sé por qué una de las tres normas que me puse no fue que el chico no se drogara, pero con X lo hubiera conseguido. Supongo que no quería ser hipócrita, pero después de todo lo que pasó con mi amigo…, aunque es el mismo que me acaba de escribir para decirme que ha conseguido pillar por su cuenta. Tampoco puse esa norma porque ya no me fío de la gente que no se droga, no suelen ser de mi círculo y seguro que tienen otro vicio aún peor, como el alcohol. Vuelvo a mirar la bolsa, los restos de la raya en la mesita. Lo mejor de que X no se drogue es que me controlaba con él, me animaba a no necesitarlo, o al menos a no buscarlo. Pero hoy me apetece, tener siempre ayuda. Y ya me ha visto colocado alguna vez y nunca me ha puesto pegas. Le ofreceré, y si quiere, por mí encantado. Ojalá que disfrute lo mismo que yo.
Esa vocecita vuelve a hablarme mientras me hago otra más, la primera era muy pequeña. Me conozco, sé que si empiezo no paro. Sé que si lo tengo voy a seguir, se que si me empiezo a meter me lo meto todo. Pero me lo quiero meter con él, quiero que volvamos a hacer locuras, quiero dejar de rayarme para un puente libre que tengo por fin y disfrutarlo sin problemas, sin preocupaciones, sin pensar en nada más que gozarlo.
Vuelvo a esnifar, tocan al timbre. Joder, qué guapo es. Le doy el beso de su vida en el pasillo mientras noto cómo ya se le ha puesto dura. Me dan igual los vecinos, le paso la lengua por todo su cuello y bajo hasta la bragueta. Él se deja mientras mira de reojo y termina metiéndome dentro de casa cuando nota mi lengua húmeda tocando directamente su piel. Se ríe. La noche solo acaba de empezar.
‘RELATOS GAIS (DES)CONECTADOS’
BREVES RELATOS homoeróticos de ficción ESCRITOS POR el periodista pablo paiz
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