Relatos gais (des)conectados: "Sin fondo" (parte 2)

60.2 "Siento olas que chocan contra nosotros encima de la cama, pero que no consiguen apagar el fuego que tengo dentro". Relato escrito por Pablo Paiz.

Relatos gais (des)conectados: "Sin fondo" (parte 2)
1 julio, 2022
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Capítulo 60

“Sin fondo” (parte 2)

(X)

Estoy en una montaña rusa, y lo único que hace que no me maree es agarrarle la mano.

Y la aprieto con fuerza, quiero quedármela para siempre, la necesito. Siento olas que chocan contra nosotros encima de la cama, pero que no consiguen apagar el fuego que tengo dentro. A veces me tengo que quedar tumbado después de un golpe y no puedo dejar de sonreír mirando el techo. Ardo en felicidad. Respiro, y otra vez ese vértigo se apodera de mí evitando que le suelte, no puedo dejar de necesitarle, de desearle, de comerle entero y querer que él me coma a mí. De decirle a todo que sí. Me superan las ganas de abrazarle, de mirarle y sentirle cerca, de estar con él aquí y ahora. Necesito metérsela y a la vez escuchar su voz, necesito besarle con las mismas ganas que tengo de correrme dentro de él.

Invita a alguien, yo solo puedo escuchar el latido acelerado de mi corazón ante la idea. “Si dices que sí, yo también”, pero por favor no me sueltes la mano. Mi imaginación vuela, empiezo a recorrer cada esquina de la habitación y a decir en voz alta lo que quiero hacer, no hay ningún morbo que no nos convenga. Me observa aún tumbado en la cama, media sonrisa mientras se relaja y yo no puedo parar. Por un momento le pregunto si está bien, si yo estoy bien, si estoy haciendo algo mal porque aparta la mirada, ha dejado de agarrarme. Me insiste en que sí, todo bien, que beba un poco de vino mientras él se hace otra raya. Le pido un poco más, me da una pequeña. Otra ola, necesito escoger una canción, aprieto el play y bailo dando saltos en la habitación con los ojos cerrados. Hago el amor con la música, se me vuelve a poner como una piedra. Otra subida en esa montaña rusa, esta atracción no tiene frenos, voy hasta él decidido, le doy la vuelta de un golpe, tumbándole en el colchón, y se la meto de una. No sé si disfruto más con sus sonidos o con su calor, le siento debajo de mí y quiero que se quede, pero de repente suena el timbre. Joder, ¿de verdad se tiene que levantar ahora?

Yo me pongo el calzoncillo rápido, X le abre desnudo. Posiblemente no es un tío con el que yo hubiera quedado a solas, pero quitarle el pantalón entre los dos es lo más morboso que he hecho en mucho tiempo, cómo nos mira desde arriba, cómo agarra nuestras cabezas turnándonos. Descubro que no solo tiene grandes los cuádriceps. Manos ásperas de gimnasio que no paran de tocarme el rabo mientras que a Y le busca el culo. Se la empieza a meter, pero no deja de mirarme a mí. Sus ojos hacen que me estremezca casi más que la lengua de X saboreándome. Me acerco más por detrás, agarra mi muñeca y la lleva hasta su espalda, arrastra uno de mis dedos empapando la yema en sudor. Me deja llegar hasta su culo. Empiezo a tocarle al ritmo que él entra y sale, más rápido aún que el sonido dentro de mi pecho, más caliente que la única bombilla que nos ilumina. Se relame mientras sigue mirándome sin parar de follárselo, se escupe en una mano y empieza a tocármela. Ese sonido… me da igual todo, no puedo pensar en protección ni en límites, ahora solo necesito estar entre los dos, y que Y me vuelva a agarrar.

El invitado se pone a cuatro patas en el colchón, es mi turno, pero yo no puedo dejar de mirar a Y que va hasta la mesita de noche. Coge ese libro sin parar de mirarme, observando cómo empiezo a hacer gemir al otro, pero no suena igual. Esnifa un poco más y luego me mantiene la mirada. Me da morbo, ¿pero por qué está tan lejos? De repente coge el móvil y deja de mirarme. Noto cómo algo está fallando, se me está empezando a bajar, gotas de sudor en la frente. Ahora necesito agua.

Cuando vuelvo a la habitación tienen un nuevo plan: la sauna. Vuelvo a decir que sí porque él dice que sí, vuelvo a imaginar todo lo que podremos hacer allí, pero por favor que no se aleje. Lo quiero todo, pero con él. No me canso de él, no puedo parar de llenarme de él, de imaginarme con él, de quererle.

Antes de irnos me da un abrazo, el mejor abrazo de mi vida. “Tu leche es solo para mí, no se la des a nadie más”. Por supuesto que es tuya, y te la voy a dar entera solo a ti. Sé que eres insaciable, que no tienes fondo, pero voy a rellenarte entero. Joder, yo soy un pozo sin fondo de ti.

‘RELATOS GAIS (DES)CONECTADOS’
BREVES RELATOS homoeróticos de ficción ESCRITOS POR el periodista pablo paiz

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ILUSTRACIÓN: CUENTASELOANTO

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