El Reino Unido se vestía de luto el 8 de septiembre tras confirmarse oficialmente que la monarca Isabel II había muerto a los 96 años de edad. Ahora que todo el mundo está repasando la importancia histórica de su figura, nos preguntamos: ¿cuál fue su implicación en los avances LGTBIQ+ de su país?
Desde que en 1952 ascendió al trono tras la muerte de su padre, el rey Jorge VI, Isabel Alejandra María Windsor se presentó como una líder sin prejuicios hacia ningún partido, fuera del signo político que fuera. Fiel a su formación austera, personalidad hierática y férrea disciplina, casi siempre ha evitado dar a conocer sus propios puntos de vista sobre cualquier tema, incluyendo la lucha LGTBIQ+, of course.
Aunque Ia reina Isabel II siempre ha dado su consentimiento real a las leyes que han promovido la igualdad LGBTQ+ en el Reino Unido, no es menos cierto que nunca ha manifestado expresamente ningún apoyo personal a esos cambios. Así que, durante sus setenta años de reinado, los medios de comunicación han tenido que ir leyendo entre líneas para intentar averiguar cuál era la posición LGTBIQ+ personal de la soberana.
La primera vez que la monarca habló de derechos LGTBIQ+ en un discurso oficial fue en 2003, cuando dijo en el parlamento que su Gobierno presentaría una legislación para legalizar las uniones civiles.
No volvió a pronunciarse públicamente sobre nuestro colectivo hasta catorce años después, en 2017, cuando en una apertura del parlamento, la reina manifestó que su Gobierno abordaría “la discriminación contra las personas por motivos de raza, fe, género, discapacidad u orientación sexual”.
Entre medias de estas dos fechas tan distantes hubo algún que otro hito significativo en materia LGTBIQ+ en donde la monarca estuvo presente:
Una de las primeras piezas importantes de la legislación LGBTQ+ a la que la Reina Isabel II dio su aprobación real fue la Ley de Delitos Sexuales de 1967. Gracias a esta ley, se despenalizó que los hombres gais mayores de 21 años de Inglaterra y Gales mantuvieran sexo en privado. Sin embargo, no fue hasta 1980 en Escocia y 1982 en Irlanda del Norte cuando la homosexualidad fue realmente despenalizada.
En 1998 recibió la aprobación real la Ley de derechos humanos por la que el Convenio Europeo de Derechos Humanos se consagró en la ley británica por primera vez. Esta ley ha ayudado a defender los derechos LGTBIQ+ en el Reino Unido.
En 2002, se promulgó la Ley de Adopción e Infancia, que permitió a las parejas del mismo sexo adoptar niños por primera vez.
En 2004 se legalizaron las uniones civiles en Inglaterra y Gales.
Ese mismo año entro en vigor otra ley radical que recibió la aprobación real, la Ley de Reconocimiento de Género (GRA). Gracias a dicha ley se puso en marcha un proceso para las personas tras cambiaran legalmente de género.
En 2010, se aprobó la Ley de Igualdad, que prohibió la discriminación contra las personas por motivos de orientación sexual o identidad de género en una serie de áreas clave.
En 2013, la reina Isabel II respaldó una carta para la Commonwealth que decía: “Nos oponemos implacablemente a toda forma de discriminación. Ya sea por motivos de género, raza, color, credo, ideología política u otros motivos”.
Ese mismo año, la Ley de Protección de las Libertades hizo que las personas LGTBIQ+ pudieran eliminar sus condenas anteriores.
También en 2013 dio su sanción real al proyecto de ley del matrimonio igualitario, que fue fundamental para que el matrimonio entre personas del mismo sexo se hiciera realidad en Inglaterra y Gales en 2014. En este sentido, siempre ha existido una polarización entre los que han querido ver en su aval al matrimonio igualitario un apoyo personal y los que sostienen que ella solo era partidaria de las uniones civiles porque pensaba que el ‘matrimonio’ era algo sagrado entre un hombre y una mujer.
Desde 2014, los derechos LGBTQ+ se han estancado en el Reino Unido; por ejemplo, las terapias de conversión sigue siendo legales pese a las promesas del Gobierno actual.
Y aunque hay que recordar que todos estos asentimientos reales no ayudan a vislumbrar cuál es la posición de la reina porque, efectivamente, es el papel de cualquier monarca dar su aprobación a la legislación establecida por el parlamento, también es cierto que a lo largo del reinado de casi setenta años de Isabel II, el Reino Unido se ha transformado en materia LGTBIQ+. Pocos monarcas han supervisado tantos cambios sociales como los que ha revisado la reina Isabel II, y es más que probable que ningún futuro monarca vuelva a ver un progreso similar en un solo reinado.
En septiembre de 2018 fue muy celebrado que lord Ivar Mountbatten, primo tercero de Isabel II, se declarase gay y anunciara su próximo matrimonio con su pareja, James Coyle. No hubo sorpresas al respecto. La realeza no dijo nada, menos aún la reina, cuyo parentesco con Mountbatten era, dicho sea de paso, bastante lejano. La boda se celebró y no asistió ningún representante del círculo íntimo de la familia real.
Mountbatten no ha sido el único familiar gay de la reina Isabel, su tío paterno Jorge Kent y su sobrino, el vizconde de Linley, también lo eran. A su vez ha tenido lacayos y amigos gais como su secretario privado Patrick Plunket, su mayordomomo y confidente William Tallon o su guardaespaldas Michael Trestrail. Aseguran que se sentía particularmente a gusto en su compañía, y que por eso nunca prescindió de su cercanía, pese a las sugerencias de sus consejeros más conservadores.
Otra realidad es que a lo largo de su extenso reinado ha nombrado caballeros y damas de la Orden del imperio Británico a muchas personas visiblemente LGTBIQ+, como Ian McKellen, Elton Jon, Carol Ann Duffy o Judith Anderson. A la contra, también hay que recordar que ha condecorado con este mismo galardón a varios activistas abiertamente tránsfobos.
Otros miembros de la familia real han sido más directos que la reina en su apoyo a los derechos LGBTQ+, en particular el príncipe William y el príncipe Harry. En 2019, William afirmó que apoyaría a cualquiera de sus hijos si fuera homosexual, mientras que Harry mostró su apoyo a Mermaids, una organización benéfica para jóvenes trans.