Rodrigo Santoro: "Nunca me he mirado al espejo y he pensado '¡qué sexy estás hoy!"

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Rodrigo Santoro se muestra muy orgulloso de coprotagonizar una serie española tan ambiciosa como Sin límites, en donde le acompaña Álvaro Morte (La casa de papel) como Juan Sebastián Elcano.

El actor brasileño recuerda que el rodaje fue muy intenso, porque además se tuvo que grabar en plena pandemia, siguiendo estrictos protocolos, pero se muestra encantando por todo lo que ha aprendido en este trabajo.

Cuando se han cumplido quinientos años de aquella primera vuelta al mundo capitaneada por Fernando de Magallanes, Rodrigo Santoro, el actor que le da vida en Sin límites, confiesa que es una historia que le sorprendió mucho.

También recuerda Santoro que es el proyecto que más tiempo ha tenido para preparar en toda su carrera, porque justo lo aceptó antes de la primera cuarentena, lo que supuso que pudo investigar profundamente a Fernando de Magallanes hasta que llegó la hora de rodar. «Estoy muy orgulloso de formar parte de esta superproducción», nos cuenta Santoro, que por fin ha trabajado en un proyecto español. «He conocido a gente muy interesante y talentosa dentro del equipo». Y dice que Magallanes ha sido un personaje complejo, «un hombre duro, que me dio mucho trabajo«, pero también satisfacciones.

Habla un español casi perfecto, y en un tono muy pausado. Se nota que disfruta charlando, y se muestra muy reflexivo a la hora de responder a las distintas preguntas. Nunca había vivido un estreno tan a lo grande en España como el de Sin límites, aunque sí habla de que, en 2008, estuvo en Madrid presentando Che, de Steven Soderbergh. «¿Sabes lo que más ilusión me ha hecho de la reacción al proyecto? No es tanto que a mí me sirva para ser más conocido en España, sino que en Brasil me llamaron amigos para preguntarme que cómo me había dejado doblar. No podían creerse que fuera yo el que habla en español en la serie».

Formado en la escuela del cine independiente, se divierte mucho igualmente cuando se embarca en superproducciones como 300 o Sin límites, en la que da vida a un personaje sin duda controvertido, Fernando de Magallanes. Asegura que su propósito fue humanizar a un personaje que sabe que resulta polémico.

«Soy un explorador de territorios, culturas y, sobre todo, del ser humano»

Porque no es ajeno a lo cuestionados que son hoy día los conquistadores españoles, y más viniendo él de Latinoamérica. «Soy absolutamente consciente», dice. «Pero es un hombre de una época concreta, hay que contextualizar la historia. Mirándola desde nuestra perspectiva actual tenemos un millón de críticas que hacer, obviamente, yo el primero«, dice. «Lo único que da un punto distinto a la expedición que se refleja en la serie es que no buscaba colonizar, sino comerciar. Pero, claro, se derramó mucha sangre, se evangelizó… Al final, la serie es una ficción con licencias creativas».

A Rodrigo Santoro le encantan los retos como el que ha supuesto esta serie. «Me he enfrentado a un personaje muy complejo: héroe, villano, traidor… Si buscas en Internet encuentras un montón de opiniones muy distintas sobre él», continúa. «Como artista, me concentré en su esencia, en entender sus conflictos, sus deseos, sus dificultades…, para interpretarle con mucho respeto».

Cuenta que la música es imprescindible en su vida, y también lo es a la hora de preparar sus personajes. ¿Qué escuchó para meterse en la piel de Magallanes? «Mucha música clásica, y heavy metal cuando me tocaban escenas de acción. También cosas muy concretas de la época. Me ayudó una gran historiadora española, que me consiguió muchísimo material con el que trabajar. Si hasta llevo en el télefono aún el testamento de Magallanes…».

«Si juzgas a tus personajes, terminas encarnando a una caricatura»

El actor brasileño tiene mucho de conquistador, aunque en un sentido diferente. Se ha abierto paso en mercados nada fáciles, y ha hecho suspirar a muchos espectadores también, todo sea dicho. Que el término se le aplique le hace reír. «Soy un explorador de territorios, culturas y, sobre todo, del ser humano. Antes que nada, soy un humanista«.

Se considera un humanista afortunado, pero deja claro que ha trabajado, y sigue haciéndolo, mucho para estar donde está. «Solo descanso los domingos», confiesa. «Siempre he sido muy curioso por naturaleza, me gusta aprender continuamente. Y me encanta acercarme a realidades distintas a la mía para crecer como actor y como persona. Por eso disfruto tanto con los desafíos». Añade que él nunca juzga a sus personajes cuando se sumerge en ellos, «porque entonces terminas encarnando una caricatura. Y lo que busco es llenarlos de humanidad».

En ningún momento se ha planteado Santoro, de 47 años, abandonar su Brasil natal, que sigue siendo su base de operaciones, aunque es consciente de que quizá le habría sido más fácil asentarse en otros mercados de haberlo hecho. Asegura que no podría. «Allí están mi ADN y mi familia. Me gusta trabajar en Brasil, reflexionar sobre quiénes somos la gente de mi país. Llevo más de veinte años viajando, he trabajado mucho en Estados Unidos y, últimamente, también en Europa». Pero volver a Brasil le hace tener los pies en la tierra. «Me parece importante mantenerme conectado con quien realmente soy», afirma.

«Cuando interpreté a una mujer trans rompí con mi imagen de galán, y en mi país supuso un shock»

Ha llovido desde otra de sus conquistas, la que supuso interpretar al dios persa Jerjes I en el gran blockbuster –homoérotico– de Zack Snyder 300 («¿Sabes qué tiene en común con mi última serie? Que rodamos con mucho croma en ambas, solo que en aquella era verde, y en esta, azul»). Asegura que aquel también fue un reto difícil, porque nunca antes había rodado una película en donde los efectos especiales fuesen tan importantes. «Muchas veces, ni rodaba con otros actores, lo que miraba era una marca hecha con cinta de celo de color. El primer día me puse súper nervioso; pensaba que un rodaje así iba a acabar conmigo. Me exigió una gran concentración«, recuerda. «Llegaba a casa agotado de rodar».

Mereció la pena el esfuerzo, porque el éxito de 300 le sobrepasó. Igual que le sorprendió la eufórica respuesta de muchos espectadores gais. «Claro, con esos guerreros espartanos tan fuertes y guapos…». Y cuenta que la ambigüedad que le dio a su personaje nació de la novela gráfica en la que estaba basada la película. «En cuanto lo vi, me pareció una entidad sin género, y trabajé sobre ese arquetipo«.

No era la primera vez que se desprendía de la masculinidad tradicional que destila para un proyecto. En 2003 había encarnado a una mujer trans llamada Lady Di en la película de Héctor Babenco Carandiru, una actuación de la que se siente especialmente orgulloso –y que le reportó el premio Chopard a Mejor actor revelación en el festival de Cannes de 2002–. Cuenta la historia real de una rebelión que tuvo lugar en una de las prisiones brasileñas más conocidas. «Rompí con mi imagen de galán, y en mi país supuso todo un shock. Se hablaba muy poco de la realidad trans, era un tabú gigante, y la sociedad era aún más machista. Me pasé casi un mes investigando y entrevistando a mujeres trans para prepararme».

También recuerda lo que llamó la atención su participación en la película de 2009 Philip Morris, ¡te quiero!, en donde encarnaba al novio en la ficción de Jim Carrey. «En ninguno de los dos casos trabajé de una manera distinta a cualquier otro por su género o su orientación. Me acerqué a ellos con el mismo respeto y la misma apertura que a cualquier otro personaje, faltaría más». Porque para Santoro, lo fundamental a la hora elegir un personaje es que le apasione y le estimule, dice. «Es como cuando conoces a alguien con quien sientes una química especial y os convertís en amigos. A veces, intento sabotearme a mí mismo y me digo ‘no hagas ese personaje, venga’, pero es imposible: si me ha llamado, tengo que lanzarme».

Resulta gracioso, al verle tan cercano y ajeno a los códigos tradicional del showbiz, pensar que tienes enfrente a uno de los hombres más sexis del mundo según la revista People, en 2004 y 2006. Al recordárselo, ríe. «Me acuerdo que, la primera vez, me llamó mi mánager todo emocionado: «¡Estás en la lista!». Y yo: «¿Qué lista?». Respondió: «En la de los más sexis, con Brad Pitt y todo, es maravilloso, te va a cambiar la vida».

Reconoce que, desde luego, surgieron muchísimas oportunidades nuevas de trabajo, así que lo celebró. «Pero nunca me he mirado al espejo en mis 47 años y he pensado ‘¡qué sexy estás hoy!’. Siempre he tenido el foco puesto en el trabajo, no en mi físico«.

Lógicamente, aquellos momentos en que causaba furor por su físico le vendrán a la memoria cada Navidad, cuando resulta casi imposible escapar de Love, Actually en televisión. «¡Es verdad, pasa en todo el mundo todos los años!», dice entre risas. Y confiesa que solo la ha visto dos veces en toda su vida, es una excepción a la regla. «En Estados Unidos me siguen reconociendo por la calle todo el tiempo por esa película, que me encanta; me siento orgulloso de formar parte de ella».

 

No solo porque Love, Actually fue todo un éxito y le dio gran popularidad, también por lo que supuso como actor latino. «Porque cuando leí el guion mi personaje se llamaba Karl. Cuando me dieron el papel, pensé que lo cambiarían a Raúl o cualquier otro nombre español, siguiendo la narrativa tradicional de la industria anglosajona, llena de estereotipos«. Lo habló con Richard Curtis, director de la cinta, y él le preguntó si lo preferiría. «Le dije que no, y Karl se llamó. Sentí que era una conquista…«. Otra más que añadir a su currículum.