Crítica: 'Cantando bajo la lluvia', un musical que ningún amante del género puede perderse

Temas: Manu Guix, Musical, Teatro

Cantando bajo la lluvia se estrenó el pasado año en el Teatro Tivoli de Barcelona, con gran éxito de crítica y público, y consiguió agotar las entradas en los siete meses que estuvo en cartel.

Arranca ahora temporada en Madrid, en el Teatro Nuevo Apolo, una ocasión única para disfrutar de este montaje a partir de un gran clásico del cine musical, que protagonizaron en 1952 Gene Kelly, Debbie Reynolds y Donald O’Connor.

 

Cuando te enfrentas ante una obra tan icónica como esta, las expectativas siempre son altas, pero esta versión que nos llega de la mano del famoso actor, presentador de televisión y director teatral Àngel Llàcer no defrauda. La visión y realización cumplen con nota alta, que, apoyada en la experiencia conseguida en Barcelona, permite al público madrileño acercarse a una obra madura en la que no hay dudas y en la que todo funciona como un reloj.

El equipo creativo se completa con la dirección musical de Manu Guix y la coreografía de Miryam Benedited, una familia teatral que sabe latín y envuelve a tan conocida pieza con conocimiento teatral, saber hacer escénico y, sobre todo, con muy buen rollo.

La manera en que se transforma la escenografía, y los múltiples cambios de vestuario y personajes, consiguen sacar a las tablas del Nuevo Apolo su máximo partido, transportándonos al maravilloso mundo del Broadway de finales de los años 20 del siglo pasado sin estridencias, colocando acciones y personajes de forma natural y, sobre todo, con una cuidada vocalización, que permite al espectador no perderse en ningún momento.

En cuanto al idioma de las canciones, se ha elegido, con muy buen criterio, la fórmula de traducir aquellas que son necesarias para entender la trama, dejando en inglés los hits más icónicos, como es el caso del que da título al espectáculo.

Trasladar un musical que nació en el celuloide al teatro no es tarea fácil, para esta ocasión se ha confiado en Miguel Ángel Belotto como el galán Don Lockwood, que con su encanto personal consigue recordar en momentos al original de Gene Kelly. Su partenaire Diana Roig, en el papel de Kathy Selden, destaca por su naturalidad y sus delicados requiebros vocales. Los acompaña el buen hacer del madrileño Ricky Mata, con mucha energía y un uso bien medido de la técnica de clown.

Los tres están fantásticos, pero no están solos, ya que la Lina Lamont que se marca Mireia Portas, en el difícil rol de la actriz de cine mudo venida a menos con la llegada del sonido, se lleva al público de calle. Es simpática y pocas son las que consiguen cantar tan mal, lo cual lleva al respetable a las lágrimas de risa.

Todos los secundarios, bailarines, cómicos y músicos son muy buenos; saben ocupar sus espacios sin manchar la acción principal, y con su cariño al oficio consiguen envolver el producto en magia y profesionalidad.