Ares B. Fernández: "A Valle-Inclán le habría gustado algo tan punki como lo que hacemos en 'La cabeza del dragón"

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El Teatro María Guerrero de Madrid se convierte en un tablado de marionetas gigantes en la nueva propuesta del Centro Dramático Nacional. Se trata de La cabeza del dragón, un texto de Valle-Inclán que, originalmente –allá por 1909– iba dirigida al público infantil y que se reinventa en el nuevo montaje dirigido por Lucía Miranda e interpretado por un elenco de intérpretes menores de 30 años. Es en este grupo donde encontramos a Ares B. Fernández, una de las protagonistas de la obra, que nos desvela, sin spoilers, todo lo que nos espera en esta nueva propuesta.

SHANGAY ⇒ ¿Qué nos encontramos al entrar al María Guerrero para ver La cabeza del dragón?
ARES B. FERNÁNDEZ ⇒ Te encuentras cinco estatuas doradas de Valle-Inclán ocupando los asientos del público y un escenario unido al patio de butacas. Todo el teatro se convierte en un teatro de títeres, tienes que mantener tu atención en un montón de sitios, de repente sale alguien por el patio de butacas… Hay una cosa inmersiva que se disfruta mucho. También tenemos las acotaciones de José Sacristán, que le pone voz a Valle y a la tradición. Nos impone cómo se tienen que hacer las cosas, y nosotros intentamos dialogar con él.

SHANGAY ⇒ Entonces, ¿sois fieles a la obra de Valle-Inclán?
ARES B. FERNÁNDEZ ⇒ Cuando el telón sube, lo que crees que vas a ver es un Valle-Inclán, la imagen canónica que tenemos de su teatro, todo sacro, muy elevado, con una atmósfera muy densa… Pero, rápidamente, las expectativas se rompen y pasamos a un ambiente mucho más liviano, divertido y propenso al caos. Empezamos los ensayos con la idea de no hacer a Valle, pensamos en el autor como alguien que viene a vernos. Y hemos acabado queriendo hacer su texto, y nos hemos dado cuenta de que los chistes con los que la gente se ríe más son los que el propio Valle escribió, no hemos cambiado ni una sola coma de su texto. Creo que a él le habría gustado algo tan loco y tan punki como lo que hacemos.

SHANGAY ⇒ ¿Estáis preparados para romper los esquemas del público?
ARES B. FERNÁNDEZ ⇒ Uf, no [risas]. La obra no es una imposición de nuestra opinión, no tenemos una verdad absoluta y no esperamos que se lleven una idea concreta, que es quizás lo que podría generar más rechazo. El público entra en la obra y se siente como un niño, se lo pasa bien, no hay nada violento, es liviano, entretenido. Es una fiesta.

SHANGAY ⇒ En este diálogo entre tradición y actualidad, habláis de la importancia de mirar al pasado para saber el futuro…
ARES B. FERNÁNDEZ ⇒ Hay un momento en la obra que a mí me sorprendió mucho cuando la leí. Es cuando se dice que se ha hecho una ley para que a los viejos los atropellen en las carreteras, de qué sirve de un viejo de 100 años, es una ley muy sabia. Y coge Valle y dice: “Así se hacen fuertes las razas”. ¿Ha puesto esto en este texto, siendo tan irónico y sarcástico, para que nos demos cuenta de que con estos discursos de odio, con la gente aplaudiendo, es como se hacen fuertes las ideologías? Y ahora nos estamos dando cuenta con la extrema derecha, el fascismo italiano, de que es así, que la historia es cíclica… y se nos olvida.

SHANGAY ⇒ ¿Qué te gustaría que ocurriera con la obra?
ARES B. FERNÁNDEZ ⇒ La interpretación no es mi objetivo, estoy estudiando dirección escénica y quiero estar arriba en la cabina de sonido, haciendo las luces, comprobando que el sonido esté bien… No me esperaba estar aquí, así que solo vengo a recibir. Y si pienso en conseguir, quiero que la gente se lo pase bien. Para mí el teatro es entretenido, me da igual si salgo de una obra y no me he enterado de nada, pero me he reído mucho, lo he sentido, lo he disfrutado, para mí eso ya es el logro. Me encantaría que la gente saliese de aquí y le surgiera la pregunta, quisiera ir a Valle-Inclán, le diera vueltas en su cabeza a sus textos…