Javier Morgade: "¿Por qué tiene que tener género el maquillaje? Me parece absurdo"

Temas: Actores, Maquillaje, Netflix

En el nuevo paisaje audiovisual que rige en la industria, un proyecto local rodado en algunos de los pueblos o parques naturales más bonitos de Asturias puede verse en su estreno en las pantallas de gran parte del mundo.

Este es el caso de series nacionales como Alma, la ficción estrenada en Netflix donde encontramos nombres como Álex Villazán, Pol Monen, Milena Smit, Elena Irureta, o el del joven actor asturiano Javier Morgade, con quien nos reunimos para llevar a cabo este reportaje en el que rompe muchas barreras, en este caso fronterizas. “Era algo nuevo, nunca me había pasado esto. Lo que más noté es que me escribía gente de muchos sitios diferentes, me dio como subidón”, nos explica. “A mí lo que me gusta es hacer mi trabajo, el resto ya no depende de mí, pero ver y recibir todo este cariño, motiva un montón. El Javi de 15 años fliparía”, comenta entre risas.

A pesar de esta repercusión dentro y fuera de nuestras fronteras, Morgade no se siente en el foco mediático. “Tampoco lo he vivido a lo loco, no puedo contar una fantasía que no es. Además, soy una persona que no presta mucha atención a esto. Sí noto que hay gente que se me acerca, me dice que le gusta mi trabajo, que sabe quién soy… Pero no he vivido una cosa intensa como para no poder salir a la calle”.

Y, como nos cuenta, tampoco ese ha sido nunca su objetivo. “Lo que me hace feliz es meterme en un set y contar una historia, y mientras me sigan saliendo pruebas y trabajos, yo me doy con un canto en los dientes. Si me preguntas por una meta, diría el cine”, y ahí probablemente le veamos muy pronto, pero de momento, volvamos a su personaje en Alma, donde también ha roto algún que otro esquema respecto al reflejo de la realidad LGTBIQ+ en la ficción. De hecho, una de las cosas que más le gustan a Javier Morgade de Martín, su personaje en la serie, es lo bien que se ha recibido su historia de amor con Bruno, al que da vida Pol Monen.

Aunque no lo vive como una responsabilidad, su papel ayuda a plasmar con naturalidad algo tan bonito como la atracción y los sentimientos entre dos personas, sin importar su género. “Yo solo pienso en hacer coherente mi personaje, que tenga verdad. Y si después la gente lo recibe dándome las gracias, diciéndome que le encanta la historia de amor, lo recibo muy agradecido. Hacer un personaje LGTBIQ+ es una fantasía, qué te voy a decir yo, que soy maricón”, nos cuenta entre risas.

Y además, tramas como esta contribuyen a allanar el camino a las nuevas generaciones. “Una cosa que me gusta de esta serie es que mi personaje ni lucha ni se cuestiona quién es, ¿por qué debe hacerlo? Nunca cuestionamos a un heterosexual por el hecho de serlo”, explica con firmeza.

A pesar de esta reivindicación, su postura no es la de abanderar esta lucha con rabia, sino todo lo contrario. “Ha llegado un punto en el que he visto que estar enfadado no soluciona nada, prefiero estar feliz con mi movida, y el día que alguien me quiera hacer sentir mal por esto, ni siquiera entraré a debatir. Lo contrario al amor no es el odio, es la indiferencia. Podemos estar dedicando esa energía a cosas más importantes para el planeta, en vez de discutir con una persona que considera que las terapias de conversión son necesarias. Mira, chica, la vida ya te pondrá en su sitio”, sentencia Morgade.

Pero, como se suele decir, una imagen vale más que mil palabras y, aunque Javi ha dejado a un lado la reivindicación incisiva, sí apuesta por visibilizar la diversidad también con su aspecto. Las tendencias diluyen las barreras de género para dar lugar a un resultado de lo más atractivo, y divertido. Para muestra, todos los estilismos de Morgade en este reportaje, donde se mueve como pez en el agua. “Ya iba siendo hora de que esto ocurriera”, nos dice entusiasmado Javier. “Tengo muchos amigos heteros que se visten así, y yo siempre les digo que son los heteros del futuro, es una fantasía”, nos explica entre orgulloso y reivindicativo. “Es que, qué tontería. Es pintura de uñas, pintura para la cara… ¿Por qué tiene que tener género? Me parece absurdo. Si quieres te la pones, y si no quieres no, pero no vayas en contra de nadie por hacerlo”.

Y se muestra de lo más contento de aprovechar nuestro encuentro para trasladar este mensaje. “A mí es que me parece súper guay, porque además es distinto, es nuevo, es divertido. Y no es una lucha, pero puede que alguien te vea y decida hacerlo también”, explica. De hecho, nos recuerda que una vez “flipé porque vi una foto de Diego Matamoros con las uñas pintadas, y no voy a hablar yo de nadie porque no soy quién, pero dije ‘olé”.

En este camino hacia un mañana algo más libre de prejuicios, nos encontramos el escalón de la opinión de los demás que, incluso sin fundamento alguno, puede afectar. Algo que alguna vez le ha ocurrido a Javier, en esos días en los que se siente algo más presumido. “Hay veces que me veo divino y lo muestro en alguna foto. Todos tenemos días de vernos estupendos y mostrarlo. Lo de preocuparme por lo que piensan los demás es como todo; hay días en que las cosas te afectan más, otros menos. En realidad, lo que importa es estar uno bien, estar sereno, y el físico debería pelárnosla”.