VIEJOS MATCHES
Era Navidad de 2016. Estábamos en un hotel de una ciudad del norte de Italia de vacaciones, en la que era nuestra segunda y última escapada. Llevábamos tres años con más venidas que idas y yo ya estaba empezando a tener claro que aquello no nos llevaba a ninguna parte, por lo que fui yo el que dio el paso final hacia el lado del adiós.
Antes de dar ese paso, nos pasamos un tiempo más jugando a ser “tan buenos amigos” que hasta incluso éramos capaces de darnos consejos el uno al otro, entre polvo y polvo, en temas de relaciones con otros… Él hacía como que no se enteraba muy bien de la película y le gustaba que yo se la contara una y otra vez, al igual que a un niño pequeño le encanta escuchar el mismo cuento cada noche.
Yo veía que lo nuestro solo tenía boca y rabo y nada de pies y cabeza, por lo que viendo el panorama, decidí instalarme por primera vez una app de ligoteo con la esperanza de encontrar a alguien que me hiciera olvidarlo.
No se lo oculté, es más, incluso veíamos juntos quiénes eran los maromos que estaban cerca. Él me decía que no entendía por qué usaba esa app pues no me pegaba en absoluto, y esto lo hacía también entre polvo y polvo…
Aquello terminó el uno de enero de ese mismo año, justo a la vuelta de esas vacaciones de Navidad. Era un propósito de año nuevo que conseguí cumplir…
Seis años después hemos vuelto a reencontrarnos, curiosamente en esa misma app. Sé que llevaba tiempo usándola porque había visto fotos suyas escondido entre gorras y dunas, pero esta vez aparecía mostrando su cara, algo que me sorprendió mucho ya que se había pasado todo el tiempo que estuvimos juntos negando lo obvio y tildando lo nuestro de amistad.
Me alegré por él pues, aunque era algo que debía haber hecho hacía mucho tiempo, lo de mostrarse tal y como es, sé que no ha debido de ser nada fácil. Espero que la app le funcione mejor que a mí, esta app que sin embargo a él le pega tanto.
Poemas y relatos cortos escritos por el escritor y docente Juan Carlos Prieto Martínez
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ILUSTRACIÓN: David Rivas