MELONOCHES
Llegó antes de lo acordado y eso no era lo habitual. Nadie llega media hora antes a la primera cita, o por lo menos a mí nunca me había pasado. Quedamos en la puerta de mi casa. Le pasé la dirección a través de la app en la que nos conocimos junto a mi número de teléfono, aunque él pareció no necesitarlo.
Le saludé dándole la mano y él se acercó a darme dos besos… Difícil acertar a veces a la primera, pensé yo.
Nos fuimos en mi coche en busca de un sitio tranquilo donde hablar y así conocernos un poco mejor. Nos habíamos escrito antes pero no llegamos a quedar porque justo nos pillaron las vacaciones de Navidad y tanto él como yo teníamos planes fuera de la ciudad. Fue a la vuelta que le escribí de nuevo cuando quedamos justo aquel mismo domingo por la tarde.
Al final, después de buscar algún lugar tranquilo, acabamos en un pub donde resultó que había un concurso de bachata con la música a todo lo que daba. No era exactamente lo que buscábamos pero lo bueno que tiene la música alta es que uno se tiene que arrimar un poco más para que te escuchen bien y viceversa.
De la música a todo volumen pasamos a la música de fondo en el salón de mi casa. Curiosamente su música.
Después de mostrarle mis vinilos empezó a ponerme en su móvil canciones, muchas de las cuales no conocía, y al final dejamos su playlist sonando en la barra de sonido del salón.
Había venido con la música a mi parte y así es como se pasó toda la noche, sonando de fondo… la música. Porque él se la pasó sonando en mis labios. Y más tarde, soñando en la superficie de mi piel.
ILUSTRACIÓN: David Rivas
Poemas y relatos cortos escritos por el escritor y docente Juan Carlos Prieto Martínez
Todos los sábados en Shangay.com