Maternidad LB+: el orgullo de las familias compuestas por dos madres

El Día de las madres es un orgullo para muchas parejas de mujeres lesbianas o bisexuales que son, a su pesar, ejemplos de coraje y superación.

Maternidad LB+: el orgullo de las familias compuestas por dos madres
Jose Mola

Jose Mola

Mi religión es el sentido del humor, creo que eso sí que salvará al mundo.

5 mayo, 2023
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Dentro de unos años, cuando Candela sea un poco más mayor y esté con sus madres Ruth y Cris celebrando el Día de las madres, terminará sabiendo que sus madres se convirtieron en activistas por su ‘culpa’, tras un intercambio de palabras en Facebook con Cristina Cifuentes porque la Comunidad de Madrid les denegó el acceso a las técnicas de reproducción asistida por ser bolleras. Estamos hablando de 2016, Candela ahora tiene 3 años y una hermana que se llama Lola. Por aquel entonces, Ruth no estaba casada con Cris, y la idea de ser madre se limitaba a alguna que otra conversación tomando una cerve con amigas. Nada serio. Pero algo que tampoco descartaba porque tenía claro que tarde o temprano formaría su propia familia.

Maternidad LB+: el orgullo de las familias compuestas por dos madres

Tras una situación de discriminación institucional con la Comunidad de Madrid, Ruth inició un proceso de activismo para facilitar las cosas a mujeres lesbianas que querían recurrir a técnicas de reproducción asistida para ser madres a través del Servicio Público de Salud. A día de hoy, Ruth (izda.) es activista LGTBIQ+ y presidenta de la asociación GYLDA en Logroño. En la foto está con su familia (Cristina, Candela y Lola) en el Morrete Fest, el Orgullo de La Rioja.

“Influenciada por mis amigas lesbis de La Rioja”, Ruth decidió empezar a mirar eso de “las listas de espera para ser madre”. Le habían advertido que eran largas, que podían demorarse hasta un año y que, primero, debía solicitarlo en su centro de salud. De ahí, la derivarían a ginecología y, finalmente, al servicio de reproducción asistida de la Comunidad de Madrid. Cuando estaba con la ginecóloga, Ruth le contó la verdad: que llevaba años con su novia, que no estaban casadas y que en un futuro querían formar una familia. La ginecóloga le dijo que muy bonito todo, pero que no le podía facilitar la información solicitada, ni mucho menos derivarla al servicio de reproducción asistida porque “las mujeres lesbianas no estaban recogidas en la cartera de servicios de reproducción asistida de Madrid”. Completamente poseída por la indignación, aprovechó su hora de transporte público hasta el trabajo para buscar los números de teléfonos de todas las asociaciones LGTBIQ+ que le sonaban, para hacer las correspondientes llamadas y hasta para escribir por Facebook a la mismísima presidenta de la Comunidad de ese momento, Cristina Cifuentes, quien, por cierto, le respondió y se comprometió en buscar una solución. “Me sentí discriminada como lesbiana por primera vez en toda mi vida cuando le dije a mi ginecóloga que quería informarme sobre cómo ser madre”, recuerda.

El nacimiento de Ana Sandra Lequio Obregón –la nieta de la mediática Ana Obregón– ha levantado la polémica y ha puesto de manifiesto algo que hace mucho tiempo que sabemos: las familias tradicionales ya no son la norma. Así lo demuestra cualquier estudio del Instituto Nacional de Estadística: las familias padre y madre casados con algún hijo ni siquiera representan el 50% de la realidad actual. A día de hoy, en nuestro país existe una amplia y diversa variedad de modelos familiares, así como de métodos para concebir, gracias a los avances jurídicos de leyes como la del matrimonio igualitario (2005), la de reproducción humana asistida (2006) o la Ley LGTBIQ+ (2023), más conocida como Ley Trans. Gracias a estas leyes hemos podido casarnos, adoptar y se les ha facilitado a muchas mujeres la posibilidad de concebir. También han permitido disponer de un libro de familia, de una baja médica por maternidad o incluso impedir que un juez retire la custodia a una madre durante un proceso de divorcio por ser lesbiana, como pretendía en 2007 el juez Calamita. Hoy en día, la situación es radicalmente distinta. Se han superado muchos obstáculos como la prohibición por parte de la ministra del PP Ana Mato de incluir a mujeres lesbianas y madres solteras en la Ley de reproducción asistida. Para las familias diversas en general, y las madres lesbianas en particular, hay muchos avances por los que sentir orgullo. Es por ello que desde Shangay hemos querido celebrar el Día de las madres mostrando a dos familias compuestas por dos madres. Una es la de Vane, Criss y Lía, y la otra es la que forman Rocío, Cristina y Julia.

En el caso de las parejas formadas por dos mujeres, la idea de ser madres es algo muy meditado, consensuado y deseado; como nunca sucede por accidente, el debate sobre buscar ‘el momento perfecto’ es un tema recurrente en prácticamente todas las parejas. Que no existe el momento perfecto, ni laboral, ni económico, ni emocional para ser madre es algo en lo que coinciden las cuatro. Decidir qué método es más idóneo para gestar, así como optar por recurrir a la Salud Pública o a una clínica privada, varía en función de la edad, la prisa y la situación económica. En España, la Ley sobre las técnicas de reproducción asistida permite y regula el acceso público y privado a técnicas de inseminación artificial, de fecundación in vitro y de Recepción de Ovocitos de la Pareja (método ROPA), independientemente de su orientación sexual o de si tienen pareja. La ley recoge que la donación de óvulos y esperma debe ser anónima y no lucrativa, y prohíbe las donaciones entre personas sin la mediación de una clínica privada que garantice dicho anonimato.

En el caso concreto de Vane y Criss, fue Vane quien le hizo ver a Criss que daba igual el momento porque, por su trabajo, nunca llegaría. Ambas son profesoras de baile y tienen su propia escuela para niñxs (Studio 23), así que optaron por un proceso de inseminación artificial privado para controlar ellas los tiempos. En el proceso, la clínica les aconsejó que la madre gestante se hormonara, pero prefirieron probar con un ciclo natural. “Tuvimos mucha suerte, todo salió a la primera”, reconocen.

«Para ser madre se necesita mucho amor, paciencia y, sobre todo, libertad para que el bebé pueda ser» (Vane Serrano)

Por su parte, Rocío y Cristina optaron por utilizar una técnica más compleja para ser madres: el método ROPA. Este método aumentaría sus posibilidades de ser madres y permitiría que ambas participaran en el proceso de gestación. A la hora de decantarse por un método u otro, el factor de la edad y la fertilidad es decisivo. “En la clínica nos recomendaron que la más joven fuese la donante del óvulo, pero en nuestro caso fue al revés, ya que Cris tenía muchas ganas de gestar”, explica Rocío, quien también destacó que para el proceso de donación del óvulo “debes ser muy estricta con los horarios y las rutinas, ya que te sometes durante 13 días a un pinchazo diario de hormonas en la tripa, a controles, a un pinchazo el día de antes de la operación de extracción para bloquear la ovulación y a respetar tu reloj biológico al milímetro. En mi caso, la extracción fue a las dos menos diez de la mañana, ni un minuto más ni uno menos”. Una vez extraídos, la pareja espera unos días la llamada de la clínica para saber si los óvulos han sido fecundados in vitro y cuántos de ellos se han convertido en blastocistos, es decir, son aptos para transferir a la madre gestante. Para las madres de Julia, la espera de esa llamada “fue un proceso muy bonito de nervios e ilusión”. En su caso, de los once óvulos, cinco se convirtieron en blastocistos y solo dos sobrevivieron. Uno de ellos es Julia, y el otro permanece congelado.

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Aun siendo madres biológicas, Rocío y Cristina lo tienen claro: “No eres más madre porque tu hija sea biológicamente tuya, hay mujeres que se quedan embarazadas, dan a luz y no son buenas madres. A nosotras, simplemente, nos pareció bonita esta forma de intentar concebir a Julia. Teníamos un dinero ahorrado y quisimos invertir en este proyecto de vida juntas de una forma física porque teníamos la posibilidad de intentarlo”. A Vane y Criss les hace mucha gracia cuando les dicen que Lía se parece físicamente a las dos, ya que solo tiene carga genética de una de ellas. En ese sentido, ambas consideran que “para ser madre se necesita mucho amor, paciencia y, sobre todo, libertad para que el bebé pueda ser”.

La maternidad ha contado con el apoyo incondicional de sus familias para estas madres, especialmente en el caso de Lía, que se convirtió en una ‘niña arcoíris’ para la familia de Vane y Criss tras la pérdida del padre y la abuela de una de ellas. “Los niños arcoíris son aquellos que llegan como un soplo de aire fresco, alegría y color a una familia en el momento de una pérdida muy importante”, nos explicaron.

En su día a día, estas mujeres tienen que afrontar preguntas impertinentes basadas en estereotipos como, por ejemplo, quién es la madre, haciendo referencia a cuál de las dos la ha gestado. La ausencia de figura masculina está muy presente cuando, por ejemplo, tienen que rellenar formularios escolares. Otro aspecto completamente estereotipado es la ropa. Vane me asegura que es “muy retrógrado” cómo se sigue haciendo distinción de género con el azul y el rosa: “Si vestimos a Lía de azul se piensan que es un niño o lo justifican porque somos lesbianas”; por ello, “con el tema regalos para Lía fuimos muy tajantes y dijimos que no queríamos nada azul ni rosa, queremos que ella escoja cuando sea más mayor”.

«No eres más madre porque tu hija sea biológicamente tuya, hay mujeres que se quedan embarazadas, dan a luz y no son buenas madres» (Cristina Montenegro)

Los avances legales han facilitado la vida a estas mujeres una vez casadas, pero esta decisión ha sido obligada. Si querían ser madres, no les quedaba otra opción. Rocío y Cristina se enteraron en la clínica de que debían estar casadas para poder realizar la técnica ROPA. Aun así, más tarde tuvieron problemas con la filiación de su hija: “No pudimos registrar a nuestra hija en el libro de familia en el hospital por desconocimiento y falta de protocolos, algo que no pasa con las parejas hetero, y perdimos una semana en trámites”. Por su parte, Vane y Criss podrían haber decidido no casarse, pero entonces la madre no gestante debería haber pasado por un proceso judicial de adopción. Y en el caso de Ruth, con quien hablamos al inicio del reportaje, se casó porque quería evitar situaciones como las de Rocío o como la de una amiga a la que le solicitaron hasta el ticket del esperma en la oficina del registro civil durante la inscripción de su hija. “La ley ampara a las familias de lesbianas, pero hay que trabajar en su desarrollo porque el desconocimiento o la mala praxis hace que no funcione el sistema y filiar a tu hijo no sea sencillo”, nos explicó Ruth, a quien conocemos por ser activista y presidenta de la asociación LGTBIQ+ GYLDA tras un proceso de discriminación administrativa por maternidad. Ahora, aplaude los avances de nuevas leyes como la Ley LGTBIQ+ (Ley Trans), que permite filiar a los hijos sin estar casadas.

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El Día de las madres cada vez es más diverso y con más colores y matices. Estas madres lo celebrarán saliendo a comer, paseando por el Retiro y quedando con amigas. La visibilidad de su proyecto de familia las hace reivindicativas a la vez, porque haber podido formar su familia tiene detrás una lucha social de años. Pero Rocío asegura que merece la pena el esfuerzo: “La maternidad es dura, no es un camino de rosas, pero es un sentimiento que te acompaña las 24 horas del día; y aunque a veces parezca que el mundo puede contigo, cuando llegas a casa y miras la cara de tu hija, se te pasa todo”.

Vane (32) y Criss (36) llevan juntas diez años, y ambas son profes de baile en su propia academia, Studio 23, en Collado Villalba. Tras insistir un poco, Criss por fin le dio el “sí, quiero” a Vane en 2020. En parte, porque si no estaban casadas, una de las dos debería haber pasado por un proceso de adopción con Lía, que ahora tiene 9 meses.

Rocío (40) y Cristina (32) eran amigas antes de dejar todo atrás para vivir su historia de amor en 2017. Tras el covid, se dieron cuenta de que no existe ‘el momento perfecto’ para ser madres, así que se lanzaron a la piscina y fueron a por Julia, que ahora tiene 15 meses. En la clínica, descubrieron que para ser madres a través del método ROPA, debían estar casadas.

 

La inseminación artificial

Es el método más sencillo de reproducción asistida. Consiste en la colocación de una muestra de semen, previamente seleccionada en el laboratorio, en el interior del útero de la mujer en su etapa de máxima fertilidad con el fin de incrementar las posibilidades de fecundación del óvulo. Esta técnica es la más económica en el caso de recurrir a una clínica privada. Tiene un coste aproximado de unos 1000€ y una tasa de éxito de entre el 40-60%.

El método ROPA

Es una técnica de reproducción asistida que permite la participación de dos mujeres en un proceso de gestación: una de las madres aporta el óvulo y la otra lo gesta. El porcentaje de éxito es mucho mayor que el de la inseminación artificial (hasta un 90%), ya que el óvulo se fecunda in vitro en el laboratorio y después se transfiere a la gestante. No obstante, presenta dificultades añadidas como, por ejemplo, que la donante del óvulo pase por un proceso de hormonación para estimular la producción de óvulos, una operación quirúrgica para extraerlos y un coste elevado de entre 10 y 15.000€.

FOTOS: MIGUELANGELFERNANDEZPHOTO.COM
MAQUILLAJE Y PELO: ÁLVARO SANPER PARA I.C.O.N. SPAIN

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