Capítulo 69
“El punto justo”
(Y)
Ojalá todos viniéramos con instrucciones detalladas sobre cómo calentarnos, igual que las palomitas. Aunque “X” ya le tiene más que pillado el punto justo: durante tres minutos a máxima potencia, y luego el truco: cuando dejes de oír los “pops” esperas diez segundos más.
Una vez que están listas, ninguna quemada y ese olor a mantequilla, sabe que él tiene que ponerse detrás de mi en el sofá, y ser la cuchara grande. Sabe que me gusta notarle reír, respirar… y cómo se le empieza a poner dura poco a poco. Sabe que yo soy automático, con tocarme por debajo del pantalón ya hago “pop”. Lo tiene claro, y por eso el cabrón siempre me hace esperar. Por mucho que empiece a colocar con disimulo la cadera, apretar mi cuerpo contra el suyo para sentir la carne bombeando sangre, por muchas indirectas chupándole los dedos cada vez que me acerca uno de esos granos de maíz… a él le gusta terminar de ver la película.
Y me tiene así, agarrado y cachondo durante al menos una hora, rezando y sufriendo por que me meta mano de una vez. Tiene que ser una historia mala, muy mala como para que en mitad de un diálogo empiece a respirarme cerca del cuello, que su mano baje un poco más y empiece a tocarme los muslos. Y aun así esos dedos aceitosos no llegan hasta donde estoy deseando, no me agarran, no hacen más que seguir calentándome aunque ya estoy más que ready. ¿Y a qué espera? Supongo que ahí está su truco: espera diez segundo a que no pueda más, que cualquier sonido desaparezcan porque ya no aguante y sea yo el que se de la vuelta y haga lo que parece que no va a hacer nunca, comerle entero. Con lo que me gusta que luego lleve él el control tengo que ser yo el que, a punto de quemarme y ponerme negro como el carbón, le baje los pantalones y empiece a buscar lo único que me apetece meterme en la boca de verdad en ese momento.
No sé por qué no hace conmigo como con las palomitas, si sabe que yo en tres minutos también estoy listo para hacer todo lo que él me pida. No sé si es de esos raros que les gusta el olor a quemado, si disfruta con mis ganas contenidas. No sé por qué juega así conmigo.
No sé si en el fondo lo hace para alagar el momento, ese abrazo por detrás en el que nunca deja de acariciarme ni para agarrar el mando. Tiene esas pequeñas cosas en las que me fijo, como que es el mejor haciendo palomitas, como que es el que mejor me calienta… como que otra vez he caído en que me invite a ver una película. No sé si me hace un favor, porque ya me conoce y sabe que me caliento demasiado rápido y a veces me arrepiento, ha aprendido a cómo disfrutarme mejor, a joderme un poco para controlar ese hambre interna que a veces me avergüenza. No sé si ya me tiene pillado el punto justo, no sé si quiere disfrutarme más, no sé si sabe que me voy y esto es solo un intento de alargar el tiempo conmigo. Pero… joder, solo “X” me calienta así.