Tontheridas: "Relaciones intermitontas"

Temas: David Rivas, Gay, Juan Carlos Prieto, Relato, Tontheridas

RELACIONES INTERMITONTAS

Siempre he llevado regular el tema del ruido, y conforme me he ido haciendo mayor noto que lo aguanto menos. Quizá es porque en mi trabajo no me queda más remedio que soportarlo a diario, pues es imposible controlar el griterío de un grupo de adolescentes cambiando de aulas o departiendo en el patio durante el recreo. Y es curioso que esto sea así porque vengo de una familia de muchos hermanos y convivía con el
ruido a la perfección. De hecho, incluso lo eché de menos cuando me independicé, hasta tal punto que tenía que encender la televisión o ponerme música de fondo en casa para poder sobrellevar ese silencio angustioso al que no terminaba de acostumbrarme. Admito que me he vuelto quejica con el tema del ruido en los lugares públicos. No soporto a esa gente que habla por teléfono en restaurantes u otros lugares públicos con el manos libres, al igual que no soporto que alguien esté viendo series de televisión o vídeos en redes sociales con el volumen de su dispositivo electrónico a todo lo que da.

Esta vez fue dentro de un tren. Era mi primera vez en el vagón del silencio. Me recordaba a cuando era pequeño e iba con mis hermanos y mis padres en el coche familiar de Alicante a Burgos a visitar a mis abuelos y durante el trayecto nos inventábamos juegos para que las ocho horas se nos hicieran más amenas. Había uno al que siempre jugábamos que imagino era el favorito de mis padres porque eso significaba un buen rato de silencio. “Han cagado tres morcillas, una para Juan, otra para Pedro y otra para el que hable primero”. Para ganar el juego, obviamente, debías estar en silencio el mayor tiempo posible si no querías ser el ganador de dicho “tro-feo”, que le sería otorgada al que primero musitara una palabra.

A mi lado se sentó un chico cuya cara me era conocida pero no caía de qué. El muchacho cogió el teléfono nada más sentarse. Sabía que no llamaría a nadie con el manos libres ni pondría un vídeo con sonido, pues estaba totalmente prohibido en ese vagón. Vi que abrió el WhatsApp y se puso a escribir. En ese momento me vibró mi móvil. Era un mensaje de Pedro. Con Pedro había tenido una historia intermitente hacía diez años. «Hola Mario. Qué de tiempo sin hablar contigo. Veo que sigues igual de guapo que siempre”. Esas fueron sus palabras. En ese momento confirmé de qué conocía a mi acompañante de aquel AVE, que me ayudó a que el trayecto se me hiciera más corto jugando a un juego en aquel cuarto de baño tan pequeño…

Tontheridas, Juan Carlos Prieto. Ilustración de David Rivas