En el vasto y complejo paisaje brasileño, una lucha interna acosó a Héder Bello, un hombre de 37 años, durante un tercio de su vida, desde los 14 hasta los 27 años. Este periodo oscuro estuvo marcado por su intento desesperado de cambiar su orientación sexual.
Héder experimentó lo que se conoce como «terapia de conversión gay». Esto incluyó sesiones de exorcismo, ayuno, flagelación, intensas sesiones de oración, retiros religiosos, extensas lecturas de la Biblia y terapia con psicólogos cristianos. Un punto de inflexión en su vida llegó cuando se le ofreció un tratamiento extremo: la terapia de electroshock. Este episodio aterrador lo llevó a cambiar de rumbo. Ahora, Héder se dedica a investigar y combatir estas prácticas sin base científica que persisten en Brasil a pesar de su prohibición.
Recientemente, el suicidio de Karol Eller, una influyente lesbiana y seguidora del expresidente Bolsonaro, volvió a poner en el centro de atención estas supuestas terapias. Antes de su trágica muerte, Eller anunció públicamente que renunciaba a su homosexualidad después de un retiro religioso. Este hecho conmocionó a Brasil y recibió el respaldo de figuras prominentes de la ultraderecha, incluido el diputado Nikolas Ferreira, un abierto homófobo.
El presidente del Consejo Federal de Psicología, Pedro Paulo Bicalho, ha advertido que actualmente muchas personas están siendo sometidas a formas de «encarcelamiento» para cambiar su orientación sexual. Las víctimas experimentan abusos, torturas psicológicas y aislamiento debido a la creencia de que su orientación sexual es incorrecta. La diputada trans Erika Hilton ha propuesto un proyecto de ley para castigar estas terapias como tortura.
Héder Bello, como ya se ha mencionado, conoce de cerca estas experiencias. Ha explicado que los retiros religiosos, como al que Eller asistió, están diseñados para modificar comportamientos que los fundamentalistas consideran pecaminosos, ya sea la atracción por personas del mismo género o el sexo prematrimonial. Las consecuencias para las víctimas son devastadoras; las más comunes son depresión, ansiedad, automutilación y tendencias suicidas.
A pesar de sus difíciles experiencias, Héder ha logrado aceptar su orientación sexual y ha reconstruido su vida. Como psicólogo, se dedica a investigar y combatir las terapias de conversión, y ha colaborado en un libro que documenta las historias de 32 víctimas. Sin embargo, la lucha contra estas prácticas continúa, ya que los fundamentalistas brasileños intentan influir en el campo de la psicología y promover sus creencias dentro de la profesión.
A pesar de la prohibición oficial de la «cura gay», los fundamentalistas brasileños siguen luchando en este frente, buscando nuevas estrategias para promover estas prácticas extremadamente dañinas.