Assume Vivid Astro Focus, el colectivo más desatado del arte contemporáneo, expone en Madrid

Temas: Arte

La primera exposición individual en España del colectivo Assume Vivid Astro Focus, liderado por el brasileño Eli Sudbrack, manifiesta la madurez estético discursiva de uno de los proyectos más divertidos, desatados, acertados y coherentes del panorama reciente del arte contemporáneo internacional. Que, además, es bastante queer, aunque no solo eso.

AVAF (siglas del colectivo Assume Vivid Astro Focus) es un proyecto de colaboración por el que han pasado varios e importantes artistas del globo, impulsado y comandado con su alegría y rigor habitual por Eli Sudbrack, a medio camino entre Sao Paulo y Nueva York. Comenzaron a principios de siglo, apropiándose de imágenes ajenas para hacer collages a modo de instalaciones inmersivas, que aprovechaban paredes, techos, suelos y cualquier elemento para crear recorridos con un poso que era igualmente estético, lúdico, participativo y artivista (se buscaba tangencialmente explicitar la cultura gay o queer y el entonces incipiente movimiento trans).

De la apropiación pasaron a la autofagotización: dejaron de usar imágenes ajenas para concentrarse en las generadas por sí mismos, reutilizándolas, y también ampliaron formatos en sus instalaciones. Llegaron a realizar una en la que, tras el recorrido, el visitante era expulsado literalmente del museo a través de una trampolín acolchado, como los de emergencia de los aviones, que salía de una boca de gruesos labios abiertos entre las piernas de una travesti… Una locura.

Como signo distintivo, AVAF suele nombrar todas sus exposiciones con títulos sonoros a modo de verso libre experimental, con palabras que son un acróstico del nombre del colectivo. Para su exposición en la Marlborough de Madrid, primera individual en España, y ejemplificadora evidencia de los tiempos de renovación que sacuden a una de las galerías más poderosas del mercado, han escogido Asterisco Volcánico Avatar Frutal.

Su relación con el contenido de la exposición es tangencial y conceptual, abierta para que el público entre en un juego. Porque de lo que realmente habla esta exposición de Assume Vivid Astro Focus es de vibración, color y energías vitales. Es, de hecho, una celebración y una invitación a dejarse invadir por el color, que salta de pinturas y tapices como la irradiación flúor de una pantalla.

El origen de este proyecto, o de las piezas contenidas en él, se remonta a 2008, cuando, invitados por el prestigioso crítico Francesco Bonami, realizaron una macroinstalación en Area Sacra di Largo Argentina, en Roma: los restos arqueológicos del ágora donde Bruto asesinó a Julio César, que se abrirían por primera vez al público. AVAF apreció cómo, con los años, el recinto amurallado se había convertido en un santuario para los gatos callejeros romanos, y elaboró unas máscaras de cartón que el público debía llevar por el recorrido de madera y collage, creadas con plásticos distorsionadores para que la visita fuera del todo lisérgica. Son esas máscaras de gatos y el brillo del color a través de ellas el origen de esta exaltación cromática vibrante de hoy. Y, a modo de homenaje, uno puede pedir a la entrada que le den elementos para disfrazarse: orejas de gatos en diadema, o similar. Al menos así ocurría en su inauguración.

Presentando esta nueva serie de pinturas –algunas ex profeso para esta muestra– realizadas todas sobre cartón, algunas otras con mallas metálicas tintadas y una serie de tapices en alpaca peruana, Sudbrack desparrama toda su investigación cromática. Lleva años elaborando su propio Pantone de color, en el que intenta, mezclando materiales, crear un pigmento flúor que reproduzca verazmente la intensidad lumínica y el brillo de los colores vistos a través de una pantalla digital. Esto es: llevar a la pintura lo que tu ordenador o tu móvil te muestran en términos cromáticos.

Un trabajo ímprobo que se revela tan bien ejecutado como la propia construcción de las pinturas: parecen collages de diferentes piezas de cartón y no lo son; el único y mismo cartón está rasgado, aplastado, separado por capas o recortado para ofrecer una impagable sucesión de texturas que apoyan la intensidad del color. Piezas de técnica virtuosa hasta límites insospechados, con unos colores de brillo intensificado por el uso de fondos fluorizados que enmarcan cada pintura. En ellas, el informalismo y la abstracción se dan la mano con rasgos figurativos a veces perceptibles: siluetas humanas, también de genitales, y de animales o plantas que apenas se sugieren, y que hablan de transformación, identidad y tránsito.

Estas figuras, mucho más reconocibles en los tapices, se unen a composiciones pictóricas que a veces parecen retratos de personas ocultas bajo máscaras, como las que llevaban sus invitados y público en Largo Argentina. El carácter facilitador del cambio de identidad de la máscara, y el uso prácticamente terapéutico del color –visto aquí como una energía vibrátil capaz de enlazar con la vital, la propia del espectador, como un acto de sanación– se alía para crear un irresistible paseo cargado de percepciones intensas, completado por el movimiento circular eterno de uno de los tapices, montado sobre un motor de rotación. Visualmente, un torbellino cromático que apuntala esa sensación de elevación y éxtasis, de alegría individual y compartida, que preside toda la muestra.