Exit-gente
Si tuviéramos que elegir cuál es la frase que más escuchamos a diario, seguramente que en la lista estarían: por favor, muchas gracias, disculpa, muy bien, cómo estás, etc… En mi caso, hay una que ha sustituido a esta última que odio que me pregunten, pues saben que la respuesta va a ser no. Me estoy refiriendo a “¿Estás bien?”. Esta pregunta siempre viene seguida de otra frase que también debería sumar a la lista de frases manidas, pues es sin duda la que más llevo escuchando en las últimas semanas: “No sé por qué lo habéis dejado si estabais hechos el uno para el otro”.
Al principio solía dar explicaciones, pero ahora me limito a mostrar mi cara de hartazgo para que de una vez por todas el tiempo climático vuelva a ser el protagonista de conversaciones que sabes que no te harán sentirte mal y esto es lo que sé que ocurrirá siempre que quedo con mi amiga Lola. Ella sabe de lo que hablar y de lo que no.
Quedamos en una cafetería cerca de casa y nada más verme, y tras pedir dos tés chai, se puso a hablarme de la humedad que hacía esos días en Madrid, la cual era la causante de su pelo descuidado. Estaba claro que estaba obviando el monotema, pero esa vez fui yo quien lo sacó. “Debo pasar página”, le dije. Y ella estaba totalmente de acuerdo.
Nunca había tragado a Juan, por lo que estaba feliz de verme sumido en la mayor de mis decepciones amorosas. Lola era súper fan de inventar frases que sabes que te sacarán una sonrisa. La que se inventó en esa ocasión fue una que tenía que ver con el día de la semana que era: “Nene” que así era como me llamaba, “¿Sabes qué día es hoy?». “Viernes”, dije yo. Ella continuó diciendo: “¿Y sabes qué pasa los viernes? Pues que no hay mal que por viernes venga”. Esa frase me sacó una gran carcajada. Desde luego que Lola sabía lo que tenía que decir en cada momento. Yo la animaba a escribir un libro con todas esas frases inventadas que se habían convertido en sus “buenos días” o “muchas gracias” particular. Mi favorita era “desvístete deprisa que tengo espacio”, de hecho se hizo viral una vez que la compartió en sus redes.
Esa noche haríamos lo que solíamos hacer los viernes noche antes de que yo conociera a Juan: pasar yo a recogerla, esperar en su sofá media hora hasta que terminara de arreglarse, buscar un garito donde poder bailar las canciones más petardas y beber hasta no saber si la que estás bailando es el Soy yo de Marta Sánchez o La música ligera de Ana Mena.
Esa noche decidimos comenzarla en un local que acababan de abrir al que aún no había tenido ocasión de acudir. Juan no era muy fan de salir los fines de semana. Él era más casero.
Fue justo al entrar por la puerta que me di de bruces con él, con don casero, con mi ¿ex? Allí estaba sentado junto a otro chico al que no conocía de nada. Y de tan cómplices que se les veía me quedó claro que era el capítulo dos el que estaba reescribiendo. El beso que se dieron a los tres segundos de haber entrado yo me hizo dudar si no sería el capítulo cinco… En ese momento me salí a la calle y mi amiga Lola vino detrás. Al verme la cara que tenía me hizo mirar un cartel que había en la puerta que decía: EXIT. “Así es como tienes que ser tú con ciertas personas en tu vida: exit-gente”. Yo no entendía nada de lo que me estaba diciendo…, no estaba yo como para jugar a adivinanzas, pero ella me lo explicó. Era su nueva palabra inventada “exit-gente”, el consejo de una buena amiga y mi nuevo mantra, el cual no haría otra cosa que recordarme que ya era hora de abrirle la puerta a aquel que no se merece quedar.
ILUSTRACIÓN: David Rivas
Poemas y relatos cortos escritos por el escritor y docente Juan Carlos Prieto Martínez
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