María (nombre ficticio) tuvo que venir a vivir a España tras ser repudiada por su familia en Rabat, a la cual confesó que le gustaban los hombres y que era transexual. De ahí huyó a Tánger, donde se vio obligada a ejercer la prostitución por la falta de trabajo. «Cuando hacía la calle me tiraban piedras y huevos», explica María al diario El Español.
Esta marroquí de 30 años llegó luego a Murcia, y cuando parecía que su pesadilla iba a acabar se ha encontrado con el acoso de su casero. La víctima ha denunciado los hechos a la policía, y asegura que le exige que mantengan relaciones sexuales o le sube el alquiler. Además, explica que su casero la espía en la ducha para verla desnuda, y se refiere a ella como «maricón con tetas, puta baratera o extranjero de mierda».
Todo comenzó hace cuatro meses, con la primera insinuación de sexo a cambio de no pagar el alquiler. «Ahora me busco la vida de una manera honrada en España, me estoy formando como esteticién y peluquera, estudiando por las mañanas y haciendo prácticas por las tardes. Ya no porque no soy una prostituta, eso lo dejé atrás en Tánger», sentencia.
María quiere salir del piso cuanto antes. «Para mí, es muy incómodo ver todos los días a mi casero en ropa interior, solo con un bóxer, como si estuviera insinuándose. Estoy tomando Lorazepam y salgo lo mínimo de mi cuarto», confiesa.
María ha comenzado «a pedir ayuda» a varias asociaciones y hace «un llamamiento» a los servicios sociales del Ayuntamiento de Murcia, así como del Gobierno regional, para encontrar una alternativa y poder irse de la vivienda. En el diario El Español ha dejado su correo, por si alguien pudiera ayudarla a encontrar una habitación de entre 160 y 180 euros al mes: [email protected].