Aún viven en la memoria de todo un país las tragedias que se sucedieron en los años 90. El caso de las niñas de Alcásser protagonizó horas de pantalla y tertulias en las calles. La dramaturga y poetisa María Velasco dirige Primera sangre, una obra para el Centro Dramático Nacional, que ganó el Premio SGAE de Teatro y que está a medio camino entre el memorial, el documental, el thriller, la autoficción y los cuentos de fantasmas. Una historia de terror cuyos monstruos son los vivos y no los muertos. Velasco usa como premisa el crimen de Laura, una niña que desapareció en los 90 (cuando ella era también una niña) y que marcó su madurez y la de su generación. La actriz trans y activista Vidda Priego se sube al escenario junto a un elenco de lo más diverso para dar vida a esta Primera sangre.
María Velasco dirige a Vidda Priego en Primera sangre, una obra quiere ser un duelo en diferido por todas las menores asesinadas en los noventa y por aquellas niñas que salían a la calle pidiendo perdón, con la sensación de que las calles no eran suyas. Una reflexión sobre los abusos de la infancia con lirismo y rotundidad.
Para su directora, haber crecido con unos hechos tan trágicos como aquellos crímenes como contexto supone un punto de inflexión para cualquier niña que estuviera en pleno desarrollo durante aquellos años: «Eso te condiciona para siempre. A las niñas de los años 90 nos educaron bajo la pedagogía del miedo y, aunque hayan pasado treinta años, sigue viviendo en nosotras el germen del miedo, la culpa y la vergüenza. Los medios de comunicación tuvieron gran parte de la responsabilidad, se hizo una mesa de disección alrededor de los cuerpos de las niñas, se hizo una película snuff que se emitía cada noche en televisión«.
Treinta años después, la televisión sigue siendo un escaparate de historias trágicas y de discursos de odio que atentan directamente a colectivos como la comunidad trans, al que Vidda Priego pertenece: «Me da pena decir que ser fascista es el nuevo punk, yo vengo del punk y me duele. Después de todo lo que nos ha costado conquistar nuestro derechos, ahora salen los que siguen viviendo en las cavernas para ponernos en duda y se les da voz en prime time. La televisión de los 90 hacía violencia contra esas niñas y ahora lo hace contra nuestro colectivo y ponen en duda nuestros derechos«.
Parte de la motivación de esta obra es rescatar la memoria de aquellas víctimas y darles una perspectiva de género alejada del morbo, tal y como explica Velasco: «Volver a hablar de aquellas víctimas es hacerles un homenaje por todo lo que les hicieron. Tenemos que tomar las riendas de la cultura y hacer una red de autodefensa entre nosotras, para protegernos. Además, ahora la sociedad está avanzando y los jóvenes son mucho más libres, diversos y con conciencia. Es el momento de hablar de esto«, defiende la también dramaturga.
«Sobre el escenario tenemos un paisaje humano de lo más diverso, una representación de la España más plural. Generacionalmente, de procedencia y también de identidades y sexualidades. Lo cual hace que sea mucho más representativo el como hemos vivido aquellos años y todas esas experiencias, desde la visión de mujer trans no binaria como yo, o el resto de compañeros cis, heterosexuales y homosexuales. Hay todo tipo de personas que aportamos nuestra particular perspectiva, lo cual es muy sanador«, cuenta Priego. «Así como a nivel artístico, donde hay música, baile, humor, hay lugar para la plástica, para la realidad y la ficción, es una obra muy diversa, en todos sus sentidos«, explica la directora.
PRIMERA SANGRE SE ESTRENA EL 26 DE ABRIL EN EL TEATRO VALLE-INCLÁN DE MADRID