Máspalomos
Le dije adiós, con el corazón encogido y la boca pequeña, pensando que así dejaría de sufrir por desamor.
De eso hace unos cuantos años. Por aquel entonces ya se había convertido sin quererlo en mi primer lector, aún mucho antes de haber sacado alguno de mis cinco libros… Fue mi primer lector porque supo leerme como nadie lo había hecho antes. Primero, supo leerme los labios, incluso cuando no le estaba diciendo nada. Luego, supo leerme entre líneas, incluso cuando ya se lo había dicho todo. Y finalmente, supo leerme los puntos también…, aunque se hacía el despistado cuando el punto era punto y final pues prefería cambiarlo siempre por puntos suspensivos.
Un día llegó el día en el que me quise despedir de mi “querido lector” pero no supe muy bien cómo hacerlo. Porque claro: ¿Cómo te despides de aquel que ha marcado tu piel con huellas de caricias y besos furtivos? ¿Cómo te despides de quien ha habitado contigo un lugar donde tu corazón latía dentro de un cajón escondido? ¿Cómo te despides de la persona con la que has intentado varias veces retornar al inicio, sin éxito alguno? ¿Ese con el que sabes que es imposible emprender hacia atrás el camino tras haber cruzado el umbral que va más allá de la amistad?
Quise decirle adiós porque de algún modo sabía que me costaría menos olvidarle que seguir de aquella manera.
Pero tanto él como yo parece que estamos hechos para volver a encontrarnos una y otra vez, ese es el regalo envenenado que nos tiene deparado el destino. La última ha sido recientemente en una playa de Gran Canaria…, y claro, él hizo lo mejor que sabe hacer conmigo: leerme desde su toalla. Porque mi cara era todo un poema: “Ojos que te ven, corazón que te siente”
ILUSTRACIÓN: David Rivas
Poemas y relatos cortos escritos por el escritor y docente Juan Carlos Prieto Martínez
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