El pintor manchego Pepe Carretero viaja a Dublín con una muestra sin pudores de su intimidad, filias y deseos. En la estela de otros grandes manchegos de la posmodernidad, su mezcla de referencias cultas, ideas pop y anotaciones reales del hoy hacen de su pintura una de las más singulares de la tradición figurativa en nuestro país.
Como si el lienzo fuera su propio diario, Pepe Carretero, pintor y poeta, ha practicado desde siempre una pintura testimonial, que definía a su época, sus gentes y a sí mismo a través de los grandes géneros pictóricos de siempre: el retrato, el paisaje y la naturaleza muerta.
Su familia y amigos, los bocados de realidad descubiertos en múltiples viajes, pero aún más las escenas y objetos prosaicos de la cotidianidad doméstica y urbana del hoy son los temas predominantes en su pintura, que bebe de muchas fuentes estéticas sin atarse a ninguna. Carretero también ha pintado generosamente su intimidad, al menos durante las tres últimas décadas. Tanto la soledad de su cuerpo desnudo como la sensualidad cuando está acompañado: una ya larga serie de pinturas, en formatos medios y grandes (no hay pudor en el artista), en las que sus deseos y filias, también sus inseguridades y miedos, componen un mapa emocional de honestidad expuesta.
Hay escenas pornográficas y otras puramente sentimentales, también historias y situaciones inciertas, pero sobre todo ello sobrevuela una socarrona visión, que desarma por su natural humanidad. Pepe Carretero se ríe de sí mismo, a veces, invitando al espectador a hacerlo también, y otras simplemente muestra mucho de sí, tal cual es.
Dotado de un estilo único, quizá por su aprendizaje autodidacta, Carretero mezcla sobre el lienzo desde alusiones a los lenguajes de vanguardia (fauvismo y Matisse a la cabeza) a las tradiciones de la pintura española figurativa y popular, especialmente de aquellos que renovaron el costumbrismo en el cambio del siglo XIX al XX (Romero de Torres, Iturrino, Zuloaga…), añadiéndoles generosas dosis de ideas pop, sobre todo en el uso casi gráfico del color y la línea, en las composiciones fotográficas de sus cuadros, y en los diferentes planos semánticos y narrativos que añade dentro de éstas, que lo han llevado a reproducir las formas del collage o incluir textos, sin salir de lo pictórico. Es, también, muy manchego: su humor y su universo visual bebe tanto de Almodóvar como del surrealista Gregorio Prieto, y es amigo del hiperrealista Antonio López, al que ha homenajeado en su pintura en más de una ocasión.
Íntimo/Erótico, la exposición que inaugura el 20 de junio en la TØN Gallery de Dublín, agrupa varias de estas pinturas: tomas de la realidad de alcoba, escarceos en carreteras, cruisings de baños y ferias y estudios de desnudo en poses poco ortodoxas. En las pinturas se observa la propia evolución de Carretero hacia las complejidades narrativas, los varios planos y las inclusiones de elementos simbólicos ambivalentes, como diagramas de constelaciones estelares, bólidos fugaces que marcan norias feriales, el dios azteca Tláloc lanzando su carga de lluvia y truenos… juegos que solo están presentes en las pinturas más personales del artista.
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En uno de estos cuadros, una suerte de tríptico inundado por la palabra “maricones”, parece presentar el pasado y presente de las uniones homosexuales en el marco social, ante los ojos de un niño que increpa insistentemente al espectador. Recursos que amplían muy gratamente las posibilidades de su pintura, y que se observan en esta serie con más intensidad que en otras más ortodoxas o complacientes con el gusto de sus clientes habituales: hay un constante dilema en la obra de Carretero entre lo que el gusto burgués puede o no considerar tabú, incluso en términos puramente estéticos y no sólo morales, y el artista parece divertirse yendo y viniendo entre lo que las élites y el vulgo realmente quieren y esperan de él.
LA EXPOSICIÓN SE PODRÁ VISITAR HASTA EL 20 DE JULIO EN TØN GALLERY (DUBLÍN)
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