Ángel Pantoja rompe el binarismo de género con su exposición 'Bustos' en Sevilla

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DiGallery inauguró la exposición Bustos del artista sevillano Ángel Pantoja el pasado 27 de junio para celebrar el mes del Orgullo en Sevilla. El evento contó con la presencia de Blanca Gastalver Molina, delegada de Educación Familia, Igualdad, Juventud y Asociaciones, junto con el comisario de la muestra, Juan Cruz, director de DiGallery. La exposición está ubicada en el Refectorio del Espacio Santa Clara de Sevilla, un lugar privilegiado en plena zona centro junto a la Alameda de Hércules, y permanecerá abierta hasta el 30 de agosto.

Pantoja retoma la iconografía clásica de los bustos griegos y romanos con una nueva lectura donde el género queda desplazado y difuminado. Esta reinterpretación parece desafiar la seriedad y el porte distinguido de los bustos de emperadores, filósofos y gobernadores de la Antigüedad, todos ellos hombres.

Su trabajo revela el fin del binarismo de género, desmantela el rígido marco de referencia para los sexos que ha sido la división binaria, el pensar que las vidas, los cuerpos y las sexualidades se dividen en dos. Esa “policía del género”, con sus dispositivos disciplinarios, impone su ley y castigo a quienes transitan entre géneros o no encajan en los cánones tradicionales, al igual que la escultura clásica nos ha dividido en dos.

“La armada” es lo que significa clásica o clásico, palabra que viene del latín. El carácter militar de un código estético se revela en su propia etimología. Pero una estética es también un control que ejerce el sistema de género, un control violento y cruel, como bien saben todos los niños y niñas que ya sea por su condición física u orientación sexual son insultados y acosados cada día en los colegios de todo el mundo.

Estas hermosas e inquietantes obras de Ángel Pantoja muestran precisamente una insumisión al poder de la armada de género, a su división férrea entre hombres y mujeres. Con una delicada “cirugía de mármol queer”, el artista reinterpreta el código de la escultura clásica. Lo que parece duro y rígido, como el mármol, es cincelado para mostrar su plasticidad, maleabilidad y delicada vulnerabilidad, y refleja la fragilidad masculina.

La metamorfosis que él opera en las esculturas muestra hábilmente que toda esa parafernalia de seriedad, solemnidad y firmeza con que se configura la masculinidad de los hombres no es nada más que un teatro. Una sencilla operación estética expone la fragilidad de lo masculino y revela la fluidez de género.

En estos bustos se muestra que la estética es un código variable, abierto y flexible, como lo es el género. El juego de la pluma es una liberación de las marcas de género, del estrecho corsé de la masculinidad. Ya no hay locas, están enterradas bajo ese manto de la “respetabilidad gay” que recorta la pluma, impulsado por sectores de los gais retrógrados y de los gais machirulos, que son incapaces de ser solidarios con otras causas mas allá de la defensa de su propiedad privada. Contra esa oleada de neo-heterosexualidad y de buenas formas, es reconfortante observar a estos señores agitar sus plumas, sus tetas y sus pelucones desde el pedestal de una masculinidad destronada.

El término “género” no surgió en el ámbito feminista, que se popularizó en los años 60 y 70, sino en el entorno de la medicina. El médico neozelandés John Money acuñó el término “género” en los años 50 al operar (mutilar) a bebés intersexuales, y argumentaba que los órganos genitales son manipulables quirúrgicamente y que, por tanto, el género tiene una gran plasticidad. Esta violencia binaria, que domestica a los cuerpos ambiguos, se ve invertida en el trabajo de Ángel Pantoja: dar ambigüedad a unos cuerpos que no la tenían. Nos muestra el fin de los géneros binarios, la fluidez encantadora de los cuerpos y las identidades humanas, un mármol líquido donde todo es posible.