Durante siglos, la sociedad ha crecido creyendo que la heteronorma predominaba en todo el mundo del arte y la cultura. No importaban las relaciones personales y orientaciones sexuales de genios del arte como Da Vinci o Miguel Ángel, ya que sus preferencias se salían de lo establecido. Porque la idea de que Caravaggio pudiera ser homosexual era tan solo un rumor y no interesaba para estudiar su obra. Pero, gracias al Olimpo, las cosas han cambiado.
Ahora, existen personas como Bernardo Pajares y Juanra Sanz que luchan por desmontar esas teorías y hablan más allá de lo que nos han contado, para desgranar la historia del arte desde un punto de vista queer y diverso. Ambos trabajan en el Museo del Prado de Madrid y son los responsables del pódcast Arte compacto, donde exploran su faceta de divulgadores. Pasiones creativas es su último proyecto, un libro en el que cuentan, a dos voces, algunas de las grandes historias de amor y desamor, entre parejas, tríos y líos de una noche, que han construido la historia del arte.
Bernardo forma parte del equipo de redes sociales y comunicación digital del Museo del Prado, mientras que Juanra trabaja en la coordinación general de conservación del museo y en la gestión directa de las obras de arte, desde su almacenaje hasta su restauración. Se conocieron cuando empezaron a trabajar juntos y ahí nació una historia de amor que los ha llevado hasta el altar. Además de una vida, comparten diferentes proyectos laborales y artísticos. Como este primer libro que escriben juntos, donde exploran un poco más allá la labor que hacen en su pódcast Arte compacto, en el que hablan de arte en todos sus sentidos y con una mirada muy queer.
«Cuando nos propusieron escribir el libro, querían que habláramos de amores en la historia del arte. Nos dieron absoluta libertad para hacerlo como quisiéramos y preferimos hablar no tanto del amor, sino de las pasiones. De relaciones bonitas, feas, de desamor y de cómo eso influye en el arte. Juanra no quería hacer un libro ñoño de amor romántico, de amores de museo, así que apostamos por esas Pasiones creativas y la idea gustó mucho», explica Bernardo. «Querían que se reflejara en el libro lo que hacemos en el pódcast, así que lo planteamos como una conversación. Nos vamos alternando para contar las diez historias que conforman el libro, pero también intervenimos y nos respondemos para meter apuntes y aclaraciones. Eso también le da dinamismo a la lectura y es como si la gente nos estuviera escuchando«, cuenta Juanra.
Ambos trabajan mucho para que se puedan conocer otras realidades más allá de las heteronormativas que parecen predominar en el mundo del arte, y desmontan algunos bulos y teorías sobre ellas: «La historia del arte la han escrito unos señores heterosexuales, blancos y europeos entre el siglo XVIII y XIX, e hicieron una selección de obras que ellos consideraban dignas de estudio, por sus autores y su conservación. Entonces nunca les interesó contar que Miguel Ángel era homosexual, por ejemplo; lo veían como un cotilleo que no importaba para estudiar su obra. Cuando yo estudié la carrera a mi nadie me habló de género, ni de sexualidades, pero ahora, por fin, se están multiplicando las miradas«, explica Juanra Sanz. «También es verdad que es difícil rastrear ese tipo de historias, porque los mismos artistas se encargaban de no contarlo, ya que de lo contrario podían tener problemas con la ley. Además, ha habido periodos históricos, como la Edad Media, o más recientemente el franquismo, que han borrado las historias diversas de la antigüedad«.
«En los últimos años, el paradigma está cambiando. Ahora hay muchas voces diversas que dan a conocer otro tipo de historias y que pican a la parte más rancia de la sociedad. Hay compañeros que hacen divulgación, como Mikel Herrán, que sufren más odio en redes sociales por su imagen. Mikel, por ejemplo, se maquilla y se sale de la norma de la apariencia, y tiene un discurso mucho más directo, como decir que han habido maricones durante toda la humanidad. Si eso lo hiciese un señor con traje y corbata no le pasaría nada. Por eso es tan importante que exista gente como él, que rompan la norma y hablen de la historia como nunca antes se ha hecho«, comenta Pajares.
Ambos hacen hincapié en hablar de los referentes, ya que muchas personas del colectivo no los hemos tenido y eso nos hacía sentirnos únicos en nuestra especie, tal y como dice Bernardo: «Ojalá nos hubieran contado estas historias cuando éramos pequeños, porque habríamos crecido con los referentes que no tuvimos. Poder saber que detrás de cada obra podía haber un artista diverso nos habría enseñado que lo que estábamos sintiendo estaba bien y no estábamos solos, que incluso podíamos ser personas creativas a las que estudiar en el futuro. Eso no adoctrina a nadie, como dicen algunos, solo nos dice que hay más gente como nosotros».
«Una vez llevé a mi madre a Florencia de viaje, y cuando estábamos entrando a un museo escuchó decir a la taquillera que ‘todos los artistas del Renacimiento eran homosexuales y que en Florencia todo el mundo era gay’. En ese momento, mi madre no dijo nada, pero eso se le quedó en la cabeza. Cuando entramos y empezó a contemplar a todo el mundo admirando las obras de todos aquellos artistas, me preguntó: ‘¿Esto que ha dicho la mujer de la taquilla es verdad?’. Le respondí que sí y no dijo nada más. En ese momento comenzó a entender que lo que le habían enseñado durante tanto tiempo, que una persona LGTBI era alguien destinada al ostracismo, a las drogas o a la oscuridad, podía no ser verdad», cuenta Juanra.
Cada vez más, la cultura se está abriendo a estudiar los movimientos artísticos que nacen en el seno del colectivo LGTBIQ+, desde museos a exposiciones centradas en su corriente. Aunque todavía queda mucho por hacer: «Soñamos con un futuro del arte más diverso, donde en los museos se pueda hablar del movimiento LGTBIQ+, donde se pueda estudiar la perspectiva queer de los autores clásicos de la historia del arte. Cada vez más hay más miradas y más artistas del colectivo que están dejando huella en la cultura, y es emocionante pensar en cómo se les estudiará en las universidades del futuro. Actualmente hay muchos museos en todo el mundo que están dedicados a la historia del movimiento LGTBIQ+. En Madrid, por ejemplo, está el Archivo Arkhé, que está más centrado en Latinoamérica, y muestra obras y documentos sobre el nacimiento del movimiento del colectivo. Hay muchas ciudades donde sus museos ya dan cabida a artistas queer«, explica Bernardo.
Para Juanra Sanz, hay que ir un paso más allá y estudiar cómo el arte en general ha influido a las personas LGTBIQ+: «En Berlín está el Museo Bode, que es muy tradicional, de tablas religiosas, y tiene dos itinerarios que te permiten recorrer la colección con una mirada queer. Porque no solamente se trata de rastrear la presencia LGTBIQ+ en la historia (que si Caravaggio o Miguel Ángel eran gais), sino que también está el aplicar la mirada del colectivo en piezas que no tienen por qué ser propiamente LGTBIQ+. Como la relación de Cristo y San Juan Evangelista, en el arte, que ha estado representada como una relación muy cercana, con un San Juan muy femenino, siempre apoyado el uno en el otro, y eso hacía que muchos chavales en las iglesias lo mirasen con ese punto de vista y se sintieran menos mal por ser como eran».
«Claro, no se tiene por qué hablar estrictamente de que los autores eran LGTBIQ+, sino de cómo el colectivo ha encontrado en las obras razones o detalles que han sentido como propios. Como ha ocurrido con la figura de San Sebastián, que se ha convertido en todo un icono para el colectivo, por su representación semidesnudo, con las flechas y ese gesto de su cara que roza el erotismo. Todas esas representaciones, para una señora anciana y católica, pueden significar una cosa, pero para mucha gente LGTBIQ+ significan otra, y ambas visiones están bien y merecen ser estudiadas«, concluye Bernardo.
FOTOS: GONZA GALLEGO
VÍDEO: PABLO CARRASCO DE JUANAS
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