Carla Nyman estrena 'Hysteria' en el Teatro La Abadía: "Hay quienes instrumentalizan los discursos feministas y queer"

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Según la RAE, la histeria es “un estado pasajero de excitación nerviosa producido a consecuencia de una situación anómala. Nerviosismo, excitación, agitación, perturbación, alteración, trastorno”. Durante años, la histeria ha sido vista como un trastorno vinculado a las mujeres. Una mirada machista y heteropatriarcal que ha llevado al sufrimiento a millones de mujeres alrededor del mundo.

Pero el tiempo pasa, y al igual que la homosexualidad ya ha dejado de ser vista como una enfermedad para la OMS, la histeria también ha desaparecido como enfermedad. Con este contexto, Carla Nyman lleva al Teatro de La Abadía Hysteria, una obra protagonizada por Lluna Issa y Mariano Estudillo que reflexiona sobre el discurso de la histérica y el deseo femenino.

“La obra está ambientada en el Hospital de la Salpêtrière, que fue un auténtico infierno femenino. Había más de cuatro mil mujeres encerradas, tratadas como locas incurables, que fueron sometidas a exploraciones por médicos y psiquiatras, donde se encontraba Jean-Martin Charcot, que reforzó la invención de la histeria”, nos cuenta la dramaturga. “La invención de la histeria fue una cosa peligrosa y muy peliaguda. Obviamente, tiene un sesgo de género y responde a una descarga de malestar que muchas mujeres han reprimido. Ahora ha evolucionado a la depresión y la manía, porque si la histeria era la descarga, la represión de ese sentimiento es todo lo contrario. Y es un síntoma del neoliberalismo del siglo XXI, en el que todo parece que está bien y que podemos con todo sin ayuda de nadie. Aún nos sigue avergonzando mostrarnos vulnerables”, explica Nyman.

Lluna Issa y Mariano Estudillo interpretan a un doctor y una paciente en una consulta médica. El doctor, empeñado en hacer su diagnóstico clínico, será absorbido por el cuerpo de la paciente hasta deglutirlo en su interior. Una parábola moderna del deseo, el malestar en la cultura y la insatisfacción.

Durante toda la historia, la medicina ha estado controlada por un sistema heteropatriarcal. Un control del discurso que ha dejado fuera otros enfoques más diversos: “Ahora la perspectiva va cambiando y se van introduciendo nuevas miradas. Aun así, creo que hay una sector que intenta instrumentalizar este tipo de discursos feministas y queer para cubrir un área y hacer como que todos somos muy feministas y muy inclusivos, pero solo se quiere capitalizar para sacar rédito de ello, y eso sí me da mucha rabia. Pero mientras se dé voz a la disidencia y se ponga el foco ahí, me parece bien”.

Con Hysteria, la autora quiere que el público se revuelva y salga del teatro patas arriba y boca abajo, totalmente transformado: “Creo que ese es el poder del teatro. Consigue secuestrarte, en el buen sentido de la palabra, durante dos horas para contemplar una obra y hacerte olvidar el mundo exterior. Si consigues dejarte llevar por ese torrente y agitación, puedes salir de la sala cambiado. La cultura no está para darnos respuestas, está para generarnos preguntas y hacernos replantear la vida. Si hace lo contrario nos están adoctrinando. Con Hysteria no quiero que el público salga con ninguna certeza absoluta, porque entonces habré fracasado”.