Temas: Centro Dramático Nacional, Entrevista, Teatro
El tag promocional del montaje de La gaviota de Antón Chéjov, adaptado y dirigido por Chela de Ferrari, que se puede ver en el Teatro Valle-Inclán del Centro Dramático Nacional indica por dónde van los tiros: “¿Es la luz el único medio para ver las cosas?”. Estrenado en el prestigioso Festival d’Avignon, resulta llamativo porque está interpretado casi en su totalidad por actrices y actores ciegos o con discapacidad visual. La directora peruana ha querido ofrecer una versión personal de un clásico cuya trascendencia se mantiene intacta.

Foto: Miguel Ángel Fernández
Konstantín (Eduart Mediterrani), hijo de la gran actriz Arkadina (Lola Robles), está enamorado de Nina (Belén González del Amo), una aspirante a actriz que, a su vez, se enamora de Boris (Agus Ruiz), un hombre de letras. Es una tragedia que por momentos bordea la comedia, que habla de un tema tan universal como es el deseo. El santanderino Agus Ruiz –uno de los pocos actores con visión completa– asegura estar viviendo una experiencia profesional muy gratificante con esta Gaviota. “Disfruto trabajando en el teatro porque se hace mucha piña con el equipo, me encantan estos ‘viajes’ en grupo”, asegura. Tras la estupenda recepción en Avignon, es momento de mostrar el trabajo en Madrid. “Cuando me dijeron que gran parte del elenco lo formaban personas ciegas y con visibilidad limitada, supe que sería algo especial. Además, trabajar con Chela ha sido maravilloso”.
Cuenta Ruiz que lo que más disfruta de los proyectos en los que se embarca es el proceso hasta que la obra llega al escenario, el viaje de crear su personaje y dar forma a la función con los compañeros. Y asegura que el hecho de que la mayoría de los intérpretes en La gaviota sean ciegos o con visión muy limitada no lo hizo especialmente distinto. “Las horas de trabajo han sido las mismas que en cualquier otro montaje, y la manera de trabajar también; la funcionalidad no varió más allá de que hubo que habilitar el espacio con una serie de marcas, nada reseñable”.
Sí considera muy importante lo que supone esta propuesta de La gaviota, aparte de ofrecer una nueva visión –término que en este caso adquiere una significación especial– del clásico de Chéjov. “Que Arkadina, por ejemplo, sea ciega obliga a plantear nuevas preguntas, el texto cobra un nuevo valor, y los personajes también. A mí me ha enriquecido mucho ver cómo trabajan mis compañeros. Es importante normalizar situaciones así, para ir borrando prejuicios. Porque en la mayoría de los casos tenemos una idea preconcebida de cómo se enfrentan a situaciones cotidianas personas con discapacidad, y cuando lo vives en tu día a día te ponen un espejo delante, te das cuenta de cómo pensabas y aprendes mucho sobre sus peculiaridades. Está siendo una experiencia muy enriquecedora”.
«Explorar mi vulnerabilidad se ha convertido en algo importante y enriquecedor»
Sobre Boris, su personaje, dice Agus Ruiz –al que quizá hayas visto en series como Mercado Central–: «Es un escritor que se enfrenta a un conflicto que viven muchos artistas: ese deseo de querer petarlo y vender la imagen de autor de éxito, con aires de grandeza, cuando por dentro se pregunta: «¿qué estoy haciendo?» Y esa imagen de creador atormentado la utiliza para intentar seducir a Nina». Esa situación que describe en absoluto le resulta ajena. «Es algo que también se ve mucho en el ambiente actoral. Mucha alfombra roja y tal, pero lo que realmente pasa es que, en general, vivimos en un ambiente superprecario, y estamos muy jodidos». Que la ceguera se convierta en un personaje más en la obra hace que su mensaje se amplifique. «Se crean momentos muy bonitos, que siendo chejovianos Chela los ha transformado, y es que esta es una adaptación muy especial en todos los sentidos».

Foto: Miguel Ángel Fernández
Dice Ruiz que ahondar en el texto y en el papel de «Mi personaje me da mucho que pensar, porque me pone un espejo frente a mi profesión», explica. «Muchas de las preguntas que se hace me las hago yo también. «¿Dónde voy a llegar? ¿Dónde no? Cosas que en ocasiones comentas con otros compañeros, y a veces no». Agus asegura que intenta fluir para no atormentarse. «Soy más feliz déjandome llevar y que las cosas pasen«. Cuando termina sus trabajos en Madrid, «que me absorben totalmente», se vuelve a su Santander natal y allí coge aire. «Me tiro al mar, leo, estoy con mi chica, mi familia, a comer, a hacer el amor… y desconecto, que es muy necesario«.
En el placer que le aporta el proceso creativo de crear sus personajes, llega a afirmar con rotundidad: «explorar mi vulnerabilidad se ha convertido en algo muy importante y enriquecedor. En ese sentido, el teatro me da la vida«. Y continúa: » Es muy terapéutico; meterme en las pieles de otros me ha servido para abrirme y sentirme cómodo mostrándome vulnerable. Porque no siempre me he sentido preparado para afrontar algunos retos de una manera sana. He ido aprendiendo a base de salir de mis zonas seguras; es parte de la aventura y del encanto de la profesión«.
LA OBRA
LA GAVIOTA SE REPRESENTA HASTA EL 10 DE NOVIEMBRE EN EL TEATRO VALLE-INCLÁN (PZA. ANA DIOSDADO, S/N · MADRID) DEL
CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL.