– ¿Qué es eso de “no binarie”? No, si ahora tendremos que hablar con la ‘e’.
– No puedes decidir qué eres a tu antojo, ¡hay una biología!
– Eres lesbiana porque no has encontrado un hombre como yo.
– Los bisexuales tenéis un problema de adicción al sexo, sois muy viciosos.
– Las personas asexuales lo son porque tienen un trastorno mental o físico.
– A los bebés con genitales intersexuales hay que operarles para hacerles normales.
– Los gais claramente no sois hombres de verdad.
Son estas afirmaciones, y otras muchas bastante peores, con las que convivimos todos los días las personas del colectivo LGTBIAQ+. Afectan directamente a nuestro bienestar porque ponen en duda nuestra existencia y/o nuestra salud mental. Les terapeutas, psicólogues y profesionales de la salud en general, nos encontramos en el ejercicio de nuestra profesión con que el estado mental de los pacientes del colectivo es peor que el de la población general. Y sabemos, por numerosos estudios dedicados al tema, que esto es debido a que se tienen que enfrentar a un entorno hostil que les obliga a permanecer en un estado de hipervigilancia constante.
Los trastornos mentales que encontramos más frecuentemente son la ansiedad, la depresión y la combinación de ambas, seguidas de los diferentes TCA, las conductas autolesivas, las adicciones (móvil, cannabis, alcohol…) la disociación y la disforia. Mas allá de estos trastornos, también encontramos otras secuelas psicológicas importantes. Las exigencias sociales sobre cómo vivir nuestra identidad, los roles, la orientación sexual, la expresión de género, la sexualidad o la genitalidad hacen mella en la psique humana. Y cuando un individuo no cumple todas esas expectativas, tiene una sensación de fracaso e insuficiencia que afecta directamente a su autoestima y, por ende, en ocasiones, a su capacidad para relacionarse socialmente. Es urgente una deconstrucción individual y colectiva de nuestra sociedad. Debemos desmenuzar todas esas creencias arcaicas que se nos han transmitido, ponerlas en cuestionamiento y ver cuáles tienen validez en el contexto actual y cuáles no. No se puede seguir perpetuando unos valores que atentan directamente contra un gran porcentaje de la población y mirar para otro lado.
Con la libertad de expresión como abanderada, los haters inundan las redes sociales sentando cátedra sobre temas que no conocen y sobre los que no admiten réplica. Algunos medios de comunicación escupen odio y desinformación con noticias sesgadas, contadas a medias o directamente bulos en forma de sucesos. A su vez, muchas instituciones políticas y religiosas destilan LGTBIfobia en sus proclamas y doctrinas. Y poco a poco, como una lluvia fina, todo ese odio va calando en, por poner un ejemplo, las familias. Que muchas veces sin ser conscientes, transmiten mensajes violentos a sus miembros, censurando su manera de ser y de sentir. En general, apenas nos paramos a analizar seriamente el impacto real que pueden causar sus palabras en la vida de los demás. Hagámoslo, porque solo la empatía, la compasión y las ganas de comprender otras realidades nos salvarán de seguir haciéndonos daño.
Quisiera terminar mandando un mensaje de solidaridad para todas las personas que estén pasando por un mal momento de salud mental por algunas de las razones anteriores. No podemos satisfacer a todo el mundo, sus exigencias e ideales no tienen que ser los tuyos. Así que deja de intentarlo y ocúpate de ti. Intenta ser como realmente eres tú, con autenticidad. Pero desde la calma, no tengas prisa, es un proceso. Llegar a ser la persona que quieres ser puede ser un viaje maravilloso, siempre que no seas demasiado exigente contigo y además seas consistente con tus propias creencias. Las tuyas, recuerda. Sé tu mejor amigue y mírate con amor, porque te lo mereces. Eres maravillose.